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Juan Javier Gómez Cazarín

Pluma Invitada

Doña Cora, una mujer reconocida en Las Choapas por “Novedades Cora”

12/12/2020 01:27 p.m.

“La igualdad de género es un principio constitucional que estipula que hombres y mujeres son iguales ante la ley”, lo que significa que todas las personas, sin distingo alguno tenemos los mismos derechos y deberes frente al Estado y la sociedad en su conjunto.

Hasta hace muy pocos años,  ya es muy común que la mujer sea considerada como un ente con las mismas posibilidades intelectuales , sociales y laborales que el hombre, y es por ello que las vemos ocupando puestos políticos de alto nivel, puestos administrativos de relevancia en la iniciativa privada y son parte fundamental en la economía de una ciudad, estado o país, así como de sus propios hogares, pero, hace 50 o 60 años , eran muy contadas las mujeres que se atrevían o tenían la oportunidad de estudiar o trabajar.

La idea que se tenía en esa época de la mujer era que estaba “sólo para casarse, tener hijos y atender al marido”.

En esta semana destacamos la labor relevante de una mujer que no tuvo la oportunidad de una preparación académica y que lo hizo de manera autodidacta, y que tuvo que llegar a dominar las matemáticas, administración y cálculo para los negocios que emprendió. Ella proviene de una familia con raíces humildes, supo encausar esa gran inteligencia y visión para invertir, administrar y multiplicar, lo que con mucho trabajo logró construir.  Ella es la señora Cora López Martínez.

Nacida un día sábado 26 de mayo de 1934 en Huimanguillo, Tabasco, cuyos padres lo fueron el señor Germán Martínez Dagdú y la señora Consuelo Saúd Góngora.

Cuando nace la niña Cora, sus tías, le pasaron una serpiente por sus manitas con la firme creencia de que llegara a ser muy trabajadora. Coincidencia o no, los hechos  demostraron que sí.

Se la llevan de Huimanguillo a Las Choapas a la edad de 6 años y llega a vivir al popular Barrio de Tepito con su “Mamá Tona” y desde muy pequeña le ayudó en la venta de pollo y raspados. Un día “alguien quiso humillarla “y ese detalle fue la punta de lanza para que la niña Cora tuviera en su mente esa hambre de superación, de levantarse y formar lo que formó. Se levantó de cero.

Fue en el Barrio de Tepito donde conoce al joven Rosario Fernández, hermano del famoso beisbolista choapense “Clipper Becerril”, se hacen novios y a la edad de 15 años se casan. Tienen a sus dos hijos: Esther y Salvador. A la vuelta de unos años, se divorcia de él y contrae nupcias con el joven Cándido del Valle Jacobo, con quien forma una bella familia y tienen a sus hijos Carlos,  Jorge Eduardo, Cora Isabel, Cristian, Cándido Abraham y Erika.

Desde muy joven, la señora Cora inició con la venta de ropa y accesorios entre sus vecinos y amistades en su casa ubicada en la calle Javier Mina, de la colonia Centro de nuestra ciudad. Debido al éxito de sus ventas, en 1967,  se vio en la necesidad de rentar un local en la calle Revolución, frente a donde está hoy Banamex. Tenía de vecinos a la peluquería de Don Lencho y “poco pelo”,  muy cerca de donde se ubicaba la mueblería Amado Guzmán García, ya se vio en la necesidad de ponerle nombre a su negocio y le puso por nombre “Novedades Cri-Cri”.

Como es de todo choapense conocido, la época de los 70 y 80 fue la más próspera económicamente para nuestro municipio. Debido al descubrimiento de muchos mantos petrolíferos, la abundancia de trabajo en la zona hizo que la derrama de dinero abriera nuevas tiendas.

Había dos cines, llegamos a tener una agencia de carros frente a la Secundaria Federal “Gral. Lázaro Cárdenas del Río”,  las corridas del ADO eran a más puntos del país y con más frecuencia, había una pista de aterrizaje en la colonia Aviación,  se podían ver muchos autos de lujo, la colonia petrolera y la Hollywood estaban impecables de mantenimiento constante, pues ahí vivían los ingenieros que llevaban las riendas de este centro petrolero,  sin mayor problema conseguías tu ficha en Pemex haciendo labor social en la granja de pollos perteneciente a la H. Sección 26,  a cargo de Pedro Rueda (Pedrón), o si Nicasio Reyes Cruz, quien era secretario de trabajo, te la daba, por caerle bien.

