Existe el Patriarcado pero también –aunque en notable menos medida- el Matriarcado.
Patriarcado no es sinónimo de Machismo, aunque ambos conceptos son similares en tanto apuntan al mismo sentido cultural de dominio, control social y violencia de género en sus múltiples manifestaciones: psicológica, sociológica, pedagógica, filosófica, teológica –hay un Dios, no existe una Diosa- histórica, sexual, económica, física, feminicida…
El Patriarcado, como el Matriarcado, no es un producto Político/Social creado por un solo género.
Al Patriarcado abonan tanto hombres como mujeres, en diversas, distintas y pluriculturales condiciones.
Ocurre lo mismo con el Matriarcado, donde lo hay…
Se trata de fenómenos universales, con antecedentes históricos milenarios e integrados al ADN de todos los grupos humanos.
Lo evidente, determinante y grave –expuesto los días 8 y 9 de marzo pasados- deviene el desnudo de la ausencia de equilibrios y por ende de justicia y equidad hacia el género femenino.
Cruelmente, el género femenino terminó convirtiéndolas en objeto, en un ser inferior y precario a lo largo de los siglos tras el surgimiento de lo que definimos como Cultura Occidental –en este lado del mundo: cosa aparte es el Oriente-.
Por todo lo anterior la decisión de las mujeres a protestar, exigir, determinar, luchar, abrir trincheras hacia la libertad constituye un hito.
Tal coyuntura histórica que, se prevé por la magnitud de la movilización a nivel internacional y dada la profundidad de las demandas plenamente justificadas –ya hemos mencionado los radicalismos y las infiltraciones y mezcla de intereses como variables obvias que no dañan la esencia de la lucha feminista y femenina- marcará un antes y un después.
Al respecto las mujeres deben asumir su papel como nuevas protagonistas en el universo social reclamado.
Sin ellas no se puede construir un mundo con ellas…
Sin sus obligaciones no es concebible una sociedad vinculante al respeto de sus derechos…
Sin respeto al género humano no es posible establecer equidad para eliminar la disparidad de los géneros femenino y masculino…
Resulta indispensable la concientización, el avance cognitivo, el reconocimiento del Yo Género en tanto reconocimiento del Otro Género…
El Yo femenino en tanto el reconocimiento de la Otra…
El Yo masculino en tanto el reconocimiento del Otro…
Para aspirar y construir paso a paso una sociedad reconocida y reconocible por sí misma.
Ello se traduce en la semejanza cultural a partir de la divergencia biológica…
Ello se traduce en la semejanza social y política a partir de la diversidad ideológica y sexual…
Ello se traduce en la equidad económica a partir de las otras luchas históricas y pendientes de solución: enterrar el pensamiento maniqueo de “ustedes los ricos, nosotros los pobres” –axioma convertido en “verdad” popular por el icónico personaje de “Pepe el toro”, inmortalizado a su vez por el actor y cantante Pedro Infante durante la llamada época de oro del cine mexicano- y abrevar del reconocimiento científico del fracaso de modelos nacidos a partir del Capitalismo.
Urge: Más Materialismo Histórico, más Estructuralismo, más Funcionalismo; menos Facebook, menos selfies, menos soledad cibernética…
Entre los valores que la sociedad moderna debe rescatar se encuentran los modelos de estudio que inician en casa, continúan en la relación equitativa:
Maestro-Conocimiento Constructivo-Alumno-Maestro-Conocimiento de Creación Mutua-Alumno-Maestro-Conocimiento Libertario-Alumno; etcétera…
(2)
En el libro: “Qué es un feminicidio. Notas para un debate emergente” de la antropóloga Rita Laura Segato (Buenos Aires, Argentina, 1951), se cita:
“El feminicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino e incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, Acoso sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital (clitoridectomías, escisión, infibulaciones), operaciones ginecológicas desnecesarias (histerectomías gratuitas), heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad forzada (por la criminalización de la contracepción y del aborto), psicocirugía, negación de comida para mujeres en algunas culturas, cirugía plástica, y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, ellas se transforman en feminicidios (Caputi and Russell 1992: 15).”
Luego, Segato emite un pensamiento propio:
“La intención de las autoras así como de todos los linajes del feminismo que incorporaron la categoría era encomiable: desenmascarar el patriarcado como una institución que se sustenta en el control del cuerpo y la capacidad punitiva sobre las mujeres, y mostrar la dimensión política de todos los asesinatos de mujeres que resultan de ese control y capacidad punitiva, sin excepción. La relevancia estratégica de la politización de todos los homicidios de mujeres en este sentido es indudable, pues enfatiza que resultan de un sistema en el cual poder y masculinidad son sinónimos e impregnan el ambiente social de misoginia: odio y desprecio por el cuerpo femenino y por los atributos asociados a la feminidad. En un medio dominado por la institución patriarcal, se atribuye menos valor a la vida de las mujeres y hay una propensión mayor a justificar los crímenes que padecen. Las autoras llegan a hablar de “terrorismo sexual” para indicar las formas de coacción que inhiben la libertad femenina y presionan a las mujeres para permanecer en el lugar asignado a su género en un orden patriarcal. Si, por un lado, esta categoría se propuso poner al descubierto el trasfondo…” (Segato, Rita, 2006, pág. 3).
(3)
El feminicidio; la reflexión sobre el patriarcado; el pensamiento avanzado de investigadoras e investigadores especializados como Rita Segato, son parte de los abonos surgidos desde el 8-9 de marzo, aunque vengan de tiempos previos y a veces lejanos.
Hay mucho más; estamos frente a una hidra y requerimos de pluri-pensamientos, multi-reflexiones, poli-críticas a fin de abonar en el parto de un mundo mejor.
Tal, es la meta.
Yo, tú, ellas, nosotros, ustedes: somos los convocados.
(4)
La poesía –entendida como lenguaje vital- os hará libres.
La indiferencia nos convertirá en víctimas de nuestro propio tren devastador: la historia.