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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Veracruz llegó, de nuevo, a un punto de quiebre

01/06/2024 09:24 a.m.

El viernes 3 de junio de 2016, hace 8 años, publiqué la columna que ahora reproduzco.

Faltaban 2 días para ir a votar por un nuevo gobernador. La titulé: “Veracruz llegó a un

punto de quiebre”.

Veracruz terminaba el sexenio de Javier Duarte en medio de una gran crisis económica y

con un gobierno marcado por el sello de la corrupción.

Duarte no había terminado su periodo legal, había huído al extranjero y concluía como

gobernador interino Flavino Ríos Alvarado.

Era urgente no solo el cambio de gobernador sino de rumbo y con una nueva propuesta

partidista. Era insostenible ya la continuidad del PRI. El hartazgo de los veracruzanos era

general y no quería saber nada del PRI, cuya derrota se veía venir.

Se inscribieron entonces, para participar: Armando Méndez de la Luz, por MC; Héctor

Yunes Landa, por el PRI; Miguel Ángel Yunes Linares, por el PAN; Cuitláhuac García

Jiménez, por Morena, y Juan Bueno Torio, independiente. Ganó Yunes Linares. (Hoy

apoyan a Pepe: Héctor Yunes Landa, Miguel Ángel Yunes Linares y Juan Bueno Torio).

Hoy, a solo unas horas de acudir a las urnas, las circunstancias y el escenario son muy

parecidos: hay acusaciones formales y mediáticas contra el gobierno de Cuitláhuac

García Jiménez por presuntos actos de abuso de poder, tráfico de influencias, empresas

fantasma (por las que Duarte está en la cárcel), en general, por actos de corrupción.

Peor todavía, el partido en el poder, Morena, postuló a una zacatecana exfuncionaria

federal como candidata a gobernadora, contra la que existen por lo menos 38 denuncias

formales por presuntos actos de corrupción, presunto lavado de dinero, abuso de poder y

tráfico de influencias, entre otras.

En ambos casos se han presentado pruebas, que por lo menos merecen una

investigación, aunque priva la impunidad. En apenas 8 años, de nuevo hay hartazgo entre

la mayoría de la población y, según lo que percibo, la alternancia, como ya ocurrió en

2016 y en 2018, se ve venir. Por eso hablé y hablo de un punto de quiebre. Transcribo

aquella columna:


“Veracruz llegó a un punto de quiebre”

Por donde se le quiera ver, en Veracruz ya llegamos a un punto de quiebre en el terreno

político, del que todos los veracruzanos debemos felicitarnos.


Los días que vivimos son el mejor testimonio de que quedaron atrás la sumisión de

muchos o la aceptación conformista de casi todos ante la imposición que vino haciendo el

régimen priista, en el caso de Veracruz, de quién sería el nuevo gobernador.

Sea cual sea el resultado del domingo, las cosas no volverán a ser iguales, nunca más,

pues la sociedad veracruzana da muestras de mayoría de edad y por lo tanto de

sacudirse la tutela coercitiva que se le impuso por muchos años.

El punto de quiebre es histórico y debemos no sólo estar preparados para el rompimiento

con el pasado y para la nueva etapa que se avecina, sino para estar a la altura.

En el año 2000, al inicio del nuevo siglo, México, el país, tuvo la gran oportunidad histórica

de cambiar para bien  y para siempre, cortando las amarras con el pasado, pero triste y

lamentablemente el panismo no estuvo a la altura de las circunstancias.

Vicente Fox nos despertó grandes esperanzas pero todo lo echó por la borda. No supo

cómo acabar con la armazón del viejo régimen priista y menos como rehacer a las

instituciones del país y al país mismo y, peor, cayó en los mismos vicios del rancio priismo

que combatió, e incluso en muchos casos resultó peor.

Él mismo con su colaboradora, primero, su esposa, después, y sus hijastros, los hijos de

ella, no tardaron en engolosinarse con las mieles del poder y dieron brillo y esplendor a la

corrupción y a la impunidad, a la presidencia imperial, que dijera Enrique Krauze. El

continuismo, pues, aunque con otras siglas y otro color.

Sin la presidencia de la república, esto es, sin el poder central, los priistas juraron y

perjuraron que habían aprendido la lección y que no volverían a cometer los errores del

pasado ni  a regresar a los vicios y al abuso del poder que los caracterizó.

Dieciséis años después, para pesar nuestro, a Veracruz lo ponen como el gran ejemplo en

el país de que fueron falsos esos juramentos y que errores, vicios y abusos del poder

siguen siendo el toque de distinción del priismo en el poder hecho gobierno.

Pero el veracruzano no solo da muestras de cansancio de más de lo mismo, sino que ya

llegó al hartazgo, al colmo, está hasta la coronilla del priismo abusivo, de la corrupción y

de la impunidad, y todo indica que está dispuesto a darle la espalda y a apostarle al

cambio sin importarle las consecuencias, pues que más mal le puede ir después de todo

lo mal que le ha ido.

Lo competido de la contienda para elegir gobernador es alentador porque muestra que,

por fin, el veracruzano conformista, el apático para ir a las urnas, ha dejado el marasmo

que lo envolvió por muchos años y está dispuesto a imponer su voluntad y a no permitir

que decidan por él ni que le impongan.

Por eso el empate entre los tres principales candidatos, si usáramos una vieja fórmula del

pasado, diríamos que representan a la izquierda, al centro y a la derecha, un abanico

plural, aunque el pragmatismo, la conveniencia y los intereses desdibujaron desde hace

mucho tiempo las fronteras entre esas tres tendencias ideológicas y hoy no queda más

que una mescolanza que se amolda a los intereses y conveniencias de cada quien.

