Hizo ruido en Veracruz, no podía ser de otra manera, lo que comentó en su columna del lunes, en El Universal, el periodista Salvador García Soto.
La gobernadora electa, Rocío Nahle, habría dicho, “de acuerdo con fuentes cercanas”: “Si a los Yunes (Linares-Márquez) les abren la puerta de entrada a Morena, yo tomaré la puerta de salida y me iré del partido para declararme ‘gobernadora independiente’, cercana y fiel a la 4T, pero no militaré en el mismo partido que esos delincuentes”.
Sin duda, la señora tiene razones personales para estar más que molesta con los expanistas y está en todo su derecho de expresar su rechazo a ellos, pero no creo que hacer público lo que piensa sobre el tema que comento ayude a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, cuando está a punto del arranque de su gobierno, porque, de hecho, la está retando.
En tanto ella o alguno de los suyos, autorizado, no desmienta la versión periodística, se da por hecho que es cierta, lo que constituye un reto al poder central en un país de gobierno hegemónico, vertical, centralista (como lo fueron los del PRI, los del PAN y ahora lo son los de Morena), prácticamente autoritario, como el que ha ejercido Andrés Manuel López Obrador y heredará Sheinbaum.
De entrada, Rocío ya tiene un grave problema interno entre los suyos: el de la filtración de lo que piensa y dice, se supone que entre sus más cercanos y cercanas, de más confianza, sin medir las repercusiones y consecuencias que le pueden acarrear.
Hay un dicho popular, con gran esencia de verdad, aplicable también en la política, de que la ropa sucia se lava en casa. La molestia de Nahle es entendible y justificable por lo que pasó en su campaña, y no se le puede reprochar ni reprobar que la incomode en grado sumo que siendo parte en conflicto se negocie con sus enemigos de Veracruz a espaldas suyas, sin que se le tome en cuenta.
Tenía y está en su derecho político de inconformarse y reclamar a la cúpula política de su partido (de la que forman parte la presidenta, los líderes de su partido en las cámaras de Diputados y de Senadores, así como de la dirigencia nacional), en especial en forma directa al dueño (hasta el lunes próximo) y a la nueva dueña (a partir del martes) del circo, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, sostener con ellos incluso una seria discusión, agria si se quiere, pero todo en forma interna sin que trascendiera nada a la opinión pública.
Ahora tanto sus jefes políticos como ella misma están expuestos a quedar mal, ellos porque no pueden ceder en una lucha de poder, ya que hacerlo no solo los exhibiría como débiles y sin autoridad ante una autoridad menor (según los rangos políticos en el país), sino que provocaría también que cundiera el mal ejemplo y otros gobernadores se les pararan de manos; ella porque si le imponen sus decisiones desde el centro, anteponiendo el argumento de que primero está la causa y de que el fin justifica los medios y la doblan, quedará exhibida y mal ante sus representados.
El país –cuánto sería deseable que así fuera– todavía no está preparado para estados verdaderamente autónomos con autoridades autónomas, y lo que Nahle habría dicho estaría ya estirando la liga política, que cuando se reviente a ver quién saca la peor parte. Lo preocupante es que como le vaya a la gobernadora le irá a los veracruzanos.
A Arriola Molina lo congelaron
No estaría mal que Rocío o su cuerpo de asesores o consejeros le recordaran la historia del profesor Rafael Arriola Molina, cuenqueño cercanísimo al gobernador Rafael Murillo Vidal, quien por hacer un reclamo válido a favor de Veracruz y de los veracruzanos, el presidente electo Luis Echeverría, de acuerdo con el presidente saliente Gustavo Díaz Ordaz, lo congelaron siendo senador electo y no le permitieron que llegara a ocupar su escaño.
Arriola Molina pedía reciprocidad de la Federación con Veracruz, pues argumentaba que mientras que el estado aportaba al gobierno federal pesos, la secretaría de Hacienda y Crédito Público le devolvía centavos. Era cierto lo que decía, pero su reclamo constituía un reto al poder central, que no podía permitir una indisciplina, que desde la periferia alguien lo cuestionara y que intentara ponerlo contra la pared.
Es cierto, han pasado los años y se supone que vivimos nuevos tiempos. Rocío Nahle, con su advertencia, decidió jugar un pulso con el poder central. Ya veremos si la dejan que gane o si, en un caso extremo, para evitar que se les imponga y crezca y se les suba a las barbas, le crean conflictos, le desestabilizan el estado, declaran que hay ingobernabilidad, la llevan a juicio político y la obligan a solicitar licencia. Todo es posible. Un gran incendio comienza con solo una chispa, que ya se dio y que Yunes lleva por apellido. La cosa se pone buena.
En el Senado, ya está integrado informalmente a Morena
Por lo pronto, Miguel Ángel Yunes Márquez ya está integrado, aunque de manera informal, al grupo parlamentario de Morena en el Senado, en donde ha expresado sus coincidencias con la 4T, como ayer publicó El Universal en su sitio web, o sea, Adán Augusto López y Gerardo Fernández Noroña no le han cerrado la puerta, sin duda y seguramente con el visto bueno de Claudia Sheinbaum y de López Obrador.
No solo eso, sino que además lo nombraron secretario de la Comisión de Justicia del Senado, cuando tanto Cuitláhuac García Jiménez como su fiscal Verónica Hernández Giadáns lo habían declarado presunto delincuente, lo perseguían y lo querían llevar a la cárcel. O sea, pasó ¡de presunto malhechor a justiciero!, y ahora hasta se les puede voltear el chirrión por el palito.
¡Ahora acarrean empleados a San Lázaro para que aplaudan a Zenyazen!
No tiene madre, no tienen madre. Discúlpame lector que se me hayan ido estas expresiones sin quererlo, pero es que estoy encaboronado.
Resulta que para los sufridos empleados de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) su calvario no ha terminado.
Luego de que los obligaron a andar de acarreados, pagando ellos mismos sus gastos, para llenar los actos e ir a aplaudir a López Obrador, a Claudia Sheinbaum y a Rocío Nahle, ahora los están llevando de acarreados a la Cámara de Diputados para ir a aplaudir al gris diputado Zenyazen Escobar García, exsecretario de la SEV.
Los llevan en días hábiles y horarios laborables, en un claro abuso de poder, que permite el secretario Víctor Vargas Barrientos, un lacayo de Zenyazen, con el visto bueno de la contraloría interna.
Lo que ocurre es una burla al pueblo veracruzano, que con sus impuestos paga para que estas lacras abusen del poder.