Les asiste la razón a los militantes del Partido de la Revolución Democrática cuando dicen que este instituto político se ha convertido en una franquicia al servicio del mejor postor, que en el caso de Veracruz, es el gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
El “PRD rojo” que regentean Rogelio Franco Castán y Sergio Rodríguez Cortés ya ni siquiera se toma la molestia de cuidar las formas. Su servilismo es tal, que actúan con total cinismo y se aprestan para hacer de comparsa en las elecciones federales intermedias de este año.
Su papel será postular candidatos a modo, que no sean peligrosos para los abanderados priistas en los distritos que le interesan particularmente al duartismo, pero que sí ayuden a pulverizar el voto y hasta a quitárselo a otros partidos.
Para ello echarán mano de la misma gente del régimen, que al no encontrar cabida en el PRI, serán enviados al PRD –y a otros como el PVEM, Nueva Alianza y Encuentro Social– para que les “ayuden” a los abanderados priistas.
Está, por ejemplo, el caso del distrito de Xalapa rural, donde será postulado por el PRD un conocido priista, el ex dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias de la CNC –el llamado sector rural del PRI– Constantino Aguilar Aguilar, cuya trayectoria es cualquier cosa menos impoluta.
Con su historial, difícilmente Constantino Aguilar podría hacerle mella al seguro candidato del tricolor en ese distrito, el ex secretario de Educación Adolfo Mota Hernández. Y no porque el priista sea muy bueno, cabe aclarar, sino porque el oponente es muy malo.
Pero quizás el ejemplo más claro de la estrategia priista-perredista de pulverización del voto sea el caso del distrito de Veracruz rural, donde se ubica el municipio de Boca del Río. Ahí, el “PRD rojo” postulará al ex panista Julio Saldaña Morán, quien ya jugó el papel de esquirol de la oposición en la elección local de 2013, cuando también jugó bajo las siglas perredistas para la alcaldía del puerto jarocho. Siempre supo que no tenía con qué ganar, pero sí le alcanzaba para evitar que el PAN lograra la victoria, como sucedió a fin de cuentas.
Es lo mismo que busca el priismo-perredismo este año. Que Saldaña le quite votos al candidato del PAN, el ex alcalde boqueño Francisco Gutiérrez de Velasco, y con ello allanarle el camino al empresario neopriista Sergio Pazos Navarrete, quien ya perdió en 2013 cuando contendió por la alcaldía de Boca del Río, bastión de la familia Yunes Márquez, los más enconados enemigos del fidelismo-duartismo.
Y para que Saldaña Morán no se diga mal pagado –y no se esfuerce demasiado en la campaña–, además de postularlo por la vía de la mayoría relativa, el PRD lo incluyó en la quinta posición de su lista de candidatos de representación proporcional por la tercera circunscripción. Así que este mercenario tiene casi asegurado su lugar en San Lázaro a partir de septiembre.
En medio de ello, el PRD se apresta a hacer aún más profundo su sepulcro, en Veracruz y en todo México, pues la dirigencia espuria de Sergio Rodríguez y el entreguismo patético de su sucesor Rogelio Franco, cuentan con el aval de la dirigencia nacional del PRD, antes con Jesús Zambrano y ahora con Carlos Navarrete.
Son los títeres de palacio. Y los sepultureros de lo que fue alguna vez un proyecto político valioso.
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