FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
“Ya solo restan once meses y cuatro días para que se vaya a ... su rancho”
Antes de iniciar el comentario de la semana, es importante reflexionar acerca de la fragilidad humana frente a las mucho más poderosas fuerzas de la naturaleza y sus caprichos y un buen ejemplo de ello lo ha sido el repentino, más no imprevisible (de eso ya hablaremos más adelante), huracán Otis.
Este fenómeno de la naturaleza literalmente arrasó a una de las ciudades que más le han dado fama a nuestro México y por ello desde estas líneas expreso mi solidaridad para con los habitantes de Acapulco y lugares circunvecinos e invito a quienes leen esta columna a colaborar de la manera que puedan con quienes han sido severamente damnificados.
Eso sí, la recomendación es que el apoyo se brinde a través de los conductos que la sociedad civil organizada ha establecido para tales efectos y de ninguna manera apoyar por medio de los conductos del gobierno y/o su partido, no vaya a ser que la ayuda termine en el mercado informal o en bancos de alimentos de algún político para luego ser utilizados electoralmente y no para lo que es su destino; ya ha sucedido.
Ahora bien, las desgracias suceden y todos somos susceptibles de sufrirlas tan es así que forman parte de la vida tanto individual como grupal; sin embargo, también es cierto que los humanos a lo largo de los siglos hemos registrado avances científicos y tecnológicos que nos han permitido por una parte prever y minimizar en lo posible muchas catástrofes y por la otra facilitar la recuperación después de la desgracia.
Y en estos últimos puntos es en donde debemos hacer algunas reflexiones acerca de la ineptitud del gobierno mexicano en turno para afrontar las desgracias que inminentemente se llegan a producir en algún momento y en el caso de Otis hay varias cosas que señalar.
Fíjense que tengo la manía de hacer seguimientos cotidianos al estado del tiempo y generalmente utilizo dos fuentes: el boletín del Servicio Meteorológico Nacional y el norteamericano Canal del Tiempo, a ambos los consulto una vez al día, y en este caso me llamó la atención que el SMN nunca previó la magnitud del fenómeno, a lo más que llegó fue a decir que se trataba de un fenómeno medio fuerte, mientras que el Canal del Tiempo sí hablaba de un huracán categoría cinco con varias horas de antelación a que ingresara a tierra por Acapulco.
Luego entonces, sí había la capacidad humana de prever la magnitud de lo que Acapulco iba a enfrentar y no se hizo, ya que bastan unas cuantas horas para organizar lo mejor posible a la población y a quienes van a ejecutar tareas de rescate, lo cual no se hizo y los testimonios de muchos acapulqueños así lo han corroborado a lo largo del día siguiente a la tragedia.
Ahora la pregunta obligada es ¿Cuál fue la razón?, pregunta a la que el gobierno y su candidata responden diciendo que fue tan súbita la transformación del huracán en categoría cinco, que resultó imposible tomar precauciones.
Sin embargo, la respuesta verdadera a esa pregunta es que no se tomaron las precauciones de rigor debido a la ineptitud y a la corrupción que son los sellos distintivos, junto con la soberbia que también tuvo su parte, de este gobierno.
Y es que el S.M.N. hasta antes de que llegara esta administración, no había sido malo en los pronósticos, por el contrario, era muy eficaz y estaba a la par de las agencias norteamericanas tanto en el grado de certeza en sus comunicados, como en desplegar oportunamente las alertas de acuerdo a los riesgos que percibía en las diversas regiones del país.
El problema vino cuando le recortaron fondos, y seguramente mucho personal calificado, para destinarlos a clientelismo electoral y caprichos presidenciales; bueno, tan grave fue la situación que su página de internet aparte de ser achicada, durante meses no se podía cargar debido a que fue intervenida y no contaban con los recursos para recuperarla; a ese grado llegó la ordeña de dinero en esta institución, y si mal no recuerdo, en alguna ocasión se comentó en este espacio tal situación.
Bueno, eso es en cuanto a la prevención y por el lado de la recuperación, a parte del caos y del show presidencial (no fue más que eso), está por verse como se va a llevar a cabo, porque no hay que olvidar que el Fonden fue robado y que ya no existen las declaratorias de estado de emergencia, ¿Alguien ha sabido de alguna en lo que va de esta administración?; y por lo mismo, no se sabe de dónde va a sacar recursos el gobierno federal para reconstruir las zonas afectadas y para colmo, en año electoral en el cual su prioridad es sacar adelante a la candidata que nada más, no prende.
Y aunque el subsecretario de hacienda haya dicho que el Fonden si existe y tiene dinero, la verdad no se le cree y mucho menos cuando se pasaron meses diciendo que el Fonden era corrupción y por eso lo habían desaparecido; así que digan lo que digan, a este gobierno que posé un gran record en decir mentiras se le aplica aquel lema que surgió en alguna campaña electoral del pasado: “¿Usted le cree al gobierno mentiroso? Yo tampoco”.
Por último, es necesario señalar que Sheinbaum dijo que una tragedia como lo fue Otis resultó imposible de prever y cómo no lo va a decir si se trata de una “científica” experta en tragedias magnificadas por la ineptitud y la corrupción; su hoja de servicios administrativos lo avala, ya que su electorado le encargó una alcaldía y concedió permisos de construcción en donde no debía con la consecuente tragedia (Colegio Rébsamen), luego le encomiendan el gobierno de toda la Ciudad de México y deja sin fondos al principal sistema de transporte público de dicha urbe y se le cae la línea 12 mas todos los pequeños accidentes que ha dicho medio de transporte ha sufrido, ya no quiero ni imaginarme qué podría suceder si se le encarga todo el país.
En el 2024 el gobierno va a gastar miles de millones de pesos para pedirnos que premiemos a la ineptitud y a la corrupción en las urnas, ¿Piensan seguir haciéndolo? Yo no.
felfebas@gmail.com
Twitter: @FelipeFBasilio