En los últimos días ha dominado el tema del debate público lo relativo a la reforma judicial y a la propuesta de que sean del pueblo, los que elijan no solo a los Ministros de la Corte, y a los Magistrados, sino a las personas que se habrán de encargar de impartir justicia, o sea a los jueces; ello con la ilusión de que ésta manera se acabe la corrupción en el Poder Judicial de la Federación.
Lo que inició con una encuesta que tomó el parecer del pueblo, para saber si consideran que elegir a los jueces sea la mejor medida para que haya sentencias más justas y menos corrupción, basados en el pulso de lo que han oído, o de lo que creen en torno a un asunto tan importante para la sociedad como lo es la impartición de justicia.
Va en foros en donde hemos visto, de todo, convenciéndose aún más los que creemos -en base a la experiencia- que esta no es la forma de elegir a los jueces, y la de los otros que consideran que esto, es lo que nos falta para completar el mundo feliz, feliz, feliz, en el que creen que vivimos.
Nadie puede hacerse justicia por su propia mano, ni ejercer violencia para reclamar su derecho, dice la Constitución. Nuestra máxima carta de derechos que como mexicanos tenemos y gozamos.
El camino establecido para obtener justicia han sido, los juzgados, tribunales, o como sea que les conozcamos; y desde luego los funcionarios que ahí trabajan, en sus distintas áreas.
Es cierto, no siempre se queda satisfecho con los resultados de las resoluciones, por eso hay que acudir al amparo en algunas veces y en otras es la ley la que no nos acomoda, o la que es injusta.
Como en el caso de las personas que defienden su patrimonio de las garras de la usura, o de quienes firmaron documentos, contratos, o simples pagarés, en donde entregaron su voluntad, su dinero y el fruto de su trabajo, hipotecando su vida por los siguientes treinta años, o hasta que se acabe la vida útil laboral.
Y que ante el menor atraso son llevados a los tribunales en donde les hacen “borrón y cuenta nueva” de lo que pagaron, o les imponen el castigo de que al no haber leído lo que firmaron, pues ya ni modo; y no tiene de otra más que pagar millones así sea que lo que pidieron hayan sido cientos.
Entonces los Jueces aplican la ley, explican los contratos y sucede que la carta del perdedor en la mayoría de veces está en la mano del deudor.
¡Caray!, qué impotencia se siente en estos casos, con lágrimas en los ojos, he visto quizá ya a miles, de personas renegar de la justicia, quedar embestidos en el suelo ante el atropello de la injusticia.
Creyendo que el injusto o el corrupto fue el Juez, o el que se prestó al “chanchullo” con el banco, cuando en realidad son las leyes injustas e insuficientes que hay a favor de los acreedores, de los agiotistas de cuello blanco, a quienes, dicho sea de paso, este Gobierno ha hecho más millonarios de lo que ya eran, por permitirles cobrarse a lo chino, y sin medida de nuestro dinero.
No lo digo yo, lo dice el Banco del México, lo dicen los mismos banqueros, ah, pues últimamente en Acapulco en donde se celebró la Convención Bancaria este año, en donde recibieron de pie y con aplausos al Presidente de la República.
¿Sabes por qué Pueblo?, porque llevan desde la pandemia cobrando lo que quieren a nuestras costillas, y rompiendo trimestre con trimestre los récords de ganancias en utilidades, intereses cobrados y comisiones sin despeinarse.
¿A quiénes?, pues nosotros, a quienes tenemos que pagar por trabajar, a quienes ya no nos alcanza para el mandado, y hacemos milagros porque rinda el dinero y por conservar las fuentes de trabajo, para qué quienes trabajan en la iniciativa privada puedan a su vez llevar el sustento a casa. A nosotros, los verdaderos patrocinadores del bienestar, sí, a ti y a mí, a Usted que me sigue y me lee.
Es cierto, hay jueces que no estudian, hay magistrados amigos del gobierno, desde siempre, y ahora también, hay Magistrados que litigan en sus redes sociales el tema de la reforma judicial, y que para no fallar a su costumbre copian y pegan de otros, pensamientos ajenos, como si se tratara de jurisprudencia…
Continuará…
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