La crisis de credibilidad de la Presidencia de la República que se arrastra desde el año pasado por los escándalos de la “Casa Blanca” de Angélica Rivera, los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y más recientemente el dispendio durante la visita oficial a Inglaterra y la “casita” de Malinalco del secretario de Hacienda Luis Videgaray, finalmente ha tocado al partido en el poder, el Revolucionario Institucional.
Después de mucho tiempo bien posicionado en las encuestas electorales, el PRI ha comenzado a resentir el desgaste de la figura del presidente Enrique Peña Nieto y a absorber los costos por todos estos conflictos, que han sido desnudados por los medios de comunicación muy a pesar de Los Pinos.
En la más reciente encuesta de la empresa Parametría, que dirige Francisco Abundis, de cara al próximo inicio de las campañas, el PRI aventaja por apenas tres puntos porcentuales al Partido Acción Nacional, con 30 por ciento de la intención de voto, contra 27 por ciento del blanquiazul.
Muy lejos está el Partido de la Revolución Democrática, con una preferencia de 12 por ciento. Pero lo interesante es que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) casi lo empata, con 11 por ciento de la intención del voto, lo que refleja la decadencia del Sol Azteca a costa del crecimiento del partido de su ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Con 10 por ciento de las preferencias está el Partido Verde Ecologista, que podría ser la “tablita” de salvación del PRI si esos votos se los llegara a transferir gracias a su alianza electoral. Pero no está claro que llegue a suceder de esa manera, amén de que el PVEM está sumido en una escalada de violaciones a la ley que ya deberían de haber comprometido su registro.
De acuerdo con Parametría, la desaprobación de los mexicanos al presidente Enrique Peña Nieto creció 11 por ciento en un año, pasando de 47 por ciento en marzo de 2014 a 58 por ciento para el mismo mes de 2015.
Esto le pega irremediablemente al PRI y a sus candidatos en todo el país, que además de los problemas y “grillas” propias de cada región, tendrán que cargar con el descrédito de la clase gobernante actual, sobre la cual se ha perdido la confianza de una manera gigantesca, lo cual también está reflejado en este ejercicio demoscópico, cuando se le pregunta a los encuestados su opinión sobre el rumbo del país: 70 por ciento consideran que no se va por el camino correcto.
En estados como Veracruz, donde la crisis económica, de seguridad y de moral pública tiene deprimido al estado, no es descartable una debacle priista más profunda. El malestar de la población es real, pero a pesar de eso, el gobierno se comporta como si estuviera en una época de gloria.
A ello habrá que añadir que los candidatos priistas no podrán derrochar recursos como antaño, precisamente a causa de la quiebra financiera del estado. Esto podría ser determinante a la hora de la movilización de sus estructuras y de la puesta en operación de las prácticas coercitivas con que suelen jugar en los comicios.
Por ello es que le apuestan a la desmovilización social, al abstencionismo, que en las elecciones intermedias suele ser muy alto, de más de la mitad del padrón electoral. Es su escenario ideal. Ya se verá la respuesta de la gente durante las campañas y el día de la jornada comicial.
No se puede prever con certeza si el PRI va a caer aún más en las preferencias de aquí al 7 de junio. Pero de mantenerse esta tendencia, algo sí sería seguro: no logrará la mayoría absoluta a la que aspiró al inicio de este sexenio.
Y para el régimen, eso ya representa un fracaso.
En capilla
La encuesta de Parametría arroja otro dato relevador: si en este momento fueran las elecciones, los partidos Humanista, Encuentro Social, Nueva Alianza y del Trabajo perderían su registro.
Que por ahí le sigan.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras