En Veracruz, mientras la clase gobernante se regodea en su insultante hipocresía y cinismo, la población del estado vive con terror y se hunde en los ríos de sangre y violencia que la incompetencia de la autoridad ha provocado.
Cuando no causado intencionalmente.
El número de homicidios en cometidos en territorio estatal, de norte a sur, se ha disparado de manera alarmante, llegando a 30 solamente en la última semana.
Del brutal asesinato de ocho personas en Alto Lucero a los enfrentamientos de las horas recientes en Coatzacoalcos y Minatitlán, las muertes de veracruzanos se multiplican, en la cara de las autoridades.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, van más de 80 asesinatos en Veracruz en lo que va del mes de agosto, mientras que en julio la cifra alcanzó los 168, la más alta desde 1997, lo que representa un macabro récord histórico.
De enero a julio, se iniciaron en la entidad 537 averiguaciones previas por homicidios dolosos, con un total de 643 víctimas, que en comparación con los registros de 2015 representa un incremento de 120 por ciento, de acuerdo con el reporte del portal Animal Político.
A ello hay añadir el hallazgo de más de 30 fosas clandestinas en distintos puntos de la entidad, en las que estaban enterrados miles de fragmentos de restos humanos, que pertenecieron a un número indeterminado de personas cuyas vidas fueron segadas con lujo de salvajismo.
Por otra parte, de acuerdo con el Consejo Consultivo del Instituto Veracruzano de las Mujeres, durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa han sido asesinadas 481 veracruzanas en crímenes por causa de género, a pesar de lo cual el gobierno estatal se niega a emitir la alerta correspondiente.
Además, en los últimos dos años se denunciaron mil 738 casos de mujeres veracruzanas víctimas de violencia en la entidad, según el mismo Consejo Consultivo del Instituto Veracruzano de las Mujeres.
A pesar de todo lo anterior; de tener a Veracruz en una situación de franco desastre en materia de seguridad; de que la muerte se pasea por cada rincón del estado; de que miles de familias han sido destrozadas mientras las autoridades se enriquecían a costa del dinero público y dejaban de cumplir con sus obligaciones. A pesar de todo eso, Javier Duarte de Ochoa promulgó este martes 23 de agosto de 2016 la reforma al artículo 4 de la Constitución local que criminaliza a las mujeres que se practiquen un aborto por cualquier causa, pues no hace distinciones sobre la “protección de la vida” desde el momento de la concepción.
Para reafirmar su estulticia y escupirle en la cara a las activistas, a los organismos civiles y a la misma Constitución General de la República Mexicana, el peor gobernador de la historia de Veracruz se hizo acompañar de líderes religiosos para su acto de promulgación de una reforma de ley, pisoteando el Estado laico y la tradición liberal de la política del estado, en una clara provocación y alarde del minúsculo poder que todavía le queda.
Javier Duarte no pudo escoger un mejor escenario para su espectáculo. Un colegio privado católico del puerto de Veracruz, el Instituto Rougier. El mismo de donde salió la pandilla de “juniors” conocida como “Los Porkys”, que hoy enfrentan un proceso penal por la violación de una menor de edad, seguro reflejo de la “pía” educación que recibieron de los “defensores de la vida”.
Se merecen unos a otros.
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