El 28 de septiembre se llevan acciones en todo el mundo con la finalidad de despenalizar el aborto y visibilizar la situación que viven las mujeres derivada de la violencia sexual y el no reconocimiento o garantía de que se cumplan sus derechos reproductivos, este año no fue la excepción; de acuerdo a mi experiencia el impacto que causan las demandas de las colectivas feministas en los demás grupos no tan involucrados en sus reflexiones dura algunos días mientras los reflectores de la prensa les mantienen en el ojo público, esta atención se va desvaneciendo con el correr del tiempo hasta que queda únicamente en quienes realmente tienen un interés en torno a esta problemática.
Cada que por algún motivo se aborda el tema del aborto legal, seguro y gratuito surgen argumentos basados en falsas afirmaciones, el detalle es que usualmente son los mismos, muchos de ellos cimentados en discursos de odio contra las mujeres y otros más en la desinformación, al final termina en un diálogo de sordos donde en ambas partes (quienes están a favor o en contra) manejan mentiras o verdades a medias que complican aún más que se entienda la importancia de la interrupción legal del embarazo como herramienta para reafirmar la autonomía de las niñas, adolescentes y mujeres sobre su propio cuerpo.
Muchos de los argumentos antiaborto pareciera que se basan en el precepto de la vida humana como principal motivación para impulsar políticas prohibicionistas, sin embargo esto cambia cuando diferencían las causales bajo las cuales se puede acceder al aborto, por ejemplo, “si es víctima de violación si pero si fue su decisión mantener relaciones sexuales entonces no”, por desgracia en estos casos muchas veces no se alcanza a entender que una niña de 12 años legalmente no puede dar su consentimiento para mantener relaciones sexuales, por lo que todos los embarazos de menores de edad son producto de violencia sexual; por otro lado las personas a favor de la despenalización del aborto manejan la idea de que es una medida para evitar que existan más niños y niñas en situación de calle lo cual es falso, el aborto no es una herramienta para acabar con la pobreza ni con el abandono infantil, tomarlo de ese modo es clasista en cierta medida y quita responsabilidad a las instituciones, Estado y a la sociedad de brindar lo básico para una vida digna.
Por desgracia no puedo abordar todos los planteamientos y disyuntivas erróneas (como cuando dicen que mejor pidan medicinas para el cáncer en lugar de aborto, como si fuera una cuestión de decidir entre servicios médicos a los que tenemos derecho), pero si me gustaría dejar en claro que las discusiones alrededor del aborto tendrían que estar planteadas desde el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, independientemente del concepto que tengamos de cuando comienza la vida humana, la pregunta que tendríamos que hacernos es “¿en qué momento las mujeres se convierten en una incubadora, sin derecho a decidir si quieren pasar por un embarazo o no?”, al reducir nuestra condición de seres humanos a objetos automáticamente nos quitan hasta nuestra identidad, en definitiva hablar de aborto es difícil, pero no hablarlo nos ha costado más. Legalizar el aborto no es volverlo obligatorio, no es tampoco sustituto de un método anticonceptivo ni deja de lado la importancia de la educación sexual. Necesitamos un debate informado y a conciencia, no solo discusiones superficiales en redes sociales, la autonomía de la mujer es básica para desarrollarse plenamente, empezando por la autonomía corporal.