​La tarde de este lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que dio positivo por segunda vez a covid-19, por lo que se aislará y hará trabajo de oficina.

Eso no tendría nada de raro ni sería un problema en sí mismo, tomando en cuenta que a estas alturas el mandatario federal tiene completo su esquema básico de vacunación y hasta recibió ya su refuerzo. Con esa base, se puede esperar que no tenga complicaciones, que se restablezca pronto y sin muchos contratiempos. Máxime que, a diferencia del resto de la población, él será atendido por los mejores médicos en el palacio que habita y tendrá acceso a los medicamentos que necesite.

El verdadero problema es que el presidente nuevamente se ha dedicado a desestimar a la pandemia y ha propiciado en muy buena medida que la llamada “cuarta ola” de contagios pegue con fuerza en el país gracias a su irresponsabilidad y frivolidad.

Desde que el pasado 1 de diciembre López Obrador convocó a un multitudinario acto en honor a su ego en el zócalo de la Ciudad de México, quedó más que en claro que la salud de los mexicanos le tiene sin cuidado y demostró otra vez por qué la gestión de la pandemia de su administración ha sido un completo desastre.

La negativa a usar cubrebocas –salvo cuando se ha visto obligado en sus viajes oficiales a Estados Unidos-, la resistencia a comprar vacunas y a inmunizar a toda la población –porque el dinero público lo quiere para lucrar políticamente-, la necedad de prácticamente obligar a un regreso generalizado a clases presenciales –porque eso mueve la economía, devastada por la inflación más alta de los últimos 21 años-, las recomendaciones estúpidas de los integrantes de su gobierno –como la infamia del VapoRub del secretario de Salud Jorge Alcocer y todas las de López Gatell-, dan cuenta de una colosal negligencia cuyos saldos conocemos: más de 300 mil muertos reconocidos oficialmente y cerca de 700 mil si se toman en cuenta los excesos de mortalidad y las estimaciones de defunciones por covid-19 no registradas.

Nada de eso les ha importado al presidente y a su gobierno. Más preocupados por hacer propaganda y mantener alta su popularidad, conducen la emergencia sanitaria con base en ocurrencias, cálculos políticos, prejuicios y franca desinformación. Como el aberrante spot de Comunicación Social en el que se le dice a la población que “la mejor protección” contra los virus y las enfermedades es tener una alimentación saludable, el ejercicio y “consumir frutas y verduras ricas en vitaminas y minerales”, ignorando el uso de cubrebocas, el distanciamiento social y la higiene constante.

No debe pues extrañar que apenas el sábado pasado México alcanzó una nueva cifra récord de contagios, con más de 30 mil en 24 horas, y que se esté retrocediendo en el semáforo epidemiológico en varias ciudades del país.

Así como el presidente, gobernadores y alcaldes desdeñaron los efectos de la variante Ómicron, organizaron concentraciones públicas y desfiles sin sentido, alentaron el consumismo de fin de año a todo lo que daba, y ahora hasta se niegan a aplicar pruebas y le piden a la población que al primer síntoma, den por hecho que es covid-19. Con tal de no gastar, miserablemente.

Este mismo lunes por la mañana, López Obrador se reunió con el gabinete de seguridad (en el que se incluyen los secretarios de Gobernación, de Seguridad, de la Defensa y de Marina), tras de lo cual acudió a su conferencia matutina, donde dio a conocer que creía tener gripa pues amaneció “ronco”. En todo momento, estuvo sin cubrebocas, en espacios cerrados. Horas después, dio positivo al coronavirus SARS-CoV-2.

¿Se imagina si todos los encargados de la seguridad del país quedaran neutralizados por la covid-19? Así de “consciente” el presidente.

Veracruz, en el “Top Ten”… de infecciones

En Veracruz no nos quedamos atrás. La entidad se encuentra entre las diez que acumulan el mayor número de casos en el país, 15 municipios retrocedieron a semáforo amarillo y al corte de este lunes hay mil 485 casos activos de covid-19 y 462 sospechosos.

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