México es uno de los peores países en el mundo para ser mujer, a pesar de los grandes esfuerzos para crear leyes para combatir esta problemática la situación va más allá de cambiar un párrafo en el código penal nacional, el machismo y la misoginia son males profundamente arraigados en la mentalidad popular, de modo que, aunque formalmente se castigue cualquier tipo de violencia contra las mujeres en la realidad encontramos cientos de obstáculos para acceder a la justicia, desde las fiscalías donde no te toman la denuncia hasta los jueces que carecen de perspectiva de género o son abiertamente omisos y agresivos contra las propias víctimas.
La asimetría del ejercicio del poder está ligada a los altos índices de violencia, es por ello que entre más vulnerable se percibe a un individuo será más probable que sufra la comisión de un delito contra su persona, otro ejemplo de ello son los niños y las niñas que al no poderse valer por sí mismos y depender de los adultos que les rodean viven infinidad de atropellos, otra de las infames “medallas” que tenemos como país es que somos el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual infantil y en producción de pornografía infantil, esto es resultado del sistema donde se privilegia a los hombres adultos y se deja de lado las necesidades de todas los demás integrantes de la sociedad, la estructura patriarcal concentra el poder en los hombres.
Dentro de los obstáculos que encontramos para desbaratar la estructura patriarcal se encuentra la complicidad que generan quienes se ven favorecidos por ella y la pasividad de quienes les pasa desapercibida, de modo que hay quien violenta, quien lo festeja, quien lo ignora y por último quien lo sufre, cuando cuestionamos a una víctima de violación sobre sus motivos para denunciar después de mucho tiempo no vemos el panorama completo, alguna vez escuché que el problema es que a las mujeres “no nos gusta denunciar” (como si denunciar fuera algo que se hace para pasar el tiempo cuando no encontramos otra actividad más entretenida), sin cuestionar los impedimentos que hay para que se castigue a los agresores, por cierto, cuestionar a las víctimas en lugar de a estos últimos sirve para disuadir de un reclamo y decidir buscar cualquier otra alternativa que ayude a sobrellevar una injusticia.
Pedir romper el pacto patriarcal involucra identificar los privilegios que vivimos cuando aceptamos de manera pasiva que el orden natural de las cosas implica la superioridad de los hombres y los dobles estándares al juzgar una misma acción dependiendo el género de quien la lleva a cabo, esto es lo que muchas personas no entienden y/o no quieren entender, durante mucho tiempo hemos vivido de la explotación de las mujeres, llamamos amor a la sumisión e instinto maternal a la sobre explotación, el control del placer sexual y la responsabilidad exclusiva de la anticoncepción son solo algunas de las cadenas que de a poco hemos ido rompiendo, eliminar la brecha de género nos trae beneficios a todas las personas, una sociedad que cimentada en el odio nunca podrá vivir en paz.