Una suerte de esquizofrenia priva entre los miembros de la claque –porque de clase no tienen nada– política veracruzana.
En su desesperación por contener la espiral descendiente de un régimen corrupto y corrompido, dan pasos en falso, se contradicen a sí mismos y violentan la legalidad, como si no hubiera mañana, como si nunca nadie los fuera a llamar a cuentas.
Lo anterior viene a cuento por el caso de la “revelación” de los supuestos “aviadores” de la Secretaría de Educación de Veracruz contratados, según Javier Duarte y su “favorito” Alberto Silva, durante el sexenio de Patricio Chirinos, buscando achacárselos a su adversario político y en aquel entonces secretario de Gobierno Miguel Ángel Yunes Linares. Aunque el secretario de Educación de esa época era ni más ni menos que el “llorado” Guillermo Zúñiga Martínez.
Como mencionamos en este mismo espacio, desde el Gobierno del Estado y el Comité Directivo Estatal del PRI la noche de este lunes fueron filtrados a los medios de comunicación los nombres de 120 personas a las que se tildó, sin ninguna prueba acompañando esos dichos, de “aviadores”, maestros en nómina que no acuden a trabajar.
De inmediato, los corifeos y textoservidores duartistas se cebaron sobre la pretendida “fuerza aérea” que la administración de Javier Duarte se habría tardado cinco años en detectar, más otros 12 años de los sexenios de Fidel Herrera y Miguel Alemán. Con ligereza y, ahora se sabe, absoluta mala fe, acusaron a 120 personas de defraudar al Estado cobrando sin trabajar durante un promedio de 20 años, lo cual habría sido posible detectar, dicen, “gracias” a la Reforma Educativa federal. Habría que preguntarle a Aurelio Nuño si eso incluye violentar la Ley Federal de Protección de Datos Personales, como hicieron.
Pero resulta que en su lista incluyeron a personas que no sólo no fueron ni son “aviadores”, sino que tienen toda una vida prestando sus servicios al sector educativo del estado. Algunos de gran trayectoria y prestigio, y cuyos nombres fueron manchados por una caterva de desquiciados, ignorantes y perversos aspirantes a políticos.
Tan estúpidos son, que incluyeron en su lista de “aviadores” al doctor Alfonso Gorbea Soto, un reconocido profesor y antropólogo que impartió clases en la preparatoria “Benito Juárez” de Xalapa durante 50 años y hasta el final de su vida, en noviembre del año pasado.
Ello provocó, como era de esperarse, la indignación y la protesta enérgica de su familia, amigos y ex alumnos, que exigieron, para oprobio del irresponsable régimen de Javier Duarte, que no se manche la memoria de un hombre de conducta intachable.
Así como la familia del profesor Gorbea, muchos otros agraviados por ser tildados falsamente de “aviadores” expresaron su turbación porque el propio gobierno al que sirven impartiendo clases en el sistema educativo estatal, se dedique a difamarlos. Una maestra con más de 40 años de trayectoria, Maricela Aquino, amenazó con demandar a la Secretaría de Educación si llega a caer enferma por la vergüenza indebida que le han hecho pasar. “¿Qué le pasa a estos rufianes? ¿Qué quieren hacer con nosotros”, expresó en una entrevista.
La respuesta gubernamental fue acorde con su bajísimo nivel. En lugar de disculparse, desde la Secretaría de Educación se emitió un comunicado –que Javier Duarte compartió en su cuenta de Twitter– afirmando que no darán “ni un paso atrás en la determinación de cesar a los aviadores”, pero al mismo tiempo deslindándose de la lista filtrada a los medios, de la cual el gobierno “no se hace responsable”, aunque “no niega ni confirma su veracidad”.
El colmo. Se atrevieron a afirmar que en el caso de Alfonso Gorbea Soto “hasta el momento ningún familiar o representante legal se ha presentado a informar sobre su deceso, y hacer los trámites correspondientes para cobrar su seguro y la pensión a la que sus familiares tienen derecho. Por el contrario, seguía apareciendo en la nómina de docentes en activo, cobrando su quincena con normalidad; por ello, al realizar el análisis de la plantilla laboral aparece como maestro que está recibiendo su sueldo sin desempeñar su labor educativa”. Entonces, ¿filtró o no el gobierno esa información?
La respuesta de sus allegados fue contundente: “como siempre, los funcionarios corruptos de la Secretaría de Educación, seguían pagando a este noble maestro aún después de su muerte; lo que me hace plantearme una pregunta ¿Quién es el que ha venido cobrando el sueldo del doctor Gorbea durante este último año?”.
Javier Duarte, Alberto Silva y sus aplaudidores hicieron un monumental ridículo. Lo más patético es que tiran la piedra, ni siquiera se molestan en esconder la mano, y si alguien les reclama su estulticia, simplemente dicen, con un cinismo que raya en la patología siquiátrica, “yo no fui”.
Una absoluta vergüenza que gobiernen a Veracruz.
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