Empresas como COMESA, ICA, MEXICHEM, HALLIBURTON, BRASKEM, IDESA, llevan a cabo actividades de exploración, perforación y producción de energéticos en México desde muchos años atrás.
Los ejidatarios de Acayucan, Sayula, San Juan Evangelista, Jesús Carranza –entre otros pueblos agropecuarios del sur de Veracruz- han sido indemnizados, en el mejor de los casos, tras el paso de cuadrillas de trabajadores que buscan petróleo.
Estos grupos de obreros no trabajan para PEMEX, sino para alguna empresa privada que “ganó” un concurso de exploración impulsado por la paraestatal.
Cuando los trabajos terminan y sin que haya un mínimo informe a autoridades locales, los exploradores simplemente se marchan.
El uso de dinamita suele dejar huellas desastrosas en parcelas y potreros y se dan los casos donde el afectado no conoce el pago respectivo.
Si hallaron petróleo o no, sólo los empresarios contratados y PEMEX lo saben.
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En Coatzacoalcos, por otra parte, la empresa brasileña Braskem en asociación con la mexicana IDESA está construyendo desde dos años atrás el complejo petroquímico “Etileno XXI”.
El proyecto se ubica en territorio del municipio de Nanchital de Lázaro Cárdenas, ahí donde el domingo 04 de agosto de 1991 se suicidó –según la versión oficial difundida hasta la fecha- el líder obrero Francisco “Chico” Balderas.
Dirigente de la Sección 11 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y coincidente con los tiempos gloriosos y la caída de Joaquín Hernández Galicia (a) “La Quina”, Balderas se estará retorciendo en su tumba al observar cómo el desarrollo petroquímico de su amado Nanchital se impulsa con capital privado y al margen de la certeza económica y social de los obreros.
Pueblo dormitorio, en Nanchital habitan más de 10 mil personas que dependen de las plazas sindicales en los complejos “Pajaritos”, “Cangrejera” y “Morelos”, ubicados en Coatzacoalcos.
Este corredor industrial se impulsó entre las décadas de los 60s y 70s y su importancia estratégica y económica de algún modo sustituyó el papel preponderante que alrededor de la mitad del siglo XX ocupó Poza Rica en la historia del desarrollo petrolero de México.
A la fecha cientos, miles de familias del norte de Veracruz han visto nacer y crecer a sus hijos y nietos en el sur de la entidad: en Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque, Nanchital; como resultado de la disminución de ofertas laborales en la región Totonaca y su apertura en la zona Olmeca durante los últimos cuarenta años.
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De los tres complejos petroquímicos que PEMEX abrió Coatzacoalcos ya nomás le quedan dos.
Hay que descontarle el de “Pajaritos” que se ha vendido a la empresa Mexichem.
La venta es parcial pero abarca más del 50 % del terreno y los bienes activos de la planta por lo que Mexichem poseerá más del 50 % de sus acciones.
En el 2015 se prevé la puesta en marcha de Etileno XXI, así que en dos años serán Mexichem y Braskem-IDESA los organismos privados que dominen la producción de plásticos en el más importante corredor petroquímico de nuestro país.
De los complejos “Morelos” y “Cangrejera” no hay noticias firmes pero existe la versión de que terminarán también en manos de la iniciativa privada.
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Estos datos surgen antes de la Reforma Energética que el lunes pasado propuso el presidente Enrique Peña Nieto y que el Congreso deberá analizar y aprobar o rechazar en las semanas por venir.
En días pasados un grupo de trabajadores petroleros del Complejo Escolín, en Poza Rica, fue reubicado al Complejo Cosoleacaque, junto al municipio de Minatitlán.
El traslado, explicó la nota respectiva, se dio en el contexto del aprovechamiento de mano de obra desocupada por parte de PEMEX.
Por lo que hace al complejo “Pajaritos” se trata de una factoría en la que se ubican más de 2 mil empleados sindicalizados.
Como ya no son los tiempos de “Chico” Balderas ni de “La Quina”, el sindicato petrolero luce débil frente a la decisión estatal de privatizar PEMEX.
Es probable que sólo unos 800 empleados del complejo “Pajaritos” conserven sus plazas y su posición en el lugar.
El resto podría ser “jubilado” o simplemente desplazado a otro sitio en calidad de “mano de obra desocupada”.
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En realidad la privatización de PEMEX ha venido ocurriendo desde varios años atrás y en todas sus áreas, incluyendo la refinación.
También es cierto que PEMEX dejó de ser rentable –desde el punto de vista de la eficiencia administrativa y financiera- a partir de que Hacienda Federal optó por convertirlo en su caja chica.
Lo que está haciendo el gobierno de Enrique Peña Nieto es legalizar un viejo amasiato.
Le pondrán reglas y darán la cara ante un hecho de todos conocido pero de nadie reconocido: PEMEX y el sector privado son amantes; lo han sido desde hace varias décadas.
¿Y los chamacos?
Esa es sólo una de las muchas preguntas que nacen ante este drama: la respuesta es que los chamacos que se pongan abusados tendrán trabajo con PEMEX o con su amante y próxima esposa: la iniciativa privada.
Los chiquillos y chiquillas que no se pongan listos simplemente se quedarán en la calle porque el sindicato –digamos su padrino- ni siquiera ha sido invitado a la fiesta y tampoco tiene dinero y poder para mantenerlos.