Y  es así como después de estar varios años “Novedades Cri- Cri”, en el domicilio mencionado, se ve en la necesidad de cambiar a un local más amplio y con mejor ubicación. Se cambian al local que la señora Cora había comprado con los ahorros de toda su vida, ubicado frente al parque “Licenciado Benito Juárez García”, en contra esquina de donde se ubicó Correos de México. En  calle Revolución esquina 18 de Marzo,  a un costado de “La Dama elegante”, cuya propietaria lo era doña Irma, esposa de Don Chepe, quien será recordado por tener “aires de pirata” por traer todo el día a su inseparable loro sobre el hombro y la camisa manchada con las “gracias” de su ave.

Cuando se cambian al nuevo local, estrenan también el nombre de la nueva tienda y que todos lo conocimos como “Novedades Cora”, que en su época vendían lo más actual en moda. Si algo buscabas en Novedades Cora y no lo había, tenías que ir a “Coatza” a buscarlo.

Los productos que vendían eran relojes de las marcas Bulova, Eternamatic. Steelco, Haste, Omega. Ropa de la marca Vanity, Cohen, Farcas, Aristócrata, Nina Norell,  Yale, Topeka. Se vendían alhajas de oro.  Se hacían también ajustes de quinceañeras y de boda.

Llegaban familias completas a surtirse de ropa. Recuerda a alguno de sus mejores clientes como la familia Prados Domínguez, Elvirita de Olivares, Familia Lara, entre otros.

Doña Cora se surtía de la Ciudad de México, ella procuraba ir para escoger lo más novedoso para su tienda.

Aunque tenía a escasos pasos a su principal competencia, “La dama elegante”, siempre hubo respeto y profesionalismo entre ella y la señora Irma. Llevaban excelente amistad y doña Cora les inculcó siempre a sus hijos que “El sol sale para todos”.

A pesar de que doña Cora siempre tuvo una empleada en la tienda, era ella y sus hijos quienes preferían atender a los clientes para darles el trato digno y profesional que merecían. El mes de diciembre por motivo del aguinaldo, era el de mayores ventas del año.

A pesar de la carga de trabajo para atender su tienda, a su esposo y a su familia,  doña Cora se organizaba para en diferentes actividades adicionales como  haber sido vicepresidenta del DIF en la administración municipal de Jesús Prados Peralta. Haber sido presidenta de la Canaco y desde ahí, junto con la señora Thusnelda Sánchez y el señor Laco,  impulsar fervientemente el comercio local.

Junto con su esposo, señor Cándido del Valle, la maestra Lourdes Carro Chumacero, Lourdes Casanova, Mirna Correa, Narcisa Barbosa, entre otras, participaron como fundadores de la Mesa Redonda Panamericana.

El matrimonio de doña Cora y Don Cándido siempre se compenetró en apoyarse mutuamente. Ella tenía que dividirse entre el negocio, hogar, hijos, esposo.  Diario se dormía a las dos de la mañana, después de lavar, planchar y guisar para el día siguiente.

Don Cándido, laborando en Pemex y estar al cuidado de sus hijos mientras ella viajaba por mercancía a la Ciudad de México. Muchos en Las Choapas, pensarán que las cosas a este matrimonio se le dieron fáciles pero atrás de eso hay un cúmulo de esfuerzo, trabajo diario de más de 14 horas y privarse de  muchas cosas , para poder darle lo mejor a sus hijos quienes tenían que estudiar y al día de hoy son gente de provecho, gente de bien.

Quien no recuerda a Don Cándido del Valle en sus oficinas de la calle Revolución, frente a la tienda de ropa de doña Chepita Loredo. Después de jubilarse en Pemex, incursionó en la venta de seguros de vida y el que él vendía eran Seguros América. Además, vendía alhajas de diseño. Don Cándido fallece a la edad de 60 años en el año de 1989.

Unos meses después del fallecimiento de su esposo, la señora Cora incursionó en la venta de seguros de vida, continuando con el legado del señor Cándido del Valle Jacobo  y donde ganó muchas veces los primeros lugares en ventas y así,  asistir a las múltiples convenciones en todo el país. Ella, trae las ventas en la sangre.

Fue en el  año del 2012, por decisión muy personal que la señora Cora decide bajar definitivamente las cortinas de ese negocio tan próspero, “Novedades Cora”.  Fue una decisión muy difícil para ella.

