La evolución social implica un cambio de hábitos en la población, solo es necesario ver como en la década de los 50´s, se anunciaban productos de unicel con una duración de más de 100 años, usando un slogan de “seguirán existiendo aun después de tu muerte” y esto, no necesariamente sería algo malo, sino implicara que son desechables, y son usados por millones de personas diariamente generando una enorme contaminación.
La demanda de los artículos desechables comenzó a crecer de manera exponencial hasta prácticamente finales de los años 90 cuando empezó a tener una desaceleración en la demanda, la cual no necesariamente provino por una agenda ecologista, sino, por una agenda económica, debido a las repercusiones en salud pública, sanidad, costo político, costos de producción, globalización, etc. La prueba más grande es que la huella de contaminación no ha disminuido, sino solo se traslado de ubicación, generando nuevas potencias económicas, pero con altos niveles contaminantes, mientras que otras economías disminuyen su fuerza, pero también disminuyen sus desechos, viéndolo de manera directa en lo expuesto por Kuznets en la industrialización.
A pesar de tener un origen en la agenda económica, se generó una conciencia ecológica grande que hoy sigue creciendo de manera exponencial, lo que generó una nueva industria de reciclado, por lo que ahora, se tiene un circulo donde primero se genera el producto que será desechado, mismo que será reutilizado por la misma empresa que lo creó y esta misma generará un nuevo producto reutilizando lo desechado en su primer producción, siendo un modelo de negocios altamente rentable, teniendo un efecto ecologista y sostenible. Este esquema se exige de manera industrial, tanto en la actividad gubernamental a través de los planes de desarrollo, como en la iniciativa privada para temas de exportación como lo exigen el TMEC o el TLCUE, donde los productos a importar deben ser generados con un porcentaje de energía renovable, sus envolturas deben ser biodegradables, y hechas con productos reciclados, etc. Si bien, es un aspecto ecológico, su origen también viene en el económico, ya que se usan como barreras no arancelarias, para evitar tener productos importados más baratos que los producidos en su territorio, ya que, de no hacerlo, tendrán como consecuencia la disminución en su industria interna. Al imponer estas condiciones a los productos extranjeros, hacen que sea mas cara la producción y al llegar a su mercado, tengan un precio superior al de su industria nacional, por lo cual, el tema pasa de ser ecológico a monetario.
Lo que si es una realidad es que reducir la huella de contaminación es un aspecto en gran medida de dos vertientes, la primera está relacionada con la acción individual de reutilizar, separar la basura, evitar contaminar el agua, evitar utilizar la mayor cantidad la energía eléctrica, no quemar basura, etc. Sin embargo, ninguna de estas acciones será representativa sino se engrana con la segunda, que tiene que ver con las políticas públicas del gobierno. En el orden federal corresponden políticas de producción y de barreras no arancelarias que, si bien son de alto impacto, no son las principales. Ya que donde se da en demasía, es en el orden municipal con su servicio de recolección de desechos, y esta acción rara vez es bien hecha, ya que muchas veces la recolección además de ineficiente, no cumplen con la reglamentación en la separación de desechos y su reciclaje, siendo omisos en el cumplimiento del INAFED y de manera integral, con la agenda 2030.
En la columna de la siguiente semana ampliaré el tema aterrizando con datos de un estudio realizado a la ciudad de Xalapa, mostrando que tanto se recicla y la participación del gobierno sobre dichas acciones.