​“No se desarrolla lo que no se mide, y no se mide lo que no se fiscaliza.” Veracruz no solo enfrenta el reto de crecer; enfrenta el desafío anterior a todo crecimiento: ordenarse. Las economías que logran dar saltos sostenidos no son necesariamente las más ricas en recursos naturales ni las más pobladas; son las que han construido instituciones capaces de vigilar, medir y corregir, antes de que los desvíos financieros erosionen la confianza pública y la inversión privada. En Veracruz, esa premisa es aún más clara. La fiscalización no es un trámite: es una política económica de primer orden.

Hoy, el Estado opera con un ecosistema institucional que, aunque ha avanzado en transparencia, sigue mostrando brechas profundas en control interno, profesionalización municipal y sistemas de medición del desempeño. Cada municipio administra recursos que equivalen —individualmente— al presupuesto anual de una pyme grande. Pero sin fiscalización efectiva, esa maquinaria económica opera en piloto automático: dispersa, poco estratégica y vulnerable a ineficiencias que se traducen en menor crecimiento y menor bienestar.

La evidencia internacional es contundente. En Chile, la modernización de la Contraloría General permitió que gobiernos locales redujeran en 30 % los costos de obra pública gracias a auditorías preventivas. En Corea del Sur, la integración de controles en tiempo real disminuyó la corrupción en compras gubernamentales y elevó la eficiencia del gasto —lo que, según el Banco Mundial, explicó entre 0.8 y 1 punto porcentual del crecimiento anual durante la década de 2000. En Estonia, la fiscalización digital no solo ordenó el gasto: creó un clima de confianza para atraer inversión tecnológica que transformó su economía.

¿Qué podría implicar esto para Veracruz?

Si el Estado implementara un sistema de fiscalización “tecnificado” a través de su ente fiscalizador (El ORFIS), que fuera preventivo, profesionalizado y sobre todo digital, con integración entre municipios, organismos autónomos y el Ejecutivo— el impacto sería medible. Estudios del FMI y la OECD estiman que una mejora sustancial en eficiencia del gasto puede liberar entre 3 % y 8 % del presupuesto total. Para Veracruz, eso representa entre 4,000 y 10,000 millones de pesos anuales, recursos que hoy se pierden por desviaciones, obras mal ejecutadas o programas sin resultados.

Si esos recursos se reasignaran estratégicamente a infraestructura logística, innovación, capital humano y simplificación administrativa, el PIBE estatal podría incrementarse entre 0.9 % y 1.4 % anual adicional. Es decir, si Veracruz hoy creciera alrededor de 1.5 % —su promedio reciente— una correcta fiscalización podría llevarlo a entre 2.4 % y 2.9 % anual, un salto significativo y sostenido en el tiempo.

Pero ese escenario no será posible sin corregir las fallas estructurales que frenan la fiscalización.

Tales acciones como la profesionalización plena de los entes municipales, la falta de integración de plataformas con información homologada, aunado se requiere una fiscalización que no solo revise, sino que acompañe, siendo imprescindible vincular la fiscalización con el desarrollo económico, 

La realidad es que lograr esto no es fácil, pocos estados lo han conseguido. Si cada proyecto público se evaluara por su retorno social, su costo de oportunidad y su impacto territorial, Veracruz podría transformar el gasto corriente en palanca de crecimiento. Es una decisión técnica, pero también política.

La fiscalización correcta no es la que encuentra fallas; es la que construye confianza. Y la confianza es un activo económico. Cuando un inversionista encuentra reglas claras, controles sólidos y datos verificables, el costo de hacer negocios baja y la inversión sube. Veracruz tiene puerto, energía, corredores logísticos, turismo, agroindustria y talento. Lo que falta es el pegamento fiscalizador que haga que todo funcione con coherencia: la fiscalización como estrategia de desarrollo.

Porque un Estado no crece solo por lo que invierte, sino por lo que no desperdicia. Y cada peso fiscalizado es un peso que trabaja para todos.

@EdgarSandovalP

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