Pero el gran dolor de la señora Cora y que será imposible superar, fue el fallecimiento de su hijo Salvador a la edad de 18 años en 1969.  Muchos años después, fallecería su nieto, con el mismo nombre, hijo de su hija Esther.

Cuando sus hijos pensaron que su madre ya se estaría en paz, llevando una actividad más relajada por esa vida de tanto trabajo, ella no pudo estarse quieta y volvió a empezar a venderle a sus amistades joyería y bisutería fina. Actualmente,  ayuda a su hija Cris en su negocio de regalos y arreglos con globos.

A sus 86 años de edad, doña Cora nunca ha dejado de trabajar a pesar de que sus hijos le piden que se dedique sólo a descansar y viajar. Ella insiste en que quiere morir así, trabajando. Ese es su destino en la vida, eso es lo que le da fuerzas para seguir, es algo que la mantiene viva, activa, sana.

Ha sido una mujer muy activa. Fue reina de belleza de personas de la tercera edad. Fue campeona en caminata en la categoría de la tercera edad en Xalapa, Veracruz, a la edad de 74 años y participando en diferentes justas en las ciudades de Cosamaloapan, Acayucan y Coatzacoalcos.

Sus hijos de crianza lo fueron Lilia Sánchez Zapata, María de Jesús Hernández Cornelio y Héctor Olivera Alvarado más conocido como “Ñanga”,  quienes congeniaron muy bien con toda la familia y los hicieron sentirse parte de la misma. 

Lilia se fue cuando entró a estudiar la prepa, hoy es maestra de profesión. Mary, se fue cuando se iba a casar.

La historia de “Yanga”,  apodo que le puso el Sambo Ortíz y que de manera simultánea quienes lo conocemos, se lo cambiamos por Ñanga, y que es como todo mundo lo llama.  Cuando tenía entre 9 y 10 años de edad, similar a la de Cándido Abraham, empezaron a jugar y seguido llegaba a casa de la familia  del Valle López.

Así pasaron los días, semanas y Ñanga se fue ganando el cariño y confianza de toda la familia porque era muy respetuoso, honrado y acomedido. Le hacía los mandados a la señora Cora, a medida que iba creciendo, se encariñaron por ambas partes y ya lo vieron como un hijo. En Las Choapas, todo mundo relaciona a Ñanga como un hijo más de la familia del Valle López. Llegó a ser el brazo derecho de los señores en las actividades comerciales de ambos, era el asistente ideal. (Hacía los mandados, los cuidaba, los  apoyaba en todo lo que se le solicitaba).

La señora Cora y el señor Cándido lo vieron como un hijo más y así fue como se llevaron él con los niños Del Valle Jacobo, como verdaderos hermanos.

“Mi vida sería triste y solitaria si no llego a conocer  a  esta linda familia que me  ha dado todo.  Gracias a esta familia que me brindó el cariño y me enseño la unión familiar, me enseñaron principios y valores para ser un hombre de bien. Y a mi mamá (señora Cora) le agradezco todas sus enseñanzas, su tiempo, su cariño, para mi persona. La amo infinitamente y a todos ustedes familia del Valle López”  nos dice emocionado Héctor, el tan popular Ñanga.

Actualmente Ñanga, trabaja como vigilante en Pemex,  él, al igual que la maestra Lilia y Mary, mantienen una estrecha relación con todos los miembros de la familia del Valle López.

Muchas personas llegaron a Las Choapas de diversos lugares de la región, iniciaron desde cero. Llegaron a trabajar, llegaron a hacer cosas positivas por Las Choapas,  se socializaron y fomentaron grandes amistades y para la señora Cora, cuando alguien de sus contemporáneos fallece, le duele porque siente que un pedacito de esas Choapas de antaño,  muere también. Esas Choapas tan bonita, unida y sana que ella conoció.

Cuántas Coras hubiéramos deseado  que llegaran a nuestra ciudad para que contribuyeran como ella, al engrandecimiento económico y social de Las Choapas. Mi respeto y admiración por esa tenacidad señora Cora, de levantarse y formar los negocios que tuvieron, la familia que formaron y que a su edad siga siendo ejemplo del “Sí se puede”  para muchos.

Agradezco infinitamente a Erika y Cris del Valle López su valiosa colaboración para la realización de la presente.​


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