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Coatzacoalcos -denominado por Javier Duarte de Ochoa como “la capital del Sur de Veracruz”- fue literalmente secuestrado la tarde/noche del pasado martes 27 de agosto.
Llama poderosamente la atención que al frente del secuestro del antiguo “Puerto México” haya estado Víctor Andrade López, líder regional del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) y Regidor electo bajo las siglas del PRI.
Y es que fue precisamente el gobernador Duarte de Ochoa, esposo de la doctora Karime Macías Tubilla –nativa de Coatzacoalcos- quien respaldó a Víctor Andrade López para su arribo como edil en el equipo del próximo Alcalde Joaquín Caballero Rosiñol.
¿Así le paga Víctor a su lujoso padrino político?
Es evidente que el líder electricista ha mordido la mano de quien políticamente le ha dado de comer; por lo surge la duda en torno a su futuro.
¿Tendrá cara para cobrar como Regidor?
¿Se lo permitirán los grupos de poder que no lo querían allí y ahora tienen un motivo de gran peso para pedir su cabeza?
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El secuestro de Coatzacoalcos ocurrió a través del bloqueo a todos sus accesos terrestres entre la tarde y la noche del martes pasado.
Primero el grupo de personas encabezado por Andrade López tomó la carretera transístmica a la altura del puente “Calzadas”.
Luego bloquearon el puente “Coatzacoalcos 1” que conecta en forma directa con los complejos petroquímicos “Pajaritos”, “Cangrejera”, “Morelos” y “Etileno XXI” (en construcción).
Finalmente los quejosos taponaron la antigua vía de Coatzacoalcos a Minatitlán que cuenta en su costado con el aeropuerto “Canticas”.
Durante la madrugada miles de personas estaban varadas junto al único enlace libre entre la ciudad y el mundo: el majestuoso río Coatzacoalcos que enlaza con la población de Villa Allende.
Allí se pudo observar cómo miles de personas hicieron cola durante horas para cruzar con sus autos usando el único ferri que estaba operando y no fue bloqueado por Víctor Andrade López y sus huestes.
Muchos porteños dejaron sus autos de un lado o del otro del río y treparon a lanchas para poder llegar a dormir a casa.
Miles de automovilistas que necesariamente debían salir o entrar a un municipio que aporta la mayor parte de producción de plástico y gas al país durmieron obligados en sus trailers, camiones, autos, en terminales, etcétera.
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Por ahí de las 02:30 horas del miércoles Coatzacoalcos fue liberado: a esa hora entraban al CERESO Duport Ostión los sujetos Adrián Zaldívar Valencia, Felipe Vicente Cortés Rodríguez, Roberto Lara Velázquez y Jorge Arturo Jara García acusados de haber asesinado al religioso Claudio Martínez, Pastor de la Iglesia Comunidad de Dios el pasado 17 de junio.
Los detenidos son trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y fueron aprehendidos en el transcurso de la semana pasada.
La Procuraduría General de Justicia de Veracruz los ubicó como presuntos culpables del asesinato a puñaladas del Pastor Claudio en su domicilio de la avenida “López Mateos” -en la colonia “Petrolera”- y los capturó sin presentarlos ni dar aviso a los medios de comunicación ni a sus familias.
Los electricistas y presuntos asesinos estuvieron en Xalapa; trascendió.
La falta de información sobre tal detención y el contexto de secuestros y asesinatos que en el Sur de Veracruz se ha convertido en un drama cotidiano, impulsó a sus familias a exigir su presentación.
Víctor Andrade López encabezó el movimiento de exigencia para que sus compañeros fueran presentados en calidad de detenidos o no.
El perjuicio a miles de personas, el daño a la economía local, el golpe político que este acto representó para la estructura política y de procuración de justicia de la entidad pasaron a segundo término; Víctor y las familias de los presuntos asesinos secuestraron la ciudad.
Finalmente lograron su cometido: la PGJ salió de su letargo, activó el procedimiento que habría evitado el caos y presentó a los detenidos llevándolos al penal federal de Coatzacoalcos.
El daño estaba hecho y la responsabilidad compartida: miles pagaron por la torpeza en el manejo de los procesos de procuración de justicia en Veracruz y por la intransigencia de un líder sindical que es muy bueno en la petición de una regiduría pero muy malo para orquestar una movilización social con inteligencia y control a fin de obtener sus objetivos sin causar daños a terceros.
Por cierto, Víctor Andrade López es líder municipal del PRI en Coatzacoalcos y lo ocurrido la tarde noche del martes retrata con fidelidad su trabajo al frente del partido tricolor.
