El crédito al consumo, es aquel dinero que destinamos a la compra de bienes y servicios cuyo fin no es de inversión, ni de índole comercial. En otras palabras, es aquel que venimos usando para fines personales.
De recreación, educativos, o para el ajuar de la casa, muebles electrodomésticos, pero más que otra cosa, es el que va a la compra de la despensa y de ropa, por citar dos ejemplos.
Y para ser más específicos es el que se obtiene de las instituciones de crédito, mayormente a través del uso de las tarjetas de crédito. Esa línea adicional para disponer de dinero en efectivo, fuera de nuestros ingresos quincenales.
En efecto, las famosas tarjetas de crédito, el método más emblemático de usar dinero prestado para la adquisición de mercancías o servicios, y gracias a las cuales terminamos vivos la quincena, (o el mes) tienen fondos procedentes de instituciones financieras, en calidad de préstamo, que hay que devolver dada su temporalidad.
Ya sea a la fecha de corte, o a meses que generarán intereses ordinarios, y moratorios en caso de no pago o atraso parcial, es dinero que hay que devolver.
Lo preocupante de nuestra situación, es que las cifras de la inflación, y lo que nos dan los economistas para certeza de que no estamos en un momento de recesión y que la economía se va recuperando; no coincide con las estadísticas y las cifras del ama de casa, quien cada mes comprueba que los costos siguen subiendo, y que, debido a ello, el dinero no alcanza para nada, o alcanza para menos.
A la par, la colocación del crédito, hasta cierto punto irresponsable, por parte de los otorgantes de crédito, parece ir en aumento, justo porque coincide con esa urgencia de apalancamiento o de financiamiento que se necesita para cubrir las necesidades del hogar y de la familia.
Lo preocupante, -retomo- es que las tasas de interés que se imponen a los usuarios de este tipo de créditos, son, por decir lo menos, de usura.
Superiores al 77 por ciento anual de interés ordinario, y sin considerar la tasa de mora. Pues son dos apartados diferentes.
Pues mientras la tasa de interés ordinaria anual, es la que determina la cantidad a pagar por periodo, sobre saldos no cubiertos (siempre y cuando se cubra el pago mínimo), la tasa de interés moratoria, va a determinar el monto de tu pago, cuando no se cubre siquiera el mínimo.
Es decir, la primera se aplica, por el uso normal del crédito y es una tasa casi siempre variable, en función de los indicadores utilizados para su actualización.
Y la tasa moratoria es una penalización por no haber pagado al vencimiento del plazo.
A pesar de la claridad con la que podamos entender y manejar estos conceptos, el punto de la moratoria no tiene que ver siempre con saber que vamos a pagar un costo elevado por lo que no alcancemos a cubrir, o con lo que hayamos aceptado en el contrato de adhesión, a veces hasta sin haberlo leído.
Dice el refrán que para bailar se necesitan dos, y es verdad, ¿Cuál es el papel de las instituciones de crédito, acerca de la vialidad de pago, y la evaluación sobre la factibilidad del riesgo de impago?
Porque seguimos observando un comportamiento hasta cierto punto irresponsable con la colocación del crédito, con la ampliación de las líneas de crédito, apostando siempre por la tasa de retorno de ese dinero que pertenece a los ahorradores del sistema financiero.
Lo comenzamos a notar, por las propias quejas de la ciudadanía a quienes cada día se les complica más cumplir de modo completo y oportuno con los compromisos adquiridos.
Pero también con la voracidad con la que operan los despachos de cobranza externos, nos consta; tenía ya algo de tiempo que los despachos no se comportaban con la ferocidad con que ahora lo hacen, reviviendo cuentas, que incluso ya no aparecen en el Buró de Crédito.
Y esto tiene una explicación, la moratoria va en aumento, y es urgente recuperar el dinero de los ahorradores a como dé lugar. Como siempre ofreciendo descuentos a quienes ya están a punto de la prescripción, pero intimidando a quienes muestran el más mínimo miedo para cubrir esas exorbitantes sumas que en algún momento dejaron de pagar, pero habiendo pagado dos o tres veces el capital prestado.
Algo viene, en sector de tarjetas de crédito, hay que estar atentos…
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