Por lo que se va viendo, esta vez las elecciones en el estado y en el país se presentan más interesantes por más competidas, por lo que los partidos políticos tienen que presentar a verdaderos buenos candidatos si no quieren llevarse sorpresas adversas.
Creo que no hay que ser un politólogo para advertir que el ciudadano ya no vota por el partido sino por la persona, y que no vota por el mejor, porque verdaderamente no lo hay, sino por el menos malo.
En Veracruz el partido a vencer es el PRI, y que sea el partido en el poder y el mayoritario le exige más pues tiene qué perder y por lo tanto qué defender, no así las otras formaciones políticas que llegan en franca desventaja y que lo que ganen será bueno. No van a tratar de retener algo que no tienen sino que van a tratar de alcanzar lo que puedan. Jugarán sin presión.
Por parte del tricolor, desde el año pasado se viene manejando, manoseando una lista que supuestamente es la “buena” pues contiene nombres que se dan por “seguros” candidatos y, según el recién salido dirigente estatal priista Héctor Yunes Landa, ganarán “de todas, todas”, como en los viejos tiempos del siglo pasado.
El jueves anterior, en “Prosa aprisa” publiqué que ante lo que se considera como candidaturas seguras, se está pasando por alto que Enrique Peña Nieto es el nuevo señor y dador de vidas políticas priistas, y que las listas de los “buenos” tendrían que pasar por su cedazo, que la regla no escrita del lenguaje político tricolor dice que candidatos a gobernador, senadores y diputados federales los decide el candidato presidencial o el Presidente priista en turno, como en el caso actual de Peña Nieto, y que en el caso de Veracruz el Gobernador como jefe político del Estado y verdadero líder partidista ya no decidiría solo; que por lo tanto no habría que hacerse bolas porque quien ha de decir la última palabra será el candidato presidencial del PRI.
La lista que se maneja como “palomeada” y que por lo tanto en el ritual priista se entendería como la “buena”, la integrarían Anabel Ponce Calderón (Pánuco), Leopoldo Sánchez Cruz (Tantoyuca), Genaro Ruiz Arriaga (Tuxpan), Oliver Aguilar Yunes (Boca del Río), Gaudencio Hernández Burgos (Poza Rica), Jesús Cienfuegos Meraz (Papantla), Ernesto Callejas Arroyo (Martínez de la Torre), Reynaldo Escobar Pérez (Xalapa urbano), Fernando Charleston Hernández(Coatepec), Alejandro Montano Guzmán (Xalapa rural), Joaquín Caballero Rosiñol (Coatzacoalcos), Ángela Perera Gutiérrez (Veracruz), Ulises Ochoa Valdivia (Huatusco), Renato Tronco Gómez (Minatitlán), Juan Manuel Díez Franco (Orizaba), Adrián Sánchez Vargas (Córdoba), Elene Zamorano Aguirre (Cosamaloapan), Tomás López Landero (Zongolica), Marina Garay Cabada (San Andrés Tuxtla), Regina Vázquez Saut (Acayucan) y Gladys Merlín Castro (Cosoleacaque).
Esa lista, sin embargo, tendría modificaciones pues a Anabel se le menciona como suplente del precandidato a senador José “Pepe” Yunes Zorrilla por lo que en su lugar iría la actual alcaldesa de Pánuco, Zita Passi Meza, ex directora del DIF Estatal, lo que ya ha desatado el enojo del ex alcalde de ese mismo lugar y actual presidente del Consejo Directivo del Instituto de Administración Pública, Ricardo García Guzmán, cuyos familiares amenazan con irse de nuevo al PAN si no les dan la posición a ellos.
¿Van a ganar esos propuestos? ¿Tienen todo el arrastre como ayudar a su mentor político a cumplir el ofrecimiento de entregar un millón 800 mil votos al candidato presidencial del PRI Enrique Peña Nieto para afianzar su triunfo el próximo 1 de julio? ¿No irán a defraudar como Elizabeth Morales García que ofreció, prometió y comprometió 100 mil votos para Javier Duarte de Ochoa en la pasada contienda electoral y no sólo no cumplió con la cifra sino que incluso su “arrastre” no le alcanzó para hacer ganar al candidato a gobernador quien perdió en el distrito con cabecera en la capital?
