El gobierno de Javier Duarte de Ochoa nunca se ha tentado el corazón para recurrir a la violencia cuando cree que le es menester hacerlo.
Lo hizo la madrugada del 14 de septiembre de 2013, cuando elementos policiacos arremetieron contra los maestros que mantenían tomada la plaza Sebastián Lerdo de Tejada de la capital veracruzana, en protesta por la reforma educativa. A toletazos eléctricos, arremetieron contra quien se encontraron a su paso, mujeres y ancianos incluidos, para que al otro día Javier Duarte pudiera dar el “grito” de Independencia ante una concurrencia de acarreados.
A finales de diciembre de 2015, nuevamente la fuerza pública fue lanzada contra la población, esta vez contra los jubilados que protestaban por la falta de pago de sus pensiones. Aunque no hubo lujo de violencia como en el caso anteriormente descrito, sí se agredió físicamente a los pensionados, en su mayoría personas de la tercera edad y muchos de ellos discapacitados. Una de las escenas más vergonzosas del sexenio, lo cual verdaderamente ya es decir.
Con esos antecedentes, no es descabellado pensar que ante la negativa de la Universidad Veracruzana a detener la megamarcha convocada para este jueves 10 de marzo en todo el estado, el gobierno del estado pretenda reventarla haciendo uso de la violencia y tergiversando los hechos de tal manera, que quien quede como culpable sea la comunidad universitaria.
Por principio de cuentas, desde este miércoles se envió a tomar la plaza principal de Xalapa, a donde arribará el mayor contingente, a uno de los grupos de choque por excelencia de los regímenes priistas, Antorcha Campesina, con lo que se abría la puerta para que se suscitase un enfrentamiento, a sabiendas de que en la marcha participarán familias enteras. Al final, por la noche, los antorchistas anunciaron que se retiraban. Pero el amago quedó ahí.
No es lo único. Para crear un clima de psicosis, el gobierno estatal decretó suspender clases este jueves 10 en todos los niveles educativos en Xalapa, dando como argumento el que los padres de familia puedan “salvaguardar” a niños y jóvenes. Como si los universitarios que se van a manifestar fueran una pandilla de peligrosos delincuentes que atentarán contra la población.
Y en una estampa que los pinta en toda su vileza, enviaron a un grupo de adolescentes, que por razones obvias de su edad a duras penas cursarán los primeros semestres del bachillerato, a manifestarse contra la Universidad Veracruzana y a exigir “transparencia” a la rectora Sara Ladrón de Guevara. Burda maniobra porril.
Javier Duarte buscó descarrilar la marcha por todos los medios, intentando incluso poner a la población en contra de los universitarios, cuyo único y justo reclamo es que se le pague a la UV lo que se le adeuda, dinero que nunca debió utilizarse para cualquier otro fin que no fuera el de la educación superior pública en Veracruz.
Las autoridades universitarias, encabezadas por la rectora Sara Ladrón de Guevara, los investigadores de los institutos, ex rectores, académicos y estudiantes manifestaron su repudio por las abiertas provocaciones e incitaciones a la violencia del gobierno estatal y lo responsabilizaron de cualquier ataque que puedan sufrir al ejercer este jueves 10 de marzo su libre derecho a manifestarse. Estaremos atentos para denunciar cualquier intentona.
Pero al menos esto sí podrá anotárselo el gobernador Javier Duarte a la lista de sus “logros” que difunde por Twitter: unió a toda la Universidad Veracruzana en su contra. No cualquiera.
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