Durante años de difundir educación financiera, y la “cultura del seguro”, se nos ha tratado de convencer a los mexicanos para virar nuestro pensamiento y ubicar a los seguros como una inversión necesaria y no como un gasto.
Uno de los grandes retos del sector asegurador fue convencernos que los seguros no son caros venciendo el impedimento “dinero” para contratarlos al ofrecernos seguros que prometían proteger nuestra vida, salud, casa, empresa, auto, equipo de trabajo, en otros; con costos que iban desde cincuenta o doscientos pesos en adelante.
En principio pareció que cualquiera podía tener un buen seguro, pero con el tiempo descubrimos que si contratarlo es fácil, lo difícil es cobrarlo cuando llega el momento de hacerlo exigible.
Entonces, los ajustadores o encargados de determinar “la procedencia de la indemnización” nos recitaran una lista de exclusiones pensadas para evitar casi cualquier supuesto de procedencia.
Eso sí, siempre ‘echándonos la culpa’ de que todo esto siempre estuvo escrito en las condiciones generales del seguro, capítulo de exclusiones y que fue nuestra responsabilidad no leer antes de aceptar. ¿Cuándo? si en ocasiones, esa documentación ¡ni siquiera te la entregan!, pues lo que les urge es que digas que sí, y se comprometen a enviarla por correo, o a que la consultes en su página, en donde casualmente el ícono está fuera de servicio.
Todo lo contrario a cuando nos lo ofrecen, porque entonces parecerá un seguro maravilloso pensado a nuestra justa medida y necesidades, a un precio mínimo…
¿No le parece injusto que siempre terminamos conformándonos y asumiendo la responsabilidad de no conocer el seguro contratado? Pues tiene razón.
Porque el agente de seguros tiene la obligación de evaluar las necesidades exactas de protección que cada persona le solicite o tenga; y de asesorarla adecuadamente en todos los productos que le recomienda contratar, ofreciendo una explicación amplia, comparativa y objetiva de todos los productos disponibles explicándole cual o cuales se ajustan más a sus necesidades en términos de: prima, coberturas y vigencia.
Como asegurados debemos ser protegidos por el sistema jurídico y en todo momento debe reconocerse nuestra buena fe al contratar, asumiendo nuestro desconocimiento sobre la materia.
Como siempre lo he dicho está bien que sigamos todos educándonos financieramente, sin embargo ya es tiempo también de revisar el marco legal y dado que el agente de seguros juega un papel fundamental en la contratación del mismo, su actividad tendrá que ser objeto escrutinio, al grado que podamos hablar de responsabilidad civil para el caso de que no proceda la indemnización con cargo al contrato de seguro.
Que sea responsable entonces el agente del resarcimiento de los daños y perjuicios, incluso del daño moral por las omisiones, errores y faltas éticas al ofrecer productos que no le sirvan al usuario, pues al final a ellos si les reportan comisiones y ganancias.
Sólo así lograremos la concientización necesaria para que la contratación de un seguro sea eficaz, y los seguros sean seguros.
¡Pregunte 2281148502, es mejor tener dudas que deudas!