Quizás nunca como en este sexenio he escuchado que “no se puede cambiar lo que llevó decenas de años destruir” de un momento a otro, haciendo referencia a que los resultados de las políticas públicas implementadas por el gobierno actual no serán visibles durante los primeros meses de su administración, quiero decirles que coincido completamente con la afirmación de estas personas, sin embargo, probablemente no sea por los mismos motivos.
Se estima que en México hay más de 12 millones de niños y niñas menores de cinco años, a este periodo de desarrollo se le llama “primera infancia” y es de vital importancia para nuestra vida futura debido a que durante esta etapa los estímulos externos que recibimos influyen más que en cualquier otro momento, llevar una alimentación rica en nutrientes, ser contenidos emocionalmente por nuestra familia y tener las condiciones socio económicas básicas que marca la línea de bienestar impactarán de manera prácticamente irreversible durante la adultez, aún en conocimiento de esta información nos encontramos con estadísticas que, analizándolas a fondo, explican muy bien el por que de la desigualdad en nuestro país y del aumento de los índices de violencia.
Tenemos tres escalofriantes y casi increíbles primeros lugares a nivel mundial, somos el país que presenta más abuso sexual infantil, más pornografía infantil consume y también encabezamos la lista de turismo sexual infantil, lo cual quiere decir que somos conocidos por la trata de niños y niñas sin que exista alguna consecuencia, tanto así que nos visitan desde otros países con el único objetivo de poder violar menores de edad, aunque cabe señalar que la mayoría de los abusadores sexuales son personas bastante allegadas a los infantes, de modo que los abuelos, padrastros, tíos, primos, padres biológicos y amigos cercanos a la familia son los más propensos a cometer este tipo de delitos, así es, este es el México en el que vivimos del que casi nadie quiere hablar.
Más de la mitad de la población infantil con la que contamos vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema, se estima que solo uno de cada 100 casos de violencia sexual en la infancia se denuncia, la mayoría de víctimas son niñas pero está más estigmatizado cuando quien lo sufre es un niño, así que el contar con apoyo legal o emocional para afrontar las secuelas que causa son aún menos accesibles, incrementando la posibilidad de desarrollar trastornos mentales severos o repetir la historia de abuso.
Para combatir la desigualdad es indispensable invertir en la primera infancia, no es posible que la desnutrición crónica siga siendo una constante en nuestro país, si de verdad queremos hacer algo al respecto tendríamos que destinar un presupuesto mayor para garantizar el acceso a la educación, a la alimentación, a la prevención de la violencia en la niñez y a la sanción de quienes cometan delitos contra las personas menores, no importando si son de su familia o no, el problema es que los menores no votan, no pueden manifestarse y los resultados de estas acciones no serán visibles hasta después de dos o tres sexenios, quizás por ello el desinterés.
Este 30 de abril no quiero solo felicitar a los niños y las niñas en su día, quiero hacer un llamado a las autoridades y a la población en general, si queremos cambiar algo tenemos que empezar por la infancia, no se trata de regalar dulces o juguetes, lo que queremos es garantizarles una vida libre de violencia.