Tras su dolorosa derrota electoral del pasado 5 de junio, el Partido Revolucionario Institucional está sin rumbo, como un muerto viviente que no se ha dado cuenta de su condición.
Huérfano de “jefe político” estatal al perder la gubernatura y ocuparla ahora un panista, el PRI veracruzano deambula sin un liderazgo local real, pues el de Amadeo Flores Espinosa como presidente del Comité Directivo Estatal está severamente cuestionado, al obedecer sólo a los intereses del candidato perdedor de la pasada elección, el senador Héctor Yunes Landa.
Ello fue más que evidente en la última reunión del Consejo Político Estatal tricolor, en el que se hizo a un lado y sin previo aviso a representantes de otras corrientes políticas priistas, para en su lugar incrustar “hectoristas” en ese órgano partidista, ya que Yunes Landa decidió incumplir su acuerdo con el también senador José Francisco Yunes Zorrilla e intentará repetir como candidato a la gubernatura en 2018.
Esta situación ha terminado de dividir al priismo veracruzano, entre quienes aún consideran a Héctor Yunes como una opción –los menos-, quienes creen que tuvo su oportunidad y no pudo o no supo aprovecharla, y los que ven en esta coyuntura una inmejorable oportunidad para hacerse del control del partido y proteger intereses y proyectos políticos personales. En este último apartado se encuentra el grupo afín al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien desde Barcelona sigue moviendo los hilos de sus huestes para intentar evitar ser desplazado y, sobre todo, aplastado por sus enemigos.
Aunque cuenta con la mayor autoridad moral y política dentro todo el priismo veracruzano, el grupo que encabeza el senador José Yunes Zorrilla se replegó –al menos momentáneamente- ante los embates de los otros grupos de interés que se disputan el control de un partido cuyos militantes están confundidos y agraviados, al tener que cargar con todo el descrédito de la inmoral y corrupta gestión del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Y si los priistas no entienden que su situación actual es de desventaja y debilidad, ante un nuevo régimen que tiene toda la intención de desmantelar por completo al tricolor para que el actual grupo gobernante se quede en el poder no dos, sino ocho años, lo que van a terminar peleándose, como los zopilotes, van a ser puros despojos.
Y eso incluye también la sucesión presidencial.
Retiró Fiscalía escoltas a Abella
El 17 de febrero de este año, este reportero inquirió a la Fiscalía General del Estado el por qué el gobierno estatal asignó escoltas de la Secretaría de Seguridad Pública para cuidar al empresario José Abella García, quien ocupaba a los elementos policiacos para que lo acompañaran de cacería al monte y para pasear en su Ferrari por las calles de la ciudad de Córdoba.
En aquel entonces, se publicó en la Rúbrica: “¿de qué privilegios goza (Abella) para que, con cargo al erario, lo cuiden elementos de élite de la Fuerza Civil cuando va a pasear a la montaña, máxime que presume a los cuatro vientos ser multimillonario? ¿Qué no deberían estar combatiendo a la delincuencia esos policías?”. Eso provocó las consabidas agresiones verbales y hostigamiento de parte de ese personaje hacia quien esto escribe.
Información confirmada plenamente por la Fiscalía General del Estado señala que la noche de este martes 13 de diciembre, fue girada la instrucción para que dichas escoltas le fueran retiradas a Abella García, lo que se hizo efectivo con todo y la resistencia del empresario, quien alegó contar con una orden judicial para recibir esa protección, misma que no exhibió a las autoridades.
Punto favorable para el nuevo gobierno estatal. Si no va a haber privilegios, debe ser parejo para todos.
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