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Teresa Carbajal

Debo no niego, pago lo justo

La secretaria

04/07/2025 07:07 a.m.

Evangelina, nombre usado para proteger su verdadera identidad, es jubilada del seguro social, su vida en retiro debiera transcurrir si no en perfecta armonía, por lo menos sin sobresaltos de índole legal. 

Contrario a lo esperado recibo la visita de Evangelina en la oficina del Barzón aquí en Xalapa, quien acude afligida porque su casa está saliendo a remate por una deuda de agiotista.

Uno de sus familiares la asesoró durante el litigio del caso, pero no radica en esta ciudad, entonces fue ella quien durante años se dedicó a ser la corresponsal de su asunto, llevando y trayendo al juzgado, oficios, amparos, y lo que se ofreciera. 

Sin embargo, no era como tal la persona indicada para hacerlo, pues los mandatos e instrucciones que le giraba su familiar, no eran oportunos, y tampoco fueron acertados, de tal suerte que ella se enteró por la carta de edicto, de la seria etapa en que se encontraba su caso. 

Dice que tenía como dos años de no pararse en el juzgado, pues el tiempo se le fue entre la atención de sus necesidades, y el pensamiento de que ése caso, por algún motivo, o milagro, se hubiera cerrado. 

Cuenta que prefirió cerrar los ojos, en un letargo, del que se despertó por el aviso recibido, y con él; el recordatorio de un pendiente no resuelto, dejado al paso del tiempo por falta de una solución. 

A pregunta expresa, sobre el origen de la deuda, cierra los ojos, y esboza una sonrisa culposa en señal de auto reproche, -es que yo no debo- dice, yo solo hice el mandado de recibir el dinero y llevárselo a mi jefe. 

Era en su vida laboral, secretaria de un alto funcionario administrativo, quien además era su amigo, o por lo menos así lo creyó durante muchos años. Este ejecutivo, tuvo la ocurrencia de pedir un préstamo a una amiga en común de ellos, quien se dedicaba al préstamo de dinero con intereses. 

Esa persona, la prestamista, era amiga de ambos, para que quede mas claro. Y entre ellos hicieron el trato de un préstamo, parece que muy al principio no era una cantidad muy alta; sin embargo, se infló por los intereses.

Por ‘supuestas’ prisas el jefe le pidió a la secretaria ir por el dinero, al lugar que le indicó la prestamista. Ello con la promesa de informarle que después él iría a firmar la “letra” que pedía a cambio de la entrega del dinero. Lo cual nunca aconteció, y así comenzó todo.

Pues cada vez que la prestamista insistía en la firma del documento, el jefe se escudaba en la secretaria, -“Dile que me encuentro fuera de la ciudad, que yo la busco regresando”,- y así, cada día se renovaba la excusa de la negativa a la firma del documento. 

Al grado que la agiotista buscó de manera directa a la secretaria, para exigirle que fuera ella, quien “de mientras” le firmara la letra; con la promesa de que cuando el jefe firmara, le devolvería la garantía. 

Parece que fue un mecanismo de presión, para que el verdadero deudor, se sintiera obligado moralmente con su compañera de trabajo, y también para que la comprometida pusiera interés en obtener la firma verdadera, del compromiso de la deuda. 

Evangelina cuenta que no hay error del que se arrepienta mas en esta vida, que, de aquél, pues si bien insistió en que el jefe firmara, este se negó hasta el día en que llegó su jubilación y se retiró. 

Después le tocó a ella el retiro, pero la amiga mutua jamás recibió el pago, ni los intereses, ni las disculpas, así se disolvió la amistad, pues como era de esperarse, llegó la demanda de cobro mercantil a Evangelina con el embargo de su departamento, ese que pagó en treinta años a crédito con el fondo de vivienda, y que ahora saldrá a remate por una deuda, que no es de ella, y del que no vió ni un peso. 

Suena a broma, pero ella se cansó de tocar la puerta del domicilio de su jefe para pedirle por piedad, y humanidad que pague la deuda, y que se haga responsable, del compromiso. 

Solo ellos tres saben, que Evangelina fue solo quien acudió a recibir el dinero para entregarlo a su destino. La presión moral, la amistad o la vergüenza la hicieron tomar la errónea decisión de firmar por una deuda que no era suya. Y el caso, aunque parezca de novela, es más cotidiano de lo que lamentablemente podemos suponer. 


Llame 2281148502 Visite  www.elbarzonrc.org Contacte elbarzonrc@yahoo.com.mx, o sígame en @terecarbajal 



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