¿Qué garantías de triunfo ofrece Reynaldo Escobar Pérez si se empeñan en postularlo por el distrito de Xalapa urbano si en aquella elección tampoco pudo hacer ganar al candidato Duarte cuando supuestamente tenía el control del electorado de las colonias tanto por su calidad de secretario de Gobierno como por haber sido alcalde de la capital cuando supuestamente adquirió el liderazgo?
Uno de los favorecidos con una candidatura me confió que desde el año pasado, a los que se considera viables les dieron la instrucción de empezarse a “mover” y que incluso les entregaron “una lana”, pero que lo primero que hicieron varios de ellos fue comprarse una camioneta en lugar de bien emplear el recurso, que es decir de utilizarlo para hace labor de proselitismo entre sus potenciales votantes, por lo que a ver si no quedan mal y hacen quedar mal a su patrocinador el próximo 1 de julio.
Si se diera por cierto que la lista ya la “palomeó” Peña Nieto, entonces habría que entender que decidió otorgarle un voto de confianza al jefe político del Estado, Duarte de Ochoa, pues las candidaturas serían sus candidaturas, las que ha prohijado y ha venido alentando, pero ese voto de confianza significaría entonces también un gran compromiso y una gran responsabilidad, pues si los candidatos propuestos ganaran sería gran mérito suyo, pero si perdieran tendría que cargar también con los trastos rotos y con los costos y sus secuelas, como confiarle a futuro que decida otras candidaturas. Eso en el caso de que fuera cierta la “palomeada”.
¿Se echará ese trompo a la uña el jefe político del PRI en el estado? ¿Dará como argumento que no hay mejores candidatos priistas en Veracruz que los señalados y que con ellos se garantiza el triunfo y el número de votos ofrecido? ¿Asumirá ahora todo el reto político mayor, de gran envergadura, sabiendo que del cumplimiento dependerá mucho no solo su futuro personal sino hasta el del estado y con ello el de los veracruzanos?
Que se hable ya de una lista de tricolores prácticamente definitiva y palomeada por el candidato presidencial priista, que se ve muy viable, ofrece una ventaja a la oposición: le da la posibilidad de estar a tiempo de postular candidatos competitivos por su trayectoria personal y pública, ciudadanos que tengan la aceptación ciudadana, que sean una verdadera alternativa para el elector ante lo cuestionable de algunos de los que está postulando el PRI. Habrá que ver si sabe aprovechar la circunstancia y si tiene con qué poder competir en serio.
El PRI no tiene ahora enfrente precisamente a ninguna perita en dulce, pues ya se ha visto cómo los candidatos presidenciales de la oposición han logrado buenas concentraciones masivas y con su inercia seguramente jalarán votos para los candidatos a senadores y a diputados federales de sus partidos.
El mismo Ernesto Cordero, al que se da casi por descontado como candidato panista, y su operador en Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares han logrado concentraciones que no se pueden ignorar, tanto en Tantoyuca como en Huatusco, es decir, tanto en el norte como en el centro del estado, y si ese es el más débil, qué no irá a provocar entre las mujeres Josefina Vázquez Mota ya casi candidata blanquiazul.
Algo que se tiene que reconocer al Gobierno del Estado y a su titular Javier Duarte de Ochoa es que todos los precandidatos y los ya candidatos de todos los partidos han podido realizar su labor proselitista con toda libertad por toda la geografía estatal para lo cual han contado incluso con instalaciones oficiales, como Ernesto Cordero que el pasado fin de semana realizó un mitin en el auditorio Benito Juárez del puerto de Veracruz.
Si el Gobierno y los partidos cumplen, los ciudadanos tenemos ahora la palabra… y el voto para decidir. Atrevámonos.