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Todo el tiempo, en toda circunstancia, es necesario ver el bosque y no detenerse sólo en la visión de un árbol para poder entender un poco más a fondo el momento histórico que nos toca vivir.

Si de transformar ese momento para el beneficio colectivo se trata, el análisis del bosque y –ya en plan muy exigente- el estudio de los múltiples ecosistemas que lo conforman resulta fundamental.

La clase política -por definición- no seguirá esta perspectiva porque lo suyo es ocuparse de sí misma antes que ver por la sociedad a la que dice representar.

Queda, pues, a la sociedad –desde sus diversos frentes- velar por sus propios intereses y para hacerlo debe estudiarse a sí misma, observarse, entenderse, ubicar sus fortalezas y sus debilidades, a lo que se ha de sumar la actuación madura, concreta, específica, práctica, sin demagogias que sólo conducen a la permanencia del estado de cosas que se critican; a la continuidad del status quo, para decirlo con un latinazo clásico.

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En el Veracruz actual, por ejemplo, observamos el árbol de la elección local que en el 2016 nos llevará a estrenar gobernador y legisladores.

La clase política, los partidos políticos todos, los líderes de opinión, nos machacan día con día ese tema a través de todos los medios posibles.

Y concentrados en ello dejamos de atender el bosque de la deuda multimillonaria que enfrenta la entidad, la problemática cada día más seria de la contaminación; la pérdida de empleos; el hambre; la pobreza extrema in crescendo; la existencia -reconocida oficialmente- de más de 400 tiraderos a cielo a abierto desde el Pánuco hasta el Tonalá; la pérdida de más del 70 % de nuestros bosques y selvas; la privatización de nuestra industria energética y –peor aún- del agua-; la inseguridad que postra a todo aquel o aquella que no pueda pagar una camioneta blindada y un grupo de guaruras…es decir a la inmensa mayoría de veracruzanos.

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Sí, de acuerdo, Héctor y Pepe Yunes comparten un proyecto común y se juraron amor eterno por lo menos hasta que concluya el periodo 2016-2024…

Está bien, Erick Lagos piensa que todo Veracruz es Acayucan y si lo dejan nos va a querer –desde la huasteca a la región olmeca- toda la vida…y nos llevará a vivir a un mundo nuevo y hará con nuestras vidas terciopelo… ¡Ay nanita!

Correcto, queda claro que Fidel Herrera y Miguel Angel Yunes se perseguirán allende la vida terrenal y si hay poder en el paraíso o en el infierno allá seguirán dirimiendo sus inagotables diferencias…

Entiendo que el Código Electoral trae maña, que frena a los independientes; que el nuevo Reglamento de Tránsito apretará al pueblo sin atacar para nada a las mafias de agentes de tránsito, sus jefes, las grúas que operan como cómplices, etcétera…

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He ahí varios árboles que deben ser vistos uno por uno y en conjunto para ir ubicando el bosque en el que nos tocó vivir.

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Sin embargo los árboles en su conjunto reclaman más atención, mayor profundidad, porque son inmensamente más grandes que unas cuantas apetencias por el poder de parte de una clase política tan insaciable como siempre.

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Un elemento del bosque socio-económico en el Veracruz actual lo constituye –por citar un ejemplo- la coyuntura de la Reforma Energética.

Al norte, Poza Rica sufre la embestida de la inseguridad –con balaceras, secuestros y muerte que son el pan de cada día- al mismo tiempo que el desempleo lacera cotidianamente a la otrora población más rica del México petrolero.

Al centro, Xalapa pasó de ser la Atenas veracruzana a constituir un foco rojo en materia de feminicidios, entre otras problemáticas.

Al centro, Córdoba y Orizaba dejaron de ser las elegantes ciudades orgullo de nuestra historia para conformar espacios donde el poder se pelea a plomazos y secuestros y donde los asaltos y atracos ya son parte del paisaje.

En el sur, el corredor Minatitlán-Coatzacoalcos vive también serios problemas de inseguridad, contaminación y escasez de agua potable no obstante ubicarse en el sureste mexicano, conformado por los suelos más ricos del país en materia de recursos hidráulicos.

He aquí problemas añejos y actuales, cotidianos y perennes cuya solución exige una visión mucho más allá de un proceso electoral…

Urge una planificación a corto, mediano y largo plazo que asuma conciencia sobre el riesgo que corremos como cultura, como especie, más allá del yo mezquino y de la riqueza material mal conceptualizada.

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Respecto al árbol del poder un elemento clave es el relativo a las candidaturas independientes.

Estas deben visualizarse como el empoderamiento de la sociedad civil a la cual, a su vez, se debe educar políticamente.

También es preciso analizar y autoanalizar nuestra coyuntura histórica para poder cambiar el estado de cosas donde hoy, evidentemente, salimos perdiendo.

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En lo relativo al dinero entendamos de una vez por todas que el modelo financiero del país pasa de la economía mixta al capitalismo absoluto –vía el Neoliberalismo y desde los 70s-80s- apegados a las órdenes que la Hacienda Federal de México recibe desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Esto es un tema que rebasa a Veracruz y se inscribe en el ámbito nacional e internacional pero pasa también por el papel que la sociedad civil esté dispuesta a jugar.

Hay más elementos del bosque, pero por algún lado debemos empezar.

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La historia es aquí y es ahora.

Su ajuste requiere la acción de quien la protagoniza.

El desdén a esta condición nos condena irremediablemente al fracaso perpetuo.