Esta semana participé en una conferencia virtual en la que dueños de pequeños comercios me pedían sugerencias para reaccionar ante el nuevo mercado que estamos formando todos.
Aún ignoramos el tamaño del golpe de esta pandemia, por eso nadie puede dar una respuesta absoluta a eso, pero hay formas de asomarse a lo que ya cambió.
Lo primero es entenderlo: ya hay un nuevo mercado. No regresará el que hubo antes. Mientras más tardemos en entenderlo, más en riesgo estará el negocio.
Más que salvar lo que queda, la supervivencia está en enfocarse en lo que el cliente necesita y cambiar en consecuencia. Por cierto, mucho de eso lo necesita en línea.
El impacto del Covid-19 es tal que hasta Google y Facebook están perdiendo ventas, particularmente de anuncios publicitarios ante el recorte de esas inversiones por casi todas las empresas y gobiernos. Eso despertó, al parecer, su instinto de cacería.
Por eso, es indispensable revisar los negocios a los que estas dos compañías de California ponen atención en estos días en afán de seguir creciendo, en todos los países, México incluido. Su estrategia se aproxima al territorio OXXO, de FEMSA:
Si conocen al dueño de una tiendita de la esquina, platíquenle de Jio Mart, que ya hizo tratos con la compañía de redes sociales de Mark Zuckerberg.
Su éxito radica en organizar a millones de propietarios de tiendas en India para que conformen una red de venta de abarrotes y otros productos en línea, de modo tal que los clientes puedan pasar a recoger los pedidos al establecimiento más cercano, o bien, pedir envío a domicilio… sin tiempo de espera. Todo el tiempo atendidos vía WhatsApp.
Lo que aprenda de esa experiencia, el equipo de Zuckerberg podrá aplicarlo en su proyecto Facebook Shops, que lanzó internacionalmente esta semana para facilitar las transacciones de pequeños negocios con clientes que quieren vender en línea, sin meterse en el problema de estructurar y administrar un sitio web.
Google, rey de esas páginas virtuales, empuja en un carril paralelo y distinto, por supuesto. Su líder, Sundar Pichai, acelera con la canadiense Shopify, una plataforma para armar websites de venta al público rápidamente y respaldado por la gigante subsidiaria de Alphabet. Aunque tiene un costo, ante la contingencia por el ataque del nuevo coronavirus, ofrece 90 días de prueba gratis.
Si hasta aquí perciben que lo digital no es lo suyo, es indispensable que recuerden el tiempo que acumulan sin tocar un timbre o el botón de un elevador para ir a buscar a alguien. Si su reunión más reciente ocurrió en Zoom, WhatsApp o cualquier otra plataforma similar, comprenderán que la atención a los clientes a través de internet ya es difícilmente opcional.
Google avanza también en Canadá con Loblaw, una minorista de alimentos y medicinas que crece apoyada por los servicios en la nube de la empresa guiada por Pichai.
“Cuando el mundo cambia rápido, la gente tiene nuevas necesidades y eso significa que hay más nuevas cosas que construir”, dijo Zuckerberg, líder de Facebook, a finales de abril.
“Como muchas compañías grandes frenarán sus inversiones, hay un montón de cosas que no serían construidas si nosotros no ayudamos”, agregó.
La responsabilidad del impacto económico que sufrirán los mexicanos ante este cambio de sistema que trajo la pandemia no es sólo del gobierno. Los empresarios nacionales rara vez invierten en investigación y desarrollo, que es lo que genera las grandes ganancias que permiten resistir golpes severos.
“Se requiere que las empresas mexicanas se vinculen con las mejores casas de estudio (mexicanas). El otro ingrediente que nos falta en México es aprender a fallar sin pena”, me dijo la semana pasada el mexicano Andrey Zarur.
“En México un emprendedor que falla es castigado, mandado a la isla de los leprosos. Es una tontería. Se aprende de los éxitos, pero más de los fracasos”, añadió este empresario científico que trabaja en la estrategia de manufactura de la vacuna contra el Covid-19. Su empresa Greenlight Biosciences tiene oficinas en Boston.