Tanta efervescencia ha traído consigo el tema de la oficialización de la militarización en el país que ha hecho AMLO que se han desatado discusiones en distintos espacios. Empezando en la Cámara de Senadores, donde no se vio refrendado en totalidad el apoyo para las ideas presidenciales presentadas por la bancada priista de la Cámara de Diputados al respecto de este asunto. Hasta el análisis académico y el debate presentado desde los medios de comunicación.
Es un hecho que el tópico de la seguridad ha sido uno de los principales en todos los gobierno, ya que es de los más preocupantes para la población y de los más problemáticos para quien ostente en el poder. Las estrategias utilizadas en el pasado no han rendido los frutos que las personas en el servicio público habían prometido en campaña y este gobierno obradorista no es la excepción.
Hace unos días, en una de sus famosas conferencias “mañaneras”, el presidente fue increpado por un periodista acerca de la cifra de homicidios dolosos en su administración, en contraste con la de los mandatarios del pasado. Jorge Ramos le hizo ver a Andrés Manuel que el número de personas muertas ha sido catastrófico en estos cuatro años que lleva en la silla presidencial.
Todo indica que, en esta ocasión, AMLO iba más que preparado, en comparación con otros momentos, ya que no solo le respondió a Ramos que estaba en desacuerdo con él, sino que también se dio el tiempo de explicar, según sus propias cavilaciones, por qué el profesional de la comunicación erró. Así, hizo uso de gráficas comparativas con los periodos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto y el suyo.
Es raro que el presidente esté “tan preparado”, pero todo indica que debido a que Jorge Ramos ya había puesto sobre la mesa el mismo tema, entonces, tomó sus precauciones. Aunque dieron por terminado el intercambio de opiniones, la realidad es que no se le veía al presentador satisfecho.
Ramos se enfocó en la gravedad del asunto debido a la cifra de muertes en la época de López, por lo que lo invitó a cambiar la estrategia de seguridad en el país. Sobre todo, buscaba que aceptara que su máxima de “abrazos, no balazos” fallaba, no obstante, el presidente afirmó, repetidas veces, que su estrategia sí estaba funcionando.
AMLO expuso la gráfica y aseguró que el éxito del combate a la inseguridad se podía ver reflejado en una disminución de 10 % de muertes, empero, el periodista le hizo ver que ese porcentaje no coincidía con las cifras. Por ello, el presidente le mencionó que consideraba todo el periodo en general en contraste con el de Peña Nieto. Así, AMLO llamaba a ver las diferencias al presentar los datos desde una perspectiva distinta.
Esto me recuerda a que he escuchado, múltiples ocasiones, que diversos profesores y profesoras en las aulas de posgrado han repetido que no podemos hacer encajar los datos con el resultado que nosotros deseamos que suceda. Por el contrario, hay que interpretarlos y desentrañar qué es lo que ocurre en la realidad para explicar y proponer.
Pensando en esto, ¿Quién está en lo correcto? Por un lado, Ramos intenta exponer la gravedad de la inseguridad y que se requiere tomar acciones, aunque acepta las tendencias señaladas por el presidente, pero le llama a no solo considerar esto y ver más allá para conocer lo que está sucediendo y actuar.
Por otro lado, AMLO se cierra en manifestar que no, que está mal y que no coincide con él. Así, se podría decir que el presidente ve el vaso medio lleno y se pronunció como optimista y positivo ante el planteamiento de este tema. Durante el diálogo con Ramos parecía que AMLO tomaba una actitud infantil, como cuando la niñez solía taparse los oídos y decir “no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado”, puesto que repetía una y otra vez lo mismo.
En ese sentido, escuchamos la cantaleta de siempre de que sus adversarios son los que quieren ver gente muerta y que el país esté en las peores condiciones, porque eso significaría que él ha fracasado, pero que él ha hecho las cosas bien. De nuevo, vitorea que toda la prensa está en su contra, que solo lo critican y que antes callaban, no obstante, ante posibles reclamos, reculó y dijo que existían algunas excepciones.
¿No se cansará el presidente de sus mismos argumentos? Esos sobre que sus adversarios neoliberales, conservadores, tienen la culpa de todo y están en su contra, del movimiento y de la transformación. Aquellos acerca de que la prensa chayotera es su oponente y solo se dedica a criticarlo y no mostrar lo bueno. Esos referentes a que todos los males se los heredaron los viejos dinosaurios del pasado.
Es cierto que él, de forma directa, no ha provocado muchas circunstancias y que son herencia de las élites que habían tenido el poder a lo largo de los años, pero se le olvida que él perteneció a esos grupos. No recuerda que él también tuvo parte del festín y, hoy, se muestra con otra cara, echando culpas e inventando soluciones poco transparentes, sin planeación y nada eficientes.