A casi tres meses de esperar (en casa) la llegada del pico de la enfermedad y recibir con paciencia y acato las instrucciones para aislarnos y suprimir toda actividad “no esencial” por el miedo a salir y ser contagiados, nuestros acreedores siguen sin acatar la “sana distancia” y recrudecen sus acciones de cobranza.
Diariamente somos testigos de la grave crisis económica a la que nos enfrentamos sin poder hacer nada para solucionarlo, cientos de miles de fuentes de empleo se han perdido (y las que faltan), manifestaciones diarias y cierres de calles y vías de comunicación con la consigna “¡Que nos dejen trabajar!” y “¡queremos trabajar!” son encabezadas por comerciantes, emprendedores y desempleados que exigen se les permita trabajar con reglas sanitarias como a las grandes empresas y supermercados para poder subsistir.
Otros más denuncian que no son merecedores del “bienestar” pues ningún apoyo han recibido para tener liquidez y cumplir con el compromiso esencial de sostener a su familia, los apoyos económicos no han sido suficientes ni han llegado a todos los que lo necesitan; la propaganda que se ha hecho en torno a ellos ha sido mayor que los resultados, he ahí las quejas.
El costo de la vida, los servicios públicos -como la energía eléctrica- siguen en continua alza, lo mismo que productos de la canasta básica y primera necesidad que reportan un aumento hasta del treinta por ciento.
Por todos los medios de comunicación escritos, radio, digitales, redes sociales, nos enteramos -ya hasta sin desearlo- del incesante conteo de las víctimas diarias la enfermedad, lo que acrecienta el rencor social de los “encerrados” por quienes por necesidad han decido salir a enfrentar con miedo, y a la vez con valor, la vida para buscar ingresos. A quienes incluso se les exhibe como los causantes del aplazamiento de nuestro regreso libre y sin prejuicios a las calles.
A partir de ya, son parte de nuestro vocabulario y del de nuestros hijos en edad de comprender palabras como, sana distancia, aislamiento, virus, covid, pandemia, miedo; y ni qué decir de la campaña “quédate en casa” la que para muchos ya suena a saludo Alvaradeño.
Paradójicamente el rayito de esperanza sí pudo salir de gira, y sin cubrirse la boca, bueno, nos dicen que anda reactivando la economía, entonces: ¡reactivemos todos la economía! pero sin descuidar nuestra salud.
Precisamente ayer se dio a conocer en Xalapa la instalación -a propuesta y exigencia de la iniciativa privada- del Consejo Municipal para la creación de protocolos de sanidad y seguridad derivado de la contingencia sanitaria; que contribuirá a dar los lineamientos para reactivar la economía local sin poner en riesgo la salud de las personas.
Y es que es tiempo ya de ir poco a poco y sin cometer abusos, imprudencias o desacatos a las medidas sanitarias de cuidado de la salud, sobreponerse al miedo y salir a trabajar por el bien de todos.
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