El primer debate presidencial se llevó a cabo el domingo 7 de abril, sin embargo, en la víspera de este evento se pudieron notar ciertas cuestiones. Primero, MORENA inició una batalla para intentar moldear el debate a su manera. Esto se pudo ver en todos los “peros” que le pusieron a la organización de este ejercicio democrático.
El partido guinda se opuso a que Signa Lab de ITESO fuera quien se encargara de gran parte de la logística del debate. ¿Cuál fue el argumento? Que mantener al frente a Signa Lab significaba que no existiría imparcialidad.
¿Por qué consideraban que Signa Lab no sería neutral? Porque su directora, Rossana Reguillo, ha sido crítica de las acciones de este gobierno. Pese a lo anterior, Reguillo ha afirmado que esto no tendrían que afectar el trabajo formal que se realiza desde Signa Lab y, mucho menos, la labor académica de ITESO.
Sheinbaum también intentó que Manuel López San Martín fuera removido como uno de los moderadores del debate porque estima que este periodista ataca al oficialismo, debido a que ha presentado fuertes críticas al gobierno actual.
Ante tales argumentos, podemos ver que lo que sucede es que tanto la candidata presidencial de MORENA como los integrantes de este partido piensan que, si una persona hace una crítica profesional o académica a su gobierno, entonces ya está en su contra y, por eso, será imparcial.
De la misma manera, tal parece que no se pueden tener opiniones al respecto de la vida política del país y del trabajo que se hace desde el gobierno. Es como si quisieran que te despojaras de tu lado ciudadano o como si desearan que te taparas los ojos para no ver lo que debe ser criticado, analizado y discutido.
Al final, Reguillo se hizo a un lado para evitar que existiera alguna posibilidad de negar la legitimidad del debate y López San Martín continuó como moderador. Hay que mencionar que MORENA quería que las preguntas finales las eligiera el INE y no los moderadores y, la realidad, es que, si hubiera sido así, también le verían un “pero”.
Para amarrarse el dedo de forma anticipada, Sheinbaum declaró que sus opositores iban a utilizar ‘fake news’ para atacarla porque no tenían propuesta y que, de hecho, estaba preparada para eso.
Diversos analistas señalaron que las candidaturas llegaban al debate presidencial sin propuestas sólidas, viables y realistas, ya que se han dedicado a prometer ciertas cuestiones sin indicar el camino por el cual se tendría que llegar a tal puerto.
Asimismo, pensaban que el debate se trataría de un ataque entre Sheinbaum y Gálvez, sin una discusión real que pudiera alimentar el análisis y la reflexión en torno a cuál sería la mejor opción para elegir este 2 de junio. De igual manera, se estimaba que, pese a que Álvarez Máynez también podría contribuir a los ataques, pues quedaría relegado a ser un testigo.
Con este panorama se llegó el día del debate, en donde pudimos ver que, en efecto, desde los primeros minutos, tanto las candidatas como el candidato se dedicaron a emplear su tiempo disponible para poner en evidencia al contrincante.
No obstante, mientras Xóchitl Gálvez se dedicó, en gran medida, a criticar a Sheinbaum y solo en ciertas ocasiones a Máynez; la candidata de MORENA se enfocó de manera exclusiva en Gálvez, y Máynez se concentró en Xóchitl y únicamente aludió a Sheinbaum cuando hablaba de “la vieja política”. De hecho, este último sí parecía un testigo que estaba en medio de ambas candidatas.
Las tres candidaturas contaban con una preparación previa para este evento, incluso, traían sus propias gráficas e imágenes, sin embargo, esto no se vio reflejado en su oratoria, sobre todo, para el caso de Xóchitl Gálvez.
Las preguntas que la ciudadanía envió y que se mencionaron en el debate eran temas medulares que aquejan al país, pero las tres opciones políticas que se presentaron se dedicaron a darle vueltas al asunto. En algunas ocasiones, solo describieron la problemática y, en otras, se atacaron. Con ello, dejaron un par de segundos para mencionar una escueta propuesta en cada punto, sin especificar cómo lograrla.
Se nota el poco control que tienen ante un escenario como el debate presidencial. Sheinbaum intentó mantenerse sobria, pero no pudo ocultar su sonrisa burlona y no miró a sus interlocutores; Máynez mostró un rostro acartonado y nervioso, lo cual, hizo que mantuviera una mueca de sonrisa que se veía poco natural. Finalmente, Xóchitl Gálvez expresó una inseguridad grande al hablar, atropellaba sus palabras y, en ocasiones, no lograba explicar sus argumentos.
El debate estuvo lleno de reclamos, de ataques, de descripciones y promesas vacías por parte de cada participante. Sheinbaum desperdició tiempo en presumir premios y supuestos logros, así que, tal parece que ella vive en otro México.
Pese a que el INE intentó tener todo organizado, las fallas técnicas se hicieron presentes, lo cual, utilizó Sheinbaum para arremeter en contra de Gálvez. Podemos decir que Máynez, bueno… Estuvo.
De este debate, se destaca que la ciudadanía no obtuvo propuestas reales y se aplaude el papel de Denise Maerker y de Manuel López San Martín como moderadores. ¡Qué paciencia de Maerker! Aunque intentó llevar a las candidatas y al candidato a responder, sus esfuerzos fueron en vano. Veremos qué viene para el próximo encuentro entre las tres opciones para la presidencia.