El primero de abril de este año “Botellita de Jerez”, la cual es una de las agrupaciones del Rock mexicano más reconocida, dio a conocer que uno de sus integrantes, Armando Vega gil, se suicidó después de la denuncia anónima de una mujer que afirmaba haber sido abusada sexualmente por él a los 13 años, dicha denuncia se hizo viral gracias al apoyo del movimiento #MeTooMusicosMexicanos , muchas organizaciones feministas afirman que este es el primer mártir del patriarcado en nuestro país, otras más lamentan la pérdida de un ser humano y tildan dicho acto como un error por parte de quienes le acosaron en redes sociales, sin embargo esta situación deja muchos cabos sueltos si de acceso a la justicia hablamos.
La Ley General de Víctimas nos habla sobre las obligaciones del estado en materia de protección, ayuda, asistencia o reparación integral a las personas físicas o grupos que han visto violados sus derechos humanos, en ella habla de las víctimas directas, indirectas y potenciales dependiendo su afectación, por desgracia nos sobran casos para ejemplificar los tipos de víctimas marcados por la ley.
En julio del año pasado una mujer llamada Hortensia fue asesinada por su esposo mientras daba pecho a su bebé de nueve meses, dejando cuatro hijos en la orfandad, la víctima directa en este caso sería Hortensia, quien vio acabada su vida en manos de su entonces pareja, las víctimas indirectas serían sus hijos o demás personas con una relación inmediata o dependientes de ella, en el caso de las víctimas potenciales podríamos mencionar a quienes asisten a la víctima y por ello su integridad o derechos peligren, como sucedió hace poco con Abiram Hernández, activista que asesoraba a familiares de desaparecidos, asesinado en días pasados en Xalapa, pero ¿qué tiene todo esto que ver con Vega Gil y su suicidio?
Si bien la denuncia anónima es una opción viable cuando ya hemos agotado todas las demás, realmente es solo eso, la última opción entre muchas, el despido de los hombres acosadores de su trabajo, el señalamiento público o la marginación social no logran la reparación del daño ni tampoco que las víctimas (sobre todo las indirectas y potenciales) vean reconocidos sus derechos y su situación sea lo más cercana posible a como se encontraba antes de que se perpetrara el delito que les puso en la condición, precisamente, de víctimas.
La vía institucional, que implica presentar una denuncia ante la autoridad correspondiente es extremadamente complicada, es por ello que nuestros esfuerzos tendrían que estar enfocados en que el sistema de justicia mexicano sea más accesible y eficaz, de modo que todas las personas (particularmente las mujeres) podamos ver reconocidos todos los derechos y garantías que marca la ley, ¿quién está viendo ahora por los hijos de todas las mujeres asesinadas en Veracruz? ¿qué tipo de seguimiento se le está dando a las víctimas de violencia sexual?, ¿Cuántos casos de defensores de derechos humanos asesinados se han resuelto?, el movimiento #MeToo ha sido un gran aliado para visibilizar la violencia, ahora que ya está en boca de todos, es momento de dar respuesta a todas estas interrogantes.