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José Luis Ortega Vidal

Claroscuros

Ciudad Lerdo sería un pequeño botón de muestra de la presencia del crimen organizado en el proceso electoral 2020-2021

06/12/2021 08:44 a.m.

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Durante los comicios federales del 2015, Erick Lagos Hernández -ex secretario particular del gobernador Fidel Herrera Beltrán- obtuvo una votación histórica con más de 70 mil sufragios a su favor en el distrito XX con cabecera en Acayucan, Veracruz.


De este modo el joven político nativo de Ciudad Isla, Veracruz, se convirtió en diputado federal y en coordinador de la bancada priísta en la Cámara Baja del Congreso de la Unión.


Aquello fue una fiesta por el arrollador apoyo popular a favor de quien fuera uno de los hombres más poderosos durante un tramo del sexenio de Herrera Beltrán -2004-2010-; era quien abría o cerraba la puerta para acceder al jefe así como también fue sospechoso de la presunta comunicación con el poder siniestro de aquella época; historia siempre rumorada, nunca corroborada hasta hoy…


Ahora bien, al margen de aquellas versiones los más de 70 mil votos de Erick Lagos Hernández sí surgieron de vínculos corruptos.


El reportero ha tenido acceso a testimonios sobre la entrega de millones de pesos a personajes de la oposición visualizados como obstáculos para las metas políticas del candidato del PRI a legislador federal en Acayucan y los municipios integrados al distrito XX en el 2015.


No se trataba sólo de ganar sino de arrasar; de imponer -como se impuso- récord en la obtención de votos.


Una broma en el ámbito priísta apuntó después de los comicios federales del 2015: “Erick y el PRI obtuvieron tantos votos a favor, que incluso rebasaron el número de ciudadanos integrados al padrón electoral”.


Una de las estrategias para inflar el número de votos a favor de Erick Lagos en los comicios de marras consistió en entregar dinero a miembros de la oposición.


El Partido Acción Nacional -vía parte de su militancia en Acayucan- formó parte de aquella corruptela. (1)


 


(2)


 


Del 2015 al 2021 ¿qué ha ocurrido con aquella corrupción electoral?


¿Hemos evolucionado para bien o hemos cambiado para convertir nuestra corrupción en una enfermedad más grave?


Hay múltiples ángulos para observar la condición actual de la corrupción alrededor de procesos electorales: uno de ellos son los vínculos de los comicios con el crimen organizado.


La detención -el jueves pasado- del alcalde electo de Lerdo de Tejada, Jorge Fabián Cárdenas Sosa, es un ejemplo al respecto.


Triunfador en los comicios locales para ser presidente municipal de Lerdo de Tejada durante el periodo 2022-2025 bajo la bandera de MORENA -partido en el poder presidencial nacional, en la gubernatura veracruzana y con mayoría casi absoluta en la LXVI Legislatura local- Jorge Fabián Cárdenas es acusado por secuestro.


Se trata de un delito grave por cuya presencia en todas las regiones de Veracruz sufren todos los sectores de nuestra sociedad.


El daño, el dolor, las consecuencias son dobles al verse involucrado un personaje vinculado al poder público dado el respaldo de un partido político, cuyo alimento financiero proviene del erario.


El secuestro de parte de una banda delictiva es grave per se.


Pero el secuestro de parte de una banda delictiva con presencia en el andamiaje del poder político es doblemente grave, dada la enfermedad en las estructuras del Estado evidenciadas en este hecho.


Va una analogía: enfermarse es un hecho lamentable; pero enfermarse como consecuencia de un acto premeditado por tu médico constituye un hecho doblemente grave.


El Estado es responsable de tu cuidado y el Estado es quien te secuestra.


En el médico confías tu vida y el médico es quien te enferma.


Un juez determinará si el alcalde electo de Lerdo de Tejada es culpable o no; de momento la Fiscalía lo acusa de secuestrador y tal acción prende alarmas en la estructura completa de la burocracia, por tanto hay alertas en el Estado veracruzano y en el Estado mexicano contagiado gravemente de corrupción desde muchas décadas atrás, sin los avances inmediatos en la cura deseados con urgencia.


 


(3)


 


El arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder durante las elecciones del 2018 no fue consecuencia del trabajo de MORENA, un partido nuevo sin estructura suficiente para tal logro.


