Andrés Manuel López Obrador marca la agenda pública desde el púlpito unilateral del soliloquio oficial montado desde el 1 de diciembre de 2018, en el discurrir de un monologo llamado La Mañanera.
Desde Palacio Nacional, cada mañana, exhibe en plaza pública a sus enemigos reales o inventados e inflados que nutren su maquinaria de propaganda gubernamental, encaminada a embuchacarse todas las canicas en la elección presidencial del 2024, desde la tribuna, afila cada mañana el machete que blandirá sobre los pescuezos de sus adversarios políticos.
El presidente decide a quien halagar, a quien darle un espaldarazo público con la fuerza de su palabra, verbi gracia la tozuda defensa en favor de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, quien a la luz de las ultimas noticias, pareciera sufrir una proclividad enfermiza por el fúsil de trabajos académicos en práctica impune del copy page.
La voz interna de AMLO, la que rige el área de su honestidad ética, le indica que no debió maniobrar hasta la ignominia en defensa de la ministra que olvida entrecomillar autores que escribieron tesis jurídicas desde antes que ella naciera; sin embargo, al no estar acostumbrado a ceder ante la opinión pública, asume una postura inamovible pese a las dos evidencias de plagio de tesis de su primera opción -fallida- de encabezar la oncena de notables de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Sabe que, en el recuento de daños, el más perjudicado será él, sin embargo, se morirá en la raya.
Ese es el talante del presidente. Su verdad es omnímoda, totalitaria, avasallante, enmarcada en quien no comulga con su visión política, en automático se convierte en su enemigo.
El caso más reciente lo encarna Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, a quien etiquetó como su adversario, sólo por el hecho que el Colectivo por México insertó el nombre del hijo de tata Lázaro en esta organización.
“Si él asume una postura de este tipo, lo estimo mucho, lo respeto, lo considero precursor de este movimiento pero estamos viviendo en un momento de definiciones”, dijo AMLO al aceptar que la cabeza visible del Frente Democrático Nacional de 1988 era su adversario.
El presidente no posee un espectro amplio en la tolerancia política.
En lo que va de su mandato, en pocas ocasiones le han arrebatado el timón de la agenda pública.
El acto ciudadano que más lo ha exacerbado fue la primera marcha en favor del Instituto Nacional Electoral, realizada el 13 de noviembre del año 2022. Ese domingo el presidente se percató que una parte de la sociedad no comulga con su política gubernamental.
Este cambio en la hoja de ruta significó un mazazo al ego presidencial, tanto que el domingo siguiente, el presidente hizo llenar la plancha de zócalo capitalino en una marcha operada y movilizada por gobernadores, políticos y dirigentes del Movimiento de Regeneración Nacional.
Cuando no gana, el presidente arrebata. Es parte de su juego sucesorio. Exhibe su ADN político forjado en el nado a contracorriente.
El filosofo Fernando Savater escribió que la narrativa es elemento decisivo en la trascendencia pública, quien domina la narrativa impone condiciones, diseña las reglas del juego, domina y predomina; trasciende.
La narrativa impone los hechos, acciones y omisiones del poder, de los hombres y mujeres que se mueven por ese titiritero invisible pero tangible que es el poder.
Ahí radica la intolerancia de Andrés Manuel López Obrador a la aceptación de los errores, los tres más sonados, citados líneas arriba. Sabe que se equivocó al adjetivar como aspiracionistas, fifís o parte del conservadurismo a los integrantes de la clase media y trabajadora que no comulga con su humanismo doctrinal donde los pobres son parte de una estrategia política, sometida, sojuzgada y convencida con la poderosa maquinaria de la dadiva pública entregada por Bienestar.
El discurso divisor, polarizante, que divide a mexicanos entre buenos y malos, conviene al inquilino de Palacio Nacional.
El discurso defensor de su Plan B se centrará en los corruptos del pasado inmediato, en las ligas de los personajes de la política partidista agrupados en la alianza Va por México, a quienes tilda, sobre todo al más competitivo de la tripleta partidista, el PAN, de ser aliado, protector y mecenas de Genaro García Luna, otrora ex poderoso secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón.
A sabiendas que el juez Brian Cogan, ni la corte que enjuició a Genaro García Luna; ni los 12 jurados que le encontraron culpable de cinco delitos relacionados con el narcotráfico, tomarán en cuenta sus alegatos para que el ex titular de la SSP federal sea sentado ahora como testigo protegido en un juicio para que diga si Calderón y Fox estaban al tanto de sus andanzas o le daban órdenes de pactar con el narco, el presidente enarbolará esta complicidad criminal lo que reste de su sexenio, bajo su lógica que vincular al PAN y con esto a la oposición, con el narco, vende. Y vende bien.
¿Es bueno que se haya dado una segunda demostración ciudadana en defensa del INE¿ Sí. Las expresiones contrarias al oficialismo, siempre marcan hitos en la historia de un país, los ciudadanos tienen el derecho de caminar, de hacer marchas, externar su inconformidad en las decisiones político-partidistas encaminadas a dinamitar un órgano electoral construido y alimentado por todos.
¿La marcha servirá en términos políticos como un contrapeso a las decisiones de la mayoría, relacionadas a los procesos electorales venideros? Es incierto.
El presidente goza de un 62.9 por ciento de aprobación popular. Esta fuerza por sí misma es un espaldarazo colectivo a las acciones de AMLO.
La suma de ciudadanos enlistados en la lista nominal mayores de 65 años superar los 11 millones 920 mil hombres y mujeres que reciben una pensión de Adultos Mayores.
Si a la base de la pirámide del clientelismo electoral se suman los 11 millones 218 mil jóvenes becarios de 20 a 24 años que cobran desde Becas Benito Juárez hasta Jóvenes Construyendo el Futuro, la cifra es apabullante. La cifra por sí sola hace ganar la presidencia a quien el presidente decida quien será abanderado o abanderada de la cuatrote.
Aparte que la campaña sucesoria, iniciada desde la primera mañanera del 2018, la encabeza el propio AMLO. Contra eso, nada.
El Partido Acción Nacional, el más fuerte y estructurado de los tres aliancistas, no ha podido digerir el izquierdazo a la mandíbula propinado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. No tiene ni los argumentos ni la templanza para contrarrestar a un adversario prácticamente invencible.
“Inequívocamente el PAN ha quedado asociado al narcotráfico. Será un estigma, una marca muy difícil de quitarse”, escribió Roberto Zamarripa, en el periódico Reforma como un epitafio concreto al futuro inmediato del blanquiazul.
La marcha de este domingo quedará inscrita en el anecdotario del ejercicio ciudadano, nada más.
… de otro costal.
Al final de la misa del miércoles de ceniza, en la bella iglesia católica de San José, en Xalapa, hablaba por teléfono celular en el patio de piedra del templo. Se le veía relajado, en paz, con su cruz de ceniza obtenida de las palmas del domingo de ramos.
Un abrazo silencioso bastó. Alfredo Ferrari Saavedra, que ha transitado avatares difíciles en el post duartismo, que ha sido de todo en la administración pública, parece que retornó al terruño.
Saludos.