La relación entre el poder y la economía en México ha sido un tema de debate y reflexión desde los tiempos de la Independencia. ¿Qué papel juega el Estado en el desarrollo económico? ¿Qué intereses defiende el poder político? ¿Qué equilibrios se establecen entre los diferentes actores sociales y económicos? Estas son algunas de las preguntas que han ocupado a los pensadores mexicanos a lo largo de la historia.
Decía ya hace varios años Jesús Reyes Heroles “La política está en todo y detrás de la política está todo: la economía, las cuestiones sociales, los problemas culturales…” Y es que este aforismo nos acerca y resume nuestra realidad, no es que la política sea todo, sino que la política esta motivada por todo y por todos. Se hace la política en función de la visión de quien toma las decisiones ya sea de una visión de futuro, ya sea por inercia o ya sea por intereses propios, pero al final, todo obedece a dos únicos fines, el poder y el dinero, y es que el querer tener el poder o mantener el poder lleva a consideraciones de omnipotencia que normalmente conducen a lo que Hayek llamó la “fatal arrogancia” y es que cuando las decisiones se toman desde arriba en función de lo que el gobernante considera correcto solo porque el así lo ve, sin tener un trasfondo lógico e informado se incurren en costos de oportunidad altísimos, que impactan en las siguientes generaciones y no en las próximas elecciones.
En ocasiones las circunstancias generan opciones donde se percibe que las decisiones son de carácter social, sin embargo, las decisiones gubernamentales jamás son de carácter social, siempre son de carácter económico y cratológico. Sin embargo, contrario a lo que podría parecer, es esencialmente bueno, es decir, disfrazar una acción económicamente pura, con una acción de carácter social, por ejemplo.
En México tenemos sectores vulnerables en términos de rentabilidad, pero relativamente poderosos en poder político, ya que su operatividad en costos de producción es elevada, por lo que su participación en el mercado seria irrelevante, y mas cuando se trata de productos muy poco (sino es que nada) diferenciables, el problema es que en la producción de algunos de esos productos participan regiones enteras del país, así que la elección de todo gobierno es el subsidio, así, sus costos de pruccion se abaratan y pueden ser competitivos en el resto en México, evitando que se consuman productos similares pero provenientes de otros paises. Si bien es una decisión, que parecería económicamente no logia, el seguir subsidiando esos productos, la realidad es que es eficiente en varios términos, el primero es precisamente económico, donde al “apoyar” al sector, estas evitando la quiebra de varias regiones del país, donde su principal actividad económica es esa, además de las economías periferias, que dependen de los ingresos derivados de esa actividad, por lo que dejarlo al libre mercado no sería lo más lógico ya que desaparecería en menos de 3 años, y eso tendría muchas repercusiones no solo económicas y sociales, sino también políticas, que es lo que nos lleva al segundo punto, donde el poder político se pierde, ya que genera un descontento generalizado en la sociedad, el que se tomen decisiones “eficientes” en términos económicos como el desaparecer subsidios o transferencias por suponer generará un efecto multiplicador en otro rubro, cuando es lo contrario, estas decisiones provenientes muchas veces de la “fatal arrogancia” dejan sin posibilidades políticas a quien las toma, y problemas económicos a quienes dependen de esos programas, muchas veces las acciones sociales, tienen efectos mucho más rentable en términos económicos, que las acciones técnicas.