AMLO llegó al poder como producto de un fenómeno multifactorial: en primer lugar, su larga trayectoria política personal dentro de la cual se incluyen tres intentos por ser Presidente de la República y unos comicios -los del 2006- llenos de sospechosas acciones de fraude en contra suya y de su movimiento legítimo por el poder.


Añadamos el hartazgo histórico de la sociedad mexicana ante la ausencia democrática en el Estado  mexicano.


Un tercer elemento clave para acercarnos a lo ocurrido en los comicios históricos de tres años atrás, lo constituye -justa y contradictoriamente- la debilidad de la estructura partidista en el país.


No había, el 3 de junio del 2018, un solo partido político con prestigio, credibilidad, fortaleza estructural, liderazgo, candidaturas fuertes por honestas a los diversos cargos públicos en juego aquella ocasión.


Literalmente, en aquel momento -tal como hoy- los partidos políticos, sin excepción, representaban cuerpos de poder enfermos de corrupción, falsos en sus argumentaciones ideológicas, conformados mayormente por grupos de poder y líderes movidos por la ambición, la codicia, los afanes personales de enriquecerse; alejados en su totalidad de las necesidades del pueblo.


La ley electoral induce y conduce al empleo obligado de las siglas partidistas para luchar por el acceso al poder en México.


Se emplean tales estructuras por necesidad electoral, no por convencimiento ciudadano.


AMLO ganó porque contra él lucharon estructuras de poder podridas y candidatos con lamentables efluvios de miasmas; débiles todos.


López Obrador no fue ni es el mejor -tal concepto, en política, no existe-. Fue y ha sido hasta hoy el menos peor.


De no entender esta condición de nuestra circunstancia histórica, estamos muertos de cara a la construcción de nuestro futuro político como nación.


Aterrizo la idea: MORENA no llegó al poder, lo hizo AMLO y la estructura burocrática del Estado mexicano lució frágil tras el arribo de Andrés Manuel López Obrador porque su partido no estaba preparado para asumir el poder.


A partir de tal coyuntura, en el aparato federal así como en los aparatos gubernamentales estatales donde MORENA ha ido tomando el control, se acudió -como una inyección dolorosa pero necesaria- a la contratación de cuadros surgidos del viejo PRI, o del PRD, incluso en grado menor pero real del PAN y el resto de partidos políticos.


No hubo de otra: o MORENA en el poder contrataba a conocedores de la operatividad burocrática -incluida la jurídica, la económica, la legislativa, la educativa, la de ciencia política- o no habría funcionado.


Consecuencia de ello ha sido la muy lenta o casi nula, o nula, solución a la añeja enfermedad de la corrupción.


En la práctica el discurso de combate a la corrupción de AMLO y su afán por mostrarse como ejemplo es sólo eso, un discurso.


En la praxis Erick Lagos Martínez obtuvo más de 70 mil votos como candidato a diputado federal por el distrito XX de Acayucan en el 2015 bajo las siglas del PRI y seis años más tarde Jorge Fabián Cárdenas Sosa es detenido acusado de secuestro antes de asumir el cargo de alcalde de Ciudad Lerdo, para el cual fue electo el pasado seis de junio apoyado por MORENA.


 


(4)


 


¿Cuál cambio?


No se trata de falta de compromiso por parte de la llamada 4ta Transformación, aunque muchos de sus promotores sólo están comprometidos con sus bolsillos.


Estamos ante la ausencia de condiciones y falta de tiempo.


La corrupción es una enfermedad estructural del Estado mexicano.


Desde Benito Juárez el Estado Moderno Mexicano nació corrupto.


Llevamos, por decir lo menos en términos de plazos históricos, poco más de un siglo y medio en condiciones de Estado enfermo.


Y pasarán varias décadas, numerosas generaciones, para realmente convertirnos en una sociedad plenamente democrática y en un Estado con estándares adecuados de gobernabilidad.


Esta evolución en medio de un ajuste de fondo de nuestra condición de Estado, explica en parte el surgimiento de elementos de Estado paralelo y elementos de Estado fallido representados por el crimen organizado, cuya presencia en el proceso electoral 2020-2021 ha sido evidente y Ciudad Lerdo apenas resultaría un pequeño botón de muestra.



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