Independientemente de la responsabilidad (que la tiene, aunque se la quieran escamotear; diferente de culpabilidad, que habría que demostrar) del gobierno de Veracruz, particularmente, en el homicidio del fotoperiodista Rubén Espinosa, vale la pena reflexionar sobre un hecho en particular: lo dejaron a su suerte.
Rubén Espinosa tuvo que lidiar solo con el hostigamiento, el miedo, la paranoia de saberse perseguido. Nadie lo acompañó. Ningún organismo hizo nada más para salvaguardar su integridad, para cuidar su vida. No se aplicó ningún protocolo de seguridad ante una situación de amenaza manifiesta. Y ahí están las consecuencias.
¿Cuántas organizaciones para la defensa de los derechos humanos y en especial de los periodistas existen? ¿Alguna sirve para algo? ¿Tienen realmente la capacidad para enfrentar una embestida institucional o criminal contra los comunicadores mexicanos?
La periodista Elia Baltazar, de la Red de Periodistas de a Pie, escribió en Facebook una reflexión demoledora: “mi opinión es que hemos fallado en la protección porque hemos intentado asumir una función que no nos corresponde y para la que no tenemos medios.
¿Proteger nosotros a nuestros compañeros amenazados? ¿Cómo? ¿En nuestras casas, en las oficinas de nuestras organizaciones, tomándonos una chela con ellos? ¿Cómo? Hemos tenido sólo que reaccionar porque no tenemos medios para prevenir. Nos hemos asumido como especialistas en riesgo cuando no lo somos, nos hemos asumido especialistas en protección cuando no lo somos. Por muchos talleres, charlitas, diagnósticos y entrevistas que demos aquí y allá, no somos especialistas, y nuestra responsabilidad ha sido asumirnos como tales. Hemos cumplido mal un papel que no nos corresponde y para el cual no estamos calificados”.
“¿No ha llegado ya el momento de revisar lo que hemos hecho bien o mal durante este tiempo? ¿No ha llegado el momento de asumir también nosotros los errores de nuestras estrategias y señalar también la responsabilidad de quienes, con recursos y medios, han fallado en su responsabilidad de proteger a periodistas, aunque "su misión" ha sido ésa y para eso reciben recursos? Hemos dejado que en torno de la muerte, el riesgo, las amenazas y la necesidad de los periodistas se construya todo un entramado de burocracia -gubernamental y civil- que ha servidos para muy poco, hasta donde podemos comprobar hoy”, sentencia Elia Baltazar.
La Red de Periodistas de a Pie, hay que decirlo, ha realizado una labor loable en torno de la protección de los reporteros en riesgo, pero limitada, como señala Elia, por la falta de recursos y de capacidad técnica y humana para asumir una responsabilidad de ese tamaño.
En cambio, asociaciones civiles como Artículo 19, o gubernamentales como el Mecanismo de Protección a Periodistas del Gobierno Federal reciben una gran cauda de recursos para realizar su labor. ¿Y cuál ha sido el resultado? El mismo. Siguen los asesinatos de periodistas en medio de una impunidad vergonzosa, aberrante. Y ya no hablemos de la Fiscalía Especializada en Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión (Feadle) de la PGR o la Comisión de Atención y Protección a Periodistas de Veracruz.
Lo que tienen todos estos organismos en común es que, a pesar de contar con presupuesto, con recursos humanos y técnicos, y supuestamente con la preparación suficiente para llevar a cabo esta labor, ninguno ha servido absolutamente para nada. Pero eso sí, las estadísticas sobre agresiones y asesinatos de periodistas se ven muy bien en sus reportes trimestrales, semestrales o anuales.
Hasta parece que hicieran algo más que dar “apoyo”, desde la comodidad de sus oficinas, a los periodistas en situación de riesgo.
A todos esos organismos hay que exigir o que cumplan con su obligación, o que los desaparezcan. No es posible continuar “protegiéndonos” con palmadas en la espalda y “terapias” de bar. La magnitud del fenómeno de los ataques contra la prensa en México lo demanda con urgencia.