​Un aumento al ingreso de cualquier persona siempre se traduce en mayor bienestar para quien recibe ese beneficio, ya que ahora tendrá un mayor poder adquisitivo, esto, siempre y cuando el factor inflación no haya sido superior, es decir, ahora, el individuo tiene para comprar más cosas y satisfacer sus necesidades de mejor forma. Lo anterior cobra mayor relevancia cuando se trata de la población más vulnerable, en México, actualmente el salario mínimo es de $207 pesos. 

En votación de la CONASAMI, para este 2024 el salario mínimo llegarà a $248.9 pesos, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte de $312.41 sube a 374.89 pesos. 

Desde el arribo del presidente López Obrador a funciones el salario mínimo ha tenido un crecimiento muy notable, y contra algunos pronósticos, ha tenido efectos muy positivos, este aumento ha obedecido en gran medida a los lineamientos rectores del T-MEC, el cual recordemos en 2018-2019, estaba empezando a mostrar sus primeras articulaciones.

Con base en la teoría del salario de eficiencia, la cual establece que el ofrecer sueldos por arriba del punto de equilibrio salarial fomenta la productividad del trabajador y por ende de la empresa, actualmente esta teoría se enfrenta a ciertas complicaciones si bien, apoyar a la población en vulnerabilidad de poder adquisitivo siempre será una asignatura pendiente, la problemática radica en tres vertientes; 

El primero esta enfocado en que el aumento del salario no va en proporción con el aumento en el nivel de producción agregado, es decir, la producción total de la empresa, por lo cual ocurren dos cosas, la primera que resulta menos rentable para las empresas producir más, ya que sus costos fijos aumentan, lo que ocasiona que se pueda generar escasez y por ende inflación.

La segunda, no hay avance en niveles de capacitación y habilidades, por lo cual muchas empresas se quedan en ser intensivas en mano de obra, lo que genera que solo tengan empleos que no generan mucho valor agregado y por ende el crecimiento y bienestar está limitado

Y tercero no presenta integración con otras políticas que además de incrementar el salario mínimo, fortalezca a las empresas, las cuales son las dadoras de empleo. Por lo cual sería ideal integrar estímulos fiscales, desarrollar inversión en las TIC´s y optimización del gasto público, es decir, el fortalecimiento de políticas fiscales.

Por lo cual podría representar una victoria pírrica, y tener un efecto adverso a las mejoras contempladas.

En el caso particular de los jornaleros, el aumento no representaría ninguna complicación en términos de rentabilidad, ya que el sector agroalimentario tiene un superávit comercial de 19%, por lo cual, el incremento salarial va de la mano con el nivel de producción

En términos internacionales, este incremento nos posiciona en el lugar 50 de 135 países, superando la meta llegar a los primeros 60 de los países con los salarios mínimos más altos.

Con lo cual el aumento salarial no es malo, la problemática es hacerlo integral con otras políticas que fortalezcan al sector empresarial, ya que, si solo se aumenta el salario, sin aumentar la productividad o fortalecer a las empresas, pueden suceder aspectos como inflación

De lograr una integración entre las políticas de fortalecimiento empresarial y los aumentos salariales, sería adecuado hacerlo mediante una política transexenal, mediante  un MIR (monto independiente de recuperación) quedando establecido el aumento independientemente de la inflación.