El día después de la jornada electoral, en la observancia del bosque y no del árbol, habría que acotar, en la frialdad de la numeralia, que Cuitláhuac García Jiménez es, pese a particular forma de hacer política -inexplicable para la ortodoxia política-, el gran ganador del domingo.
Veracruz, con el maestro universitario al mando del timón, entregó la bandeja llena al altiplano.
En análisis frío, los operadores de Cuitláhuac García Jiménez, léase la dupla Juan Javier Gómez Cazarín/Esteban Ramírez Zepeta, casi llenan el carro magenta con 26 diputaciones locales de un universo de 30 distritos electorales en juego.
Morena como tractora, seguido por un sorprendente, camaleónico y adaptable PVEM y PT como cola de león serán una alfombra tersa para el segundo tramo de gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
En las presidencias municipales, la fiesta morenista también es estruendosa, agobiante para los opositores bajo la premisa que, junto con los aliados, Morena gobernará 103 municipios veracruzanos.
Las cuentas también son alegres en la aportación de legisladores para la conformación de la LXV Legislatura federal, pues la alianza Juntos Haremos Historia meterá 17 diputados de 20 distritos que se jugaron en territorio jarocho.
Una faena completa con paseíllo incluido, claro, en la mesura de la diplomacia, Cuitláhuac García reconoció la cultura política de los electores y en un marco democrático dijo que casi todos los partidos obtuvieron triunfos.
Serán días felices para el inquilino de Palacio de Gobierno y su equipo de colaboradores por la victoria redondeada que alcanzaron en las urnas.
En cierto sector de la opinocracia veracruzana se le endilga la etiqueta a Cuitláhuac García Jiménez como el operador estrella en esta elección intermedia.
Y sin desmenuzamos los resultados, sin filias ni fobias, el trabajo de los operadores del gobernador veracruzano fue una intervención quirúrgica el día de la elección, más allá de la violencia preelectoral que situó a Veracruz en el top de las agresiones contra abanderados y candidatas a uno de los mil 104 puestos de elección popular que arbitró el OPLE y las 20 diputaciones federales que organizó el Instituto Nacional Electoral, ambos institutos también vestidos de luces después de la jornada.
Veracruz fue noticia siempre, hasta en el hecho que un candidato asesinado en la víspera, Remigio ‘René’ Tovar, abanderado del Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cazones de Herrera, ganara la elección aún muerto.
Los opositores de la derrotada alianza “Va Por Veracruz” alegan una elección de estado, que se usó a la Secretaría de Seguridad Pública y a sus 5 mil 800 elementos como esquiroles que reventaron la elección en distritos y municipios donde los candidatos opositores tenían oportunidades de triunfo y que la autoridad electoral fue omisa a sus reclamos; puede que tengan razón, pero deberán demostrarla jurídicamente, más allá de radio pasillo o del arguende surgido en la pasión política.
Los morenos, quienes se comieron solos el pastel electoral, no deben esperar a que se les pase el empacho; no deben olvidar que la sucesión del 2024 se activó en cronometro imparable a partir del primer minuto de este lunes 7 de junio.
Y como en política no hay enemigo muerto, a menos que esté a tres metros bajo tierra, Juan Manuel Diez Francos, alcalde electo de Orizaba y Miguel Ángel Yunes Márquez, cuasi alcalde factico de Veracruz, se convierten desde hoy, en adversarios que buscarán crecer para ser el David que venza al Goliat morado.
La fiesta es buena, hay que celebrar los triunfos inobjetables y contundentes; pero no deben olvidar la conseja relacionada a que no hay victorias eternas ni derrotas permanentes.
El ciudadano, sabio en su accionar, premia o castiga, según sienta el talante, talento, capacidad o incapacidad del gobernante.
La democracia es cambiante, inexplicable a veces, como la derrota de Morena en la CDMX donde fue desplazado por la oposición que le arrebató seis de las once alcaldías que habían ganado en la elección 2018.
Después de las fanfarrias y los cohetones, los morenos tendrán que analizar la filosofía hegeliana que sostiene que como todas las cosas tienen en sí mismo el germen de su propia destrucción, llegará un momento en que las fuerzas de la producción se habrán desarrollado hasta el máximo posible, e iniciarán una etapa de deterioro, retardando así el progreso.
Esta grieta apareció ya en el corazón de la 4T, en la CDMX donde la izquierda tiene 25 años gobernando.
Como dicen politólogos, mercadólogos y mercachifles: sin 2021 no hay 2024.
@ManoloVictorio