Un aumento al ingreso de cualquier persona siempre se traduce en mayor bienestar en el aspecto del aumento en el poder adquisitivo, es decir, tiene para comprar más cosas y satisfacer sus necesidades de mejor forma. Lo anterior cobra mayor relevancia cuando se trata de la población más vulnerable, en México, actualmente el salario mínimo es de $150 pesos aproximadamente.
En votación de la CONASAMI a partir del 1 de enero del 2022, el salario aumentó un 22% para llegar a $150 pesos, ya que en diciembre de 2021 se encontraba poco arriba de los 131 pesos, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte de $214 sube a 260 pesos aproximadamente
Desde el arribo del presidente López Obrador a funciones el salario mínimo ha tenido un crecimiento muy notable, y contra algunos pronósticos, ha tenido efectos positivos, este aumento a obedecido en gran medida a los lineamientos rectores del T-MEC, el cual recordemos en 2018-2019, estaba empezando a mostrar sus primeras articulaciones.
Con base en la teoría del salario de eficiencia, la cual establece que el ofrecer sueldos por arriba del punto de equilibrio salarial fomenta la productividad del trabajador y por ende de la empresa, actualmente esta teoría se enfrenta a ciertas complicaciones si bien, apoyar a la población en vulnerabilidad de poder adquisitivo siempre será una asignatura pendiente, la problemática radica en tres vertientes;
La primera, el momento histórico de la aplicación, es decir, se llevó a cabo en medio de una pandemia, que contrajo la economía nacional en un 8%, lo que significa que millones de empresas tuvieron complicaciones, por lo cual el aumento del 22% podría si complicarles más el panorama, lo que en teoría arrojaría tres opciones, la primera que cierren, la segunda que al aumentar los salarios, este incremento se traslade al consumidor final, generando inflación. Y la tercera se conoce como efecto de sustitución, que básicamente radica en la sustitución de personal por maquinas.
La segunda, no se ataca el problema de raíz que es la falta de productividad.
Y tercero no presenta integración con otras políticas que además de incrementar el salario mínimo, fortalezca a las empresas, las cuales son las dadoras de empleo. Por lo cual sería ideal integrar estímulos fiscales, desarrollar inversión en las TIC´s y optimización del gasto público, es decir, el fortalecimiento de políticas fiscales.
Por lo cual podría representar una victoria pírrica, y tener un efecto adverso a las mejoras contempladas.
Y viendo desde la óptica positiva, implica mejoras en nuestra en nuestras políticas laborales, ya que se agregan dos nuevas actividades, por un lado, a las trabajadoras del hogar, llegando a los $188 pesos representando un aumento de casi un 30% y los jornaleros agrícolas, el cual llega a $190.09 pesos siendo un 30% de incremento respecto al actual.
En el caso particular de los jornaleros, el aumento no representaría ninguna complicación en términos de rentabilidad, ya que el sector agroalimentario tiene un superávit comercial de 19%, equivalente a 7,462 millones de dólares de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), lo que se traduce en un repunte de 4.26% en su comparativo anual.
Y en términos internacionales, este incremento nos posiciona en el lugar 76 de 135 países, teniendo como meta llegar a los primeros 60 de los países con los salarios mínimos más altos.
Con lo cual el aumento salarial no es malo, la problemática es hacerlo integral con otras políticas que fortalezcan al sector empresarial, ya que, si solo se aumenta el salario, sin aumentar la productividad o fortalecer a las empresas, si sucederán los escenarios citados por la teoría neoclásica, expuestos arriba.
De lograr una integración entre las políticas de fortalecimiento empresarial y los aumentos salariales, sería adecuado hacerlo mediante una política transexenal, mediante un MIR (monto independiente de recuperación) quedando establecido el aumento independientemente de la inflación.