He estado el fin de semana que pasó en Coatzacoalcos y, entre otras cosas, con el espíritu de reportero connatural en mí, quise constatar en qué está o en qué va la construcción del túnel bajo el río Coatzacoalcos que conectará la ciudad del mismo nombre con la congregación Allende y con ello prácticamente al norte, centro y sur de la república con el sureste del país y lo que vi y escuché de un técnico me dejó positivamente sorprendido.

La construcción lleva ya un avance de 80 por ciento, han colocado en su mayor parte en tierra firme unos tubos de gran diámetro que hacen las funciones de varillas –tablaestacado le llaman en lenguaje técnico– que soportarán la grande y pesada losa de concreto del techo del túnel; grandes y pesadas grúas sacan tierra y lodo en tierra firme por donde irá el declive, material que acarrean pesados camiones que van y vienen (la profundidad será de 17 metros en el declive pero bajo el río será de 35), sobre una barcaza en el río trabaja una grúa con pluma fijando estructuras y a mitad del río trabaja también la draga que ahonda el terreno en donde se colocarán los cajones del túnel, que también ya están concluidos.

En el lado contrario avanzan igual. Un técnico trabajador me explicó que si no hay corte de recursos y los trabajos continúan al ritmo que van, a finales del próximo año estarían entregando la obra, la primera en su tipo en América Latina.

La obra se anunció por primera vez en el último año del gobernador Miguel Alemán  pero no fue sino hasta inicios del sexenio pasado cuando se iniciaron los trabajos que luego, por falta de recursos, se paralizaron (en octubre de 2008 se llevaba un avance de 40% y se entregaría en marzo de 2010). No fue sino hasta mayo pasado cuando el Gobierno del Estado se comprometió a aportar más de mil millones de pesos para apalancar la inversión –son recursos del 2% a la Nómina– (la inversión inicial total era de 2,500 millones, a ver cuánto resulta al final) y apenas el pasado 26 de octubre el Ejecutivo estatal dio el banderazo de inicio de los trabajos del dragado y los resultados están a ojos vista.

Si bien algunos vecinos se han quejado que el movimiento de pesada maquinaria les ha dañado estructuras de sus viviendas (vi letreros pidiendo al gobernador Javier de Ochoa que los ayude a que les reparen o los indemnicen) y otros que les han obstruido parte de su vialidad y con ello el acceso a servicios públicos, observé por otro lado que hay abiertos varios restaurancitos con mucho movimiento porque ahí se alimentan los trabajadores de la obra. Hay, pues, afectaciones, pero también beneficios y nada sería mejor que alguna autoridad municipal, estatal o algún responsable de la empresa concesionada que realiza los trabajos se comprometieran con los vecinos quejosos a que los atenderán a plena satisfacción.

El anterior fin de semana estuve en la cuenca del Papaloapan. Visité Otatitlán, fui al famoso Santuario a pagar mi manda anual ante el Cristo Negro y transité por parte de la región. Algo que me gustó fue encontrar en buen estado la carretera entre Tlacojalpan y Otatitlán, en ocasiones pasadas llena de baches casi intransitable en algunas partes.

En el tránsito entre Xalapa y aquel lugar hallé un retén de soldados en la autopista saliendo de la caseta de Paso del Toro o Veracruz hacia Córdoba y otro pasando la caseta de Cosamaloapan hacia Tuxtepec, Oaxaca, pero nada fuera de lo normal. Disfruté mucho de la tranquilidad, de la gastronomía, del aire fresco al pasar la panga entre Saladero y Tlacojalpan sobre el río Papaloapan, de la hospitalidad de los cuenqueños.

A Coatzacoalcos fui en autobús. A la cuenca, en coche. El sábado pasé luego de las doce de la noche por Minatitlán y vi la intensa vida nocturna de la petrolera ciudad. Mucha gente en las calles. No quería viajar de noche en autobús por temor a la inseguridad, pero fui y vine sin mayor problema. A la cuenca fui de día, aunque iba con el temor de algún contratiempo. Todo fue tranquilidad.

Esto lo narro porque es justo decir, en vísperas de que Javier Duarte de Ochoa entregue mañana su primer Informe de Gobierno, que si bien Veracruz no es el paraíso terrenal, por lo menos, en la experiencia que he vivido en los dos últimos fines de semana, parece que se ha recuperado gran parte de la normalidad y con ello la tranquilidad del estado y de las familias veracruzanas si bien en la cuenca algunos vecinos me platicaron alguna mala experiencia de alguna familia conocida suya a causa de la delincuencia.

El caso del túnel lo tomo como una señal positiva de que, en efecto, hay recuperación económica; de que el dinero que el anterior gobierno no pudo aportar al final, el actual sí lo ha entregado. Habrá que esperar a conocer a fondo el contenido del Informe para ver en cuántos casos más se empieza a recuperar el ritmo que la anterior administración paralizó por falta de recursos, con el consiguiente costo en fuentes de trabajo, ingresos para las familias y el comercio y aumento en los costos por los retrasos.

Sobre el Informe, la Iglesia se pronunció ayer. En el comunicado dominical que firma el presbítero José Juan Sánchez Jácome, afirma que: “Será alentador escuchar todo lo que se ha hecho, porque confirmará la vocación de servicio y transparencia de este nuevo gobierno. Pero será un signo de esperanza constatar que se tiene conciencia de todo lo que falta por hacer y que existe la determinación para lograrlo. Con estas expectativas estamos aguardando el informe del Sr. Gobernador” y que  “es muy importante asegurarnos que se están enfrentando [los] problemas de manera estructural, sin paliativos ni populismo, y que hay un proyecto sustentable para provocar mejores resultados durante los años que le esperan a la actual administración”.

Creo que no hay un solo veracruzano que no desee que, en efecto, se superen o se hayan superado errores y vicios del pasado y que aparte de los logros que se signifiquen mañana, no se pierda de vista que hay mucho por hacer pero que ya se tiene previsto y determinado cómo se hará para avanzar, abatir o mejorar en cuanto a razagos, carencias y cualquier signo negativo que tenga que ver con la vida pública de Veracruz.

Mañana, seguramente como una fecha simbólica, arranca oficialmente el portal informativo del colega Filiberto Vargas Rodríguez: puntorevista.com, un medio que se viene a sumar a otros de gran calidad informativa. El portal es parte de un proyecto que incluye una revista impresa que aparecerá en el mes de enero. Desde estas líneas le deseo el mejor de los éxitos. Seguramente su medio informativo enriquecerá el espectro periodístico veracruzano y de paso la vida democrática del estado.

Por cierto, su hermana Rosa Elvira publicó la semana pasada una interesante entrevista exclusiva a Enrique Peña Nieto en el diario La Jornada y no sería raro que si el priista llegara a la Presidencia ella volviera a la fuente presidencial que cubrió durante el sexenio de Vicente Fox.