En el caso del priismo, seguramente los días que vive su candidato –por lo inteligente que

es cabría esperar que se está dando cuenta del rechazo hacia su partido y todo lo que

representa– harán que si gana el domingo encabece él mismo no solo un cambio sino una

verdadera revolución pacífica, que recupere el tiempo perdido y coloque de nuevo a

Veracruz en el camino que lo devuelva al esplendor que lo caracterizó en el siglo pasado,

pero también a la vanguardia democrática que los nuevos tiempos están reclamando a

gritos.

Si Héctor Yunes Landa gana, esperemos que tenga los tamaños de un estadista como

presume ser por la experiencia que dice tener, que sea justo pero que no claudique ante

la responsabilidad de aplicar la ley, trátese de quien se trate, como tampoco ante la

tentación de hacer del suyo un gobierno de amigos, compadres y compinches, para lo

cual solo le basta verse en el espejo que tiene ahora en el Palacio de Gobierno.

Muchos veracruzanos le están apostando al candidato de la derecha-izquierda (Yunes

Linares jugaba por el PAN-PRD), para quien aplican el viejo dicho “más vale malo por

conocido que bueno por conocer”, o “más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”,

porque creen firmemente que aplicará la ley, pondrá orden y llevará ante los tribunales a

los responsables del desfalco del erario público.

Viejo conocido de veracruzanos adultos mayores, ya fue cuasi gobernador en el siglo

pasado cuando desde la Secretaria de Gobierno ejerció poderes hasta

metaconstitucionales, pero muchos parecen estar dispuestos a olvidar su pasado o a

perdonárselo y a darle una nueva oportunidad con tal de que castigue a quienes

endeudaron el estado sin justificación y los obligue a resarcir el daño que causaron al

tesoro público o, en palabras comunes, que devuelvan lo que se robaron.

De antemano, sea cual sea el resultado del domingo, él ya se apuntó una contundente

victoria: se ganó la confianza de miles y miles que lo siguen y que le creen más a él que al

Gobierno, pues salió indemne de la guerra sucia, de la campaña de lodo que desataron

en su contra desde la esfera oficial. Al Gobierno ya lo derrotó. Habrá que ver si también

vence al candidato oficial.

Pero si al elector, si al ciudadano, si al veracruzano le faltaban opciones, esta vez tiene

una tercera baraja con la que puede jugar, fresca, novedosa, esperanzadora para muchos

que quieren un cambio radical aunque los tenga en la incertidumbre de qué puede

resultar.

Esta vez surgió una tercera opción que atrae porque si bien no tiene mucha experiencia ni

trayectoria política, por lo mismo no carga con los negativos que tiene sus otros

competidores, su imagen luce limpia y muchos ven en él la oportunidad de inaugurar una

nueva forma de hacer política totalmente ajena a las prácticas tradicionales, además de

que es una figura que se identifica más con la clase media baja y en la pobreza, la

mayoría, los expoliados de siempre de los regímenes de la derecha y del centro que han

gobernado con gran injusticia para ellos (de ese tamaño cifraba entonces mis esperanzas

en Cuitláhuac, que 8 años después me empeño en que él y su pandilla se vayan y no

vuelvan nunca más).

Llegamos, pues, a un punto de quiebre. En nuestra decisión del domingo estará la gran

oportunidad de iniciar una nueva etapa histórica en la vida pública y política de Veracruz.

Hasta el último momento las viejas prácticas intentarán coaccionar o comprar el voto.

Habrá quienes no puedan o no quieran evitarlo, pero que sean los menos. Votemos

libremente. Sintamos la satisfacción de haber contribuido al cambio que todos

demandamos y que Veracruz necesita con urgencia. Es ahora o nunca. Actuemos con

responsabilidad”.


Cuitláhuac resultó un calca de Duarte

Hasta aquí aquella columna, que tiene plena vigencia, porque Cuitláhuac García, su

gobierno y su partido, salieron una calca de los malos gobiernos del PRI, en algunos

casos incluso peores.

Ahora se alza sobre Veracruz la pesada sombra de la continuidad, con una candidata

señalada de ineficacia (refinería de Dos Bocas, que este sábado, con el triple del costo

original, cumple un año y 11 meses de haber sido inaugurada y es la hora en que no

produce un solo litro de gasolina), abuso de poder (como funcionaria federal), tráfico de

influencias (en la Secretaría de Energía) y corrupción, con el ingrediente de que no

conoce el estado porque es zacatecana.

Como hace 8 años, clamo nuevamente por un cambio. No deseo más de lo mismo. Mi

voto va por la alternancia. La jornada del domingo me da la coyunturla de buscarla y

lograrla. No voy a dejar pasar la oportunidad.

Lectores, salgamos todos a votar este domingo y a imponer nuestra voluntad sobre la

imposición de un capricho.


Rocío Nahle votará en Coatzacoalcos


Rocío Nahle, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, votará a las 9:30 horas

en la casilla 777, ubicada en Francisco I. Madero 1313, Col. María de la Piedad, en

Coatzacoalcos.


Pepe votará en Perote


El candidato de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, Pepe Yunes, votará a las 10

horas en la casilla 3038, ubicada en la escuela primaria Adalberto Tejeda, en Perote.


Polo, en Mandinga


El candidato de Movimiento Ciudadano, Polo Deschamps, lo hará a las 10:30 de la

mañana en la casilla de la Sección 0268, instalada en la escuela primaria Benito Juárez,

en la calle Orca, entre Ostión y Camarón, en Mandinga, municipio de Alvarado.


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