Entrada la noche de este lunes 17 de julio y hacia la mañana del martes 18, se fueron develando los detalles de la primera audiencia del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa ante el juez de control que lleva su caso. Y de lo que nos enteramos fue, en pocas palabras, que uno de los ex mandatarios más corruptos de la historia de México tiene prácticamente un pie fuera de la cárcel.
Y lo tiene porque, como sus propios abogados defensores lo advirtieron desde que se presentó ante un tribunal guatemalteco, las carpetas de investigación en las que la Procuraduría General de la República sustentó sus denuncias y la orden de aprehensión contra Javier Duarte son, literalmente, una auténtica basura.
Al grado de que de los 438 millones de pesos que le imputaron inicialmente a Duarte como presunto monto destinado al lavado de dinero, sólo han podido acreditarle el desvío de 38.5 millones de pesos, provenientes de la Secretaría de Educación.
Eso no es lo peor. La audiencia fue una comedia de desatinos protagonizada por los agentes del Ministerio Público Federal Martha Ramos Castillo, Nelly Magaly Alvarado y Pedro Guevara Pérez, quienes evidenciaron, a media presentación de la imputación, desconocer el expediente de Duarte de Ochoa, lo que les valió ser regañados por el juez Gerardo Moreno García y ridiculizados por la defensa de Duarte, dejando también en un colosal ridículo a la propia PGR.
Pero lo que también quedó expuesto fue la intención manifiesta de la parte acusadora por autoboicotearse y favorecer al ex gobernador imputado. El propio juez Moreno García lo señaló, al mencionar que por tercera ocasión la PGR presentaba agentes del Ministerio Público diferentes para el mismo caso de los millonarios desvíos de recursos públicos achacados a Duarte de Ochoa, con la agravante de que éstos no tenían ni idea de a qué iban a la audiencia.
Sin ser aficionado a las teorías del complot, es imposible no pensar que esta lamentable y obscena ostentación de incapacidad e idiotez de la PGR es totalmente malintencionada, hecha a propósito para que, al final del día, Duarte saque provecho, encuentre la manera de evadir la acción de la justicia y procurarse impunidad.
A pesar de que por el tipo de ilícitos, el juez de control le dictó al político veracruzano prisión preventiva oficiosa por dos años, si en la audiencia de vinculación a proceso que se celebrará el próximo sábado, y en la que se desahogarán por completo todas las imputaciones de la autoridad federal contra el ex gobernador de Veracruz, no se acreditan los cargos por delincuencia organizada, único delito grave del que se le acusa, Duarte podría salir de prisión y enfrentar en libertad los demás procesos que se le siguen.
Y es que este mismo martes, la juez Primero de Distrito en Amparo Penal de la Ciudad de México, Sandra Leticia Robledo Magaña, le concedió a Javier Duarte la suspensión provisional de las órdenes de aprehensión libradas en su contra por la Fiscalía General del Estado por los delitos del fuero común que se le imputan en la entidad, por lo que tampoco podría ser reclamado por la justicia en Veracruz.
“El caso se está desmoronando”, le dijo con sorna el abogado defensor de Duarte, Marco del Toro, al juez Gerardo Moreno García. De esa misma manera se desmorona también la confianza de los mexicanos en las instituciones, en el sistema de justicia y en el gobierno de este país, gracias a este fiasco de fiscales sinvergüenzas.
¿Sabe de qué se ha reído Duarte todo este tiempo? En efecto. De todos.
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