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Ahora bien, un asunto es el secuestro de Coatzacoalcos de parte de un grupo de familias angustiadas encabezadas por un líder sindical que luce tremendas torpezas en su quehacer partidista y en su manejo de la protesta callejera, y otra cosa es el tema del asesinato del Pastor Claudio.
Valga decir –de momento- que la captura de cuatro presuntos asesinos genera más dudas que respuestas.
Dos días antes del secuestro de Coatzacoalcos provocado por la detención de los trabajadores de CFE como ejecutores del líder de la Comunidad de Dios, su viuda Luz Margarita Enríquez Reyes apareció en los medios de comunicación.
Identificada como “La Pastora Lucy”, la heredera del liderazgo espiritual y económico de la congregación religiosa creada por Claudio Martínez ofreció una entrevista de radio e hizo circular un boletín y un CD con imágenes suyas y audios de su declaración.
Allí, expresa su condición de mujer adolorida por la muerte de su compañero, hace anuncios de obras de ampliación en los inmuebles de la Comunidad de Dios y dice confiar en los aparatos de justicia terrenales.
Casualmente esos aparatos de justicia aludidos por la viuda de singular semblante sereno, mandarían al Duport Ostion a los presuntos asesinos de su marido a pocas horas de la referida aparición mediática.
Hay más casualidades: luego de que Claudio fue asesinado de una manera muy cruenta ante la presencia de la única testigo que fue justamente su esposa Claudia, la Procuraduría de Justicia -a cargo en la región de Jorge Yunis Manzanares- le dispensó la declaración oficial a que obliga la Ley, para que detallara lo que vio y escuchó durante el asesinato del Pastor.
La Pastora Lucy declaró más de 48 horas después del crimen; lo cual constituyó una violación a la Ley de parte de ella y de la Subprocuraduría de Justicia del Sur.
Más aún: a las dos semanas de los hechos llegó con un camión de mudanzas y acabó con la escena del crimen, moviendo su menaje de casa a su nuevo domicilio.
Que se fuera a dormir a un lado distinto a aquel en el que vio cómo asesinaban a su esposo, es entendible.
Sin embargo queda una duda: ¿Por qué la PGJ le permitió alterar la escena del crimen; lo que constituyó una afectación más a la de por sí ultraviolada Ley?
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La PGJ ha guardado un silencio casi absoluto en torno a este asesinato que sacude a la sociedad de Coatzacoalcos y que se ha mezclado incluso con olores políticos.
Es importante recordar que el asesinato de Claudio Martínez ocurrió en plena época de campaña electoral para el relevo de autoridades locales en el estado de Veracruz.
El comportamiento de las autoridades siempre estuvo marcado por ese contexto y las relaciones de un joven Pastor millonario como lo era Claudio Martínez –poseedor del único automóvil “Jaguar” que se haya visto circular por el malecón en la temporada reciente- iban más allá de contactos de la Fe.
A Claudio Martínez se la vinculó primero con el PAN y luego con el PRI en las preferencias políticas en disputa en junio pasado.
Respecto a su muerte se sabe que recibió decenas de puñaladas.
Se especula entre 20 y hasta 40 heridas.
Se menciona en la ciudad –mientras la PGJ calla- que el Pastor habría sido violado.
Que se le encontró en posición fetal, con las manos amarradas y sin testículos
Que el mando único -cuyos marinos fueron los primeros en llegar a la escena del crimen- no supieron manejar los protocolos de resguardo de la escena del crimen y que antes de que arribasen los fiscales y peritos se hallaba más de una docena de personas rezando en torno a la víctima.
Entre los rezanderos –habría dicho un elemento de la fiscalía- pudo haberse encontrado uno –o más- de los asesinos.
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A Claudio Martínez lo mataron en su recámara. Lo amarraron.
A su mujer, la pastora Lucy, también la amarraron pero la encerraron en la cocina.
Estaban solos. Sus hijos habían partido a la escuela.
El crimen ocurrió hacia las 07:00 horas y el móvil -no definido oficialmente- habría sido el robo según declaraciones de la viuda.
¿Tanta crueldad para un robo?
¿Y las hipótesis sobre un crimen pasional o lavado de dinero?
La sirvienta llegó a las 09:00 horas y encontró a sus patrones amarrados, muerto uno y sometida la otra.
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Ya conoceremos los detalles del final en esta historia.
Si es que termina. Si es que sus protagonistas de fondo permiten que esos detalles salgan a flote.