El pasado miércoles el presidente Andrés Manuel López Obrador, en compañía del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, presentó un paquete de medidas con el objetivo de contener la inflación que está en los 7.72%, siendo la más alta en los últimos 20 años.
Dicho plan se suma a las medidas que ha implementado el Banco de México a través del alza en la tasa de interés (TIIE), por lo cual, por primera vez en bastante tiempo vemos cómo se combatirá la inflación no sólo con política monetaria contractiva, sino con una política fiscal expansiva, siendo un fenómeno curioso e interesante el que se presentará -ya que lo tradicional seria aplicar política fiscal contractiva también-.
Los orígenes de las inflaciones tienden a no ser siempre iguales. Tenemos escenarios donde se dan por cuestiones internas en el país y otros donde la inflación es importada, es decir proviene del resto de mundo, y debido a nuestra integración comercial y económica sufrimos dichos efectos, siendo este el caso que vivimos hoy en día donde la inflación proviene de dos aspectos: la primera originada por el conflicto entre Rusia y Ucrania -ambos países son de los principales productores de granos en el mundo- y la segunda respecto al tema de los combustibles, que para este escenario no ha tenido un efecto tan notorio -como en otros países del mundo- debido al subsidio gubernamental mediante el IEPS.
El plan presentado por el Presidente está basado en cuatro ejes: la producción, la distribución, el comercio exterior y otras medidas para mantener el precio de los alimentos, sin embargo, tiene como eje central el aumento en la producción de granos, tales como el maíz, frijol y arroz, con la finalidad de nivelar los precios que han aumentado debido a la importación de dichos granos (donde el origen del aumento se debió a la escasez, así como a los costos de producción y distribución) por lo cual, el aumento en la producción de granos sí tendería a cumplir el objetivo y bajar la inflación, sin embargo, el problema de esta medida radica en que tiene un tiempo de implementación, donde el gobierno federal trazó un plan a seis meses, por lo cual podemos esperar a ver resultados en poco más de seis meses.
La conducción hacia el objetivo de ampliar la producción por hasta 2 millones de toneladas será mediante los programas de “Sembrando Vida” y “Producción para el bienestar”, facilitando granos y fertilizantes en más de nueve Estados del país. Para garantizar la distribución se contará con mayor seguridad en las carreteras, y en materia fiscal, el SAT ofrecerá exenciones de carta porte a quienes brinden dichos productos y de manera complementaria, mientras que, en comercio exterior, Hacienda dijo que habrá una exención de aranceles a quienes exporten estos alimentos e insumos.
Aunado a esto, podemos ver que la participación empresarial ha sido importante y solidaria, ya que empresas provenientes de grupo Carso de Carlos Slim se han comprometido a no subir sus precios -siendo estratégico el hecho de que no suban los precios en las telecomunicaciones- por otro lado, también vemos empresas como Bimbo que de igual forma no subirá sus precios en el pan blanco, y empresas como Chedraui, Soriana, Walmart, entre otras, que se suman a la medida.
Si bien el paquete cumpliría con el objetivo, podría llegar a tener ciertas eventualidades, como el reacomodo en los precios internacionales. Otra implicación está en los efectos de la política monetaria que emprenda el Banco de México, ya que, debido al aumento en la FED, lo más seguro es que se suba de nueva cuenta la TIIE, generando un efecto de contracción económica al menos en el sector secundario, porque el primario si crecería, propiciando un equilibrio en el crecimiento económico.