Casi nada aporta el bodrio pseudoperiodístico que con la firma del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa se publicó este domingo en un periódico de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
La relatoría que pretende hacerse en el texto no revela nada nuevo: todo, incluida la supuesta negociación con los Yunes panistas en 2012 para que apoyaran a Enrique Peña Nieto a cambio de que se permitiese la llegada de Fernando Yunes Márquez a la senaduría como primera minoría, había sido manejado con bastante antelación por los mismos duartistas. Por cierto, muy mala debió ser esa transacción para los priistas, pues en aquellas elecciones quien tuvo el mayor número de votos en Veracruz fue la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota.
Lo verdaderamente noticiable de esta enésima burla de Javier Duarte a los veracruzanos es que haya pasado de las redes sociales –lo que de suyo ya representa una irregularidad, por concedérsele tal privilegio a un reo sentenciado- a publicar sus diatribas en un medio de comunicación, recibiendo un inaudito espacio en un impreso. Y no en cualquiera.
La “columna” de Javier Duarte –que tiene por nombre una cita bíblica que también es usada como lema de la Universidad Iberoamericana, en donde se avergüenzan que se mencione que es uno de sus egresados- fue publicada por el periódico Imagen de Veracruz y su agencia web Imagen del Golfo, por lo que no podría estar mejor aplicada la famosa sentencia del teórico de la comunicación Marshall McLuhan, en el sentido de que “el medio es el mensaje”.
Javier Duarte escogió entrar en la arena mediática local a través de un diario completamente identificado con el régimen de la llamada “cuarta transformación”. Sus dueños son pública y notoriamente cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien han recibido y atendido personalmente en varias de sus visitas al estado.
El que en su medio de comunicación hayan arropado al sátrapa –además, con un texto larguísimo y mal escrito- que saqueó al estado de Veracruz y lo hundió en la peor crisis de seguridad de su historia –y que incluso les quedó a deber bastante dinero por concepto de “convenios publicitarios” durante su administración- dice mucho, muchísimo, de los amarres que el ex gobernador veracruzano ha hecho para buscar no solamente recuperar su libertad en breve, sino para reincrustarse en la escena política local.
Porque ahora que fue sacado de la Fiscalía General del Estado el yunista Jorge Winckler, puede usted apostar doble contra sencillo que todas las causas penales que ese organismo tiene iniciadas en contra de Javier Duarte –incluida una por desaparición forzada- serán desechadas, con lo que prácticamente no habría nada con qué mantener al ex mandatario en prisión, luego de que a nivel federal también ha recibido graciosas concesiones en su proceso que echaron abajo las más que justificadas imputaciones que había en su contra.
Aunque al revisar el texto publicado este domingo sí salta a la vista un dato significativo de su contenido: todos los dardos de Duarte están dirigidos a los Yunes panistas, a los Yunes priistas, a Miguel Ángel Osorio Chong, al PRD y hasta a la actual dirigencia estatal del PRI. A Morena y al lopezobradorismo no los roza ni con el pétalo de una mención. Mucho menos, con una crítica.
Quien crea que en política hay casualidades, es más ingenuo que aquellos que creen que pueden confiar en alguien como Javier Duarte de Ochoa y los que lo rodean. Ya se enterarán.
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