La semana pasada comentábamos en este espacio que ya era necesario darse cuenta que la corrupción en el gobierno de la autollamada cuarta transformación era la mayor que se había visto en este país y para formar una mejor opinión, utilizamos algunos ejemplos.
Ahora les comento que los últimos días han sido demasiado reveladores en el tema y es que como siempre se ha dicho en esta columna, el presidente López Obrador tiene un enemigo que siempre lo derrota y ese enemigo, para colmo de él es de género femenino, es la realidad.
Y esa realidad que siempre lo humilla, ahora le recetó un golpe demoledor al ser exhibido el modo ostentoso en el que vive su hijo, ya que sin trabajar vive en una casa con tantos lujos, que solo es superada por el Palacio Real en el que vive el propio presidente, aunque cabe precisar que las amenidades de la lujosa residencia de Tejas al ser moderna pueden ser mejores que la del vetusto Palacio Nacional pero lo que sí es cierto es que ambos inmuebles superan con creces en lujo a la residencia abandonada, hoy museo, de Los Pinos.
Bueno, si ya ese misil era potente debido a que demuestra que la familia López Obrador es aún más amante del lujo y la riqueza que las que le precedieron, con lo cual cae por los suelos el mito inventado por el presidente de la “austeridad republicana”; la carga explosiva del proyectil fue doble al demostrarse el origen de la lujosa residencia en la que vive el delfín (en lo familiar) del presidente mexicano.
Y es que resulta que esa mansión la consiguieron debido a que la nuera del titular del ejecutivo se dedica a obtener contratos para empresas cuya actividad se desarrolla en el sector energético y la señora se la “alquiló” (quién sabe si en realidad sea prestada) a un ejecutivo de una empresa que ha reducido adjudicaciones directas, el único modo por el que asigna contratos la sedicente 4t, en la famosa refinería ubicada en los pantanos de Tabasco que es conocida como de Dos Bocas.
Refinería que por cierto cada día sale más cara y los casos como el que estamos comentando bien pueden explicar parte de ese aumento en los costos que tiene que pagar el erario mexicano para su construcción, ya que la corrupción y los favores salen muy caros.
Imagínense la cantidad de dinero que se ha de llevar esa empresa estadounidense para que un ejecutivo preste semejante mansión a la familia presidencial, no hay que olvidar siempre buscan obtener las mayores utilidades al menor costo de inversión y esa máxima aplica tanto para negocios honrados como para los que viven de y en la corrupción.
Y todavía el dinero se va con los yanquis, ¿No que ya no nos iban a colonizar las potencias extranjeras?, otra falsedad de López Obrador que queda en evidencia, así que ya no hay que creerle cuando despotrica de los españoles, porque a los extranjeros que le saben llegar a su familia les da muchísimo dinero.
Pues estos golpes de realidad, aparte de ser devastadores en relación a las mentiras que durante veinte años nos ha contado López Obrador, también deben de servir para no creer en las supuestas bondades que el gobierno dice que va a traer el resurgimiento de la Comisión Federal de Electricidad como principal productora de energía eléctrica en el país, ya que más allá de las consideraciones técnicas y de mercado que abundan en relación al tema, las únicas bondades y muy grandes van a ser para el presidente, su familia y sus colaboradores como la “maestra” Rocío Nahle, digo maestra, porque en el colmo de la soberbia recientemente tuvo un mitin de apoyo a la reforma eléctrica y se atrevió a llamarle “conferencia magistral” sin acreditar experticia teórica o práctica alguna en el tema.
Pues así es queridos lectores, en esta última semana la realidad le mató tres pájaros con un solo tiro a su cliente favorito Andrés Manuel López Obrador, ya que demostró que ni él ni su familia son austeros ni impolutos ni tampoco evitan el saqueo extranjero a las arcas nacionales, ya que con tal de vivir con lujos inimaginables para el común de los mexicanos sin que les cueste el más mínimo esfuerzo para conseguirlos, son capaces de pagar fortunas a cargo de la hacienda pública a empresas extranjeras.
El sexenio se acerca a su fin y con ello el veredicto que el juicio de la historia produzca sobre él y a cómo van las cosas no es difícil imaginar la conclusión: López Obrador fue como presidente sinónimo de corrupción y opulencia a pesar de que prometió justo lo contrario.
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