Demasiado pronto se esfumaron las expectativas que mucha gente en el estado de Veracruz depositó sobre la instauración de un verdadero cambio en las prácticas políticas en la entidad, a partir de la alternancia partidista en el poder.
Todavía no ha cumplido tres meses de ejercicio la presente administración estatal, y los partidos que la sostuvieron para ganar la elección a la gubernatura, Acción Nacional y de la Revolución Democrática -por supuesto, con la venia del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares-, le abrieron la puerta a representantes de la peor ralea priista, algunos de ellos incluso cómplices directos del saqueo a Veracruz, para postularlos como candidatos a las alcaldías que estarán en disputa en los comicios del próximo 4 de junio.
En la anterior entrega de la Rúbrica mencionamos el caso de David Velasco Chedraui, ex alcalde fidelista y ex diputado local duartista, a quien por sus nexos familiares se le pretende imponer como candidato a presidente municipal de Xalapa por la coalición PAN-PRD. Por cierto, su supuesto registro como aspirante no fue reconocido por la Comisión Nacional de Elecciones perredista, pues como mencionamos en este espacio, no se realizó en tiempo y forma, según consta en el acuerdo ACU-CECEN/02/024/2017 de este organismo del Comité Ejecutivo Nacional del sol azteca.
Pero no es el único caso. En Misantla, se registró como precandidato pan-perredista Gustavo Moreno Ramos, ex priista, ex neoaliancista, ex elbista pero muy vigente cacique magisterial, de los que aplica como rigurosa “filosofía” de vida la vieja máxima de que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
En Perote fue recibido casi con fanfarrias otro ex priista, Víctor Arcos Roldán, quien en el gobierno de Javier Duarte se desempeñó como director del Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Veracruz. Este sujeto compró al pan-perredismo su postulación a través de la filtración de los audios en los que se escucha al ex secretario del Trabajo y ex operador electoral del duartismo, Gabriel Deantes Ramos, confesar los apoyos del gobierno de Javier Duarte a los candidatos de Morena durante la pasada elección de gobernador y diputados.
Pero el que quizá sea el peor de todos estos ejemplos es el de Ricardo García Guzmán, ex contralor de las administraciones de Miguel Alemán Velasco y Javier Duarte de Ochoa.
García Guzmán se registró como aspirante pan-perredista a la alcaldía de Pánuco, que actualmente es encabezada por su hijo Ricardo García Escalante, quien accedió al cargo cobijado por el Partido Verde. Otro de sus vástagos, Rodrigo García Escalante, es diputado local por ese mismo distrito, también por el Verde, aunque no tardando ambos se pondrán, literalmente, la chaqueta azul.
A su paso por la Contraloría General del Estado, Ricardo García Guzmán “no vio” uno solo de los descomunales desvíos de recursos realizados por toda la pandilla del duartismo. Incluso, cuando salió a la luz el escándalo de las empresas “fantasma” que precipitó la caída de Duarte de Ochoa, intentó descalificar por todos los medios la investigación.
Hoy es recibido con los brazos abiertos por el yunismo pan-perredista, que con ello acaba de abortar el significado del voto que propició la alternancia partidista en Veracruz, donde no sólo no ha cambiado una sola de las peores malas prácticas. Los personajes que siguen medrando con el poder son los mismos.
Demasiado pronto. Demasiado bajo.
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