Hablar de desarrollo económico implica necesariamente hablar de energía eléctrica. Más allá de un simple recurso, la electricidad es un activo estratégico que puede impulsar o limitar el crecimiento económico de una región. En México, esta realidad es especialmente crítica, y en Veracruz, donde la energía podría ser un motor crucial para el desarrollo, este potencial sigue sin aprovecharse plenamente.
A nivel nacional, México generó más de 351 mil gigavatios hora (GWh) en 2023, según datos de la Secretaría de Energía (SENER). Sin embargo, solo el 24.3% proviene de fuentes limpias como hidroeléctrica, eólica, solar y nuclear, reflejando un fuerte rezago en la transición energética. Esta dependencia hacia fuentes fósiles no solo tiene implicaciones ambientales, sino económicas, afectando la competitividad internacional del país.
En Veracruz, la energía eléctrica tiene una importancia estratégica especial. Aquí se encuentra la única central nuclear de México, Laguna Verde, con una capacidad instalada superior a los 1,600 megavatios (MW), que aporta cerca del 4.5% de la generación nacional. Sin embargo, Veracruz tiene mucho más que ofrecer en términos energéticos, especialmente en energías renovables, cuyos recursos permanecen en su mayoría inexplotados.
De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Veracruz tiene un potencial enorme en energía solar y eólica. Aproximadamente la mitad del territorio estatal recibe una radiación solar diaria superior a 5 kilovatios hora por metro cuadrado, suficiente para sustentar grandes proyectos fotovoltaicos. Sin embargo, la capacidad instalada en energía solar apenas supera los 35 MW, una fracción insignificante frente al potencial real.
Esta falta de aprovechamiento se refleja directamente en la economía local. El sector industrial, que representa más del 20% del Producto Interno Bruto (PIB) estatal, continúa operando con limitaciones debido a una red eléctrica insuficiente y en ocasiones obsoleta. Empresas industriales en Coatzacoalcos, Minatitlán y la zona portuaria de Veracruz, puntos clave para la economía regional, se enfrentan regularmente a interrupciones del suministro eléctrico o fluctuaciones que incrementan sus costos operativos.
La llegada del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), que contempla importantes desarrollos industriales y logísticos en el estado, subraya aún más la importancia de fortalecer la infraestructura eléctrica. Hasta ahora, los planes energéticos para abastecer este proyecto han sido tímidos o parciales, centrados más en promesas que en proyectos concretos de largo alcance.
Una alternativa viable sería establecer una zona energética especial en el marco del CIIT, asegurando una red robusta y tarifas competitivas. Esto facilitaría la atracción de inversiones nacionales y extranjeras, indispensables para transformar esta región en un polo de desarrollo económico.
También es fundamental avanzar en la diversificación energética. Veracruz podría convertirse en líder nacional en generación de energía solar y eólica, con proyectos estratégicos en regiones como el Istmo, Perote y la cuenca del Papaloapan. Estas iniciativas no solo mejorarían la sostenibilidad ambiental, sino que fortalecerían el empleo especializado y atraerían capitales comprometidos con la transición energética global.
Pero ninguna infraestructura será suficiente sin el capital humano adecuado. Veracruz requiere urgentemente un centro estatal de formación e innovación energética que vincule universidades, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y empresas privadas. Este centro podría formar técnicos e ingenieros especializados en energías limpias y eficiencia energética, indispensables para una transformación real del sector.
Finalmente, la modernización tecnológica de la red eléctrica veracruzana es clave. Invertir en sistemas inteligentes que mejoren la distribución, reduzcan pérdidas técnicas y prevengan interrupciones permitiría una operación más eficiente y costos más bajos para empresas y hogares.
El potencial energético de Veracruz es inmenso, pero aprovecharlo requiere decisión estratégica y acciones concretas. La energía eléctrica no puede seguir siendo un motor olvidado si se busca un crecimiento económico sólido y sostenido para la región.