No hay duda, para negociar hay que estar en igualdad de condiciones, o por lo menos no asumir la posición del vencido, de lo contrario, ¿quién teniendo el sartén por el mango, querría negociar, ofreciendo algo al perdedor?
El binomio del éxito en los casos que ha representado el Barzón en los últimos veinte años, ha sido la defensa adecuada en tribunales, y la negociación justa del pago. Así, la experiencia y la práctica, nos han llevado a combinar técnicas de litigio estratégico, aparejadas a la negociación oportuna. El resultado, ha sido; pagar lo justo.
No desaprovecho la ocasión para aclarar que el Barzón es un movimiento social de “pagadores” y no de deudores de la banca, como se les mal llamó en el 94’ a influencia de los Bancos, para acusar y estigmatizar a quienes, ahorcados con el súbito aumento de las tasas de interés, -que acarreó una desastrosa política gubernamental- hizo pagar los platos rotos a los de siempre.
La historia no es por mucho diferente a la de hoy, pues en tratándose de nacionalismo y de economía, deben trazarse líneas muy claras, pero sobre todo expertas y honestas sobre lo que nos viene bien, y lo que no, privilegiando el bienestar popular y no el aplauso; para evitar otra tragedia nacional. Tema motivo de otro comentario, para no desviarnos por ahora, de lo que deseo compartir.
En fin, qué sucede en los expedientes en donde se reclama el pago de una deuda, y cómo se puede negociar un pago justo, teniéndolo todo en contra.
En primer lugar, hay que reconocer cuál es nuestro lugar en el asunto, y en qué momento del fatal desenlace nos encontramos. Que a qué me refiero, bien, en el primer supuesto quiero decir, que no por ser el que demanda, (actor en juicio) ya ganó; y menos que por ser el demandado, ya perdió. Eso es lo primero que hay que desterrar de nuestros pensamientos.
El éxito o la derrota están en nuestra mente, y son solo eso; un pensamiento, una idea, un temor. Nunca que se encuentre enfrentando un proceso legal, (un juicio) debe anticiparse, dándose por vencedor o por vencido. Ni aún teniendo la razón, incluso con una Sentencia en contra.
Pues los juicios se comportan de un modo diferente a lo que se cree, desde el imaginario popular, la leyenda urbana, o el ‘consejo de café’ de los amigos, incluso desde la alcoba nocturna, en donde los temores se ciernen sobre nuestro ser, para hacernos creer, sufrir, y hasta vivir lo que aún no ha pasado.
Lo que sí tiene que hacer, es contactar a un buen asesor, abogado, defensor como le quiera llamar al experto a quien va a encomendarle su caso. Pídale desde un principio que sea honesto con Usted, sobre; si tiene la experiencia suficiente para llevar casos de cobranzas. Esto porque abogados los hay muchos, pero no todos nos dedicamos a las mismas áreas de la ciencia jurídica, y hay ramas del derecho en la que es mejor no participar, si se desconocen las “reglas del juego”, pues podría derivar en tragedia patrimonial y personal para quien se representa.
También es importante saber, si el abogado, tiene el tiempo de llevar su asunto, o si lo llevará de manera personal o será encomendado a un gestor del despacho, en este segundo caso, saber si el gestor es titulado, o practicante, y si su trabajo estará supervisado por el dueño del negocio, (abogado patrono) quién sentará las líneas de defensa o la estrategia general del juicio.
Sucede que cuando tenemos un problema enfrente, siempre decimos, ¡busquemos al mejor!, y nos vamos con la fachada de alguien que puede ser muy bueno en lo que hace; a consecuencia de lo que, no está al tanto directo de los asuntos que patrocina, y que teniendo que mantener nómina y oficinas, aceptan asuntos que exceden o rebasan la capacidad de responder a cada uno de sus clientes, de modo personal y directo.
Si ya pasó estos dos filtros, ahora escuche a su abogado, entrevístese con el tantas veces como sea posible, conózcalo, hágale toda clase de preguntas y observe las respuestas, escuche lo que le dice, es más si puede hágase acompañar de alguien mas a las entrevistas. ¿Le da confianza?, se siente Usted tranquilo en esas manos, porque todos tenemos esa intuición que en el fondo siempre nos hace click con la persona correcta, y ¡plop!, con la persona equivocada.
Continuará…
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