Las ferias de empleo se han convertido en uno de los mecanismos más visibles de vinculación laboral en México. En el caso de Veracruz, durante 2025 se han realizado seis jornadas estatales dedicadas a grupos vulnerables, con más de dos mil vacantes ofertadas en diversos municipios. A primera vista, estas iniciativas representan un esfuerzo valioso por acercar oportunidades a quienes enfrentan mayores barreras de acceso al trabajo formal. Sin embargo, al analizar los datos con detenimiento, surge una pregunta incómoda: ¿qué tipo de empleo se está generando realmente?
De acuerdo con datos de la Secretaría de Trabajo, Previsión Social y Productividad del Estado, las ferias han reunido a más de 120 empresas en rubros como ventas, servicios generales, atención al cliente y seguridad. Si bien estas plazas ayudan a reducir el desempleo inmediato, pocas están asociadas con sectores de alto valor agregado o con encadenamientos productivos que impulsen la competitividad regional. En términos simples: se crean puestos, pero no necesariamente empleos de calidad.
El panorama laboral de Veracruz evidencia esta contradicción. Según el INEGI, al primer trimestre de 2025 la entidad cuenta con 3.42 millones de personas ocupadas, pero más del 70 % labora en la informalidad. Además, seis de cada diez trabajadores están vinculados a micronegocios o unidades sin acceso pleno a seguridad social. Esto refleja una economía local altamente dependiente del autoempleo y de sectores con baja productividad.
Las ferias, por tanto, cumplen una función social importante, pero limitada. Su efecto más inmediato es facilitar la intermediación laboral: empresas y buscadores de empleo se encuentran en un mismo espacio, reduciendo costos de búsqueda y aumentando la visibilidad de ofertas formales. No obstante, su impacto estructural sobre la economía veracruzana es modesto, porque la mayoría de las vacantes no está relacionada con actividades industriales, tecnológicas o de innovación, que son las que verdaderamente dinamizan el crecimiento.
El reto se agrava cuando observamos la desalineación entre la oferta académica y la demanda laboral. En Veracruz, las universidades públicas y privadas han multiplicado la matrícula en áreas administrativas, jurídicas y sociales, mientras la demanda del mercado exige perfiles técnicos e ingenieriles. Según el Observatorio Laboral de la STPS, las carreras con mayor número de egresados no siempre coinciden con las mejor remuneradas ni con las de mayor empleabilidad. Así, miles de jóvenes con formación universitaria terminan aceptando empleos por debajo de su nivel de preparación, cayendo en situaciones de subempleo profesional.
Este desajuste educativo-laboral genera un doble costo. Por un lado, desperdicia capital humano valioso; por otro, perpetúa una estructura económica basada en servicios básicos y comercio menor. La consecuencia es un crecimiento estancado, con productividad reducida y salarios bajos, lo que a su vez alimenta la informalidad.
No todo es negativo. Las ferias también pueden funcionar como instrumentos de diagnóstico para identificar las brechas entre lo que el sistema educativo produce y lo que el sector productivo demanda. Si se aprovechan los datos recabados —tipos de vacantes, perfiles solicitados, nivel de rotación— podrían convertirse en herramientas de planeación laboral para orientar políticas públicas más efectivas.
El verdadero desafío está en dar un salto cualitativo. Veracruz necesita pasar de ferias de empleo que “colocan personas” a estrategias que construyan empleos de largo plazo, integrando capacitación técnica, incentivos empresariales y desarrollo de sectores estratégicos como la agroindustria con valor agregado, la logística portuaria, la energía y las tecnologías verdes.
Las ferias de empleo son una pieza necesaria, pero no suficiente, del rompecabezas económico veracruzano. Pueden abrir puertas, pero no garantizan movilidad social. Mientras la estructura productiva del estado siga basada en empleos de baja productividad y una educación desconectada de las necesidades del mercado, los resultados seguirán siendo parciales.
El desafío de fondo no es organizar más ferias, sino generar más y mejores empleos. Solo así, Veracruz podrá transformar los eventos de vinculación en verdaderos motores de desarrollo.
@EdgarSandovalP
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