La gobernadora electa Rocío Nahle mostró ayer un aspecto poco conocido, hasta ahora, de ella: el de política política.
Anunció que, por el cuidado de las formas, no asistirá este martes a la instalación de la LXVII Legislatura del Estado.
“Siempre hay que cuidar las formas, y en política más, porque cuando hay respeto e institucionalidad las cosas van mejor”.
En declaración a Primera Emisión de Noticieros En Contacto, que conduce Luis Ramírez Baqueiro, recordó que ella entra en funciones hasta el 1º de diciembre, por lo que, “con el debido respeto, no voy a asistir”.
Dijo, sin embargo, que sí lo harán, como invitados y cuidando las formas, algunos de quienes integrarán su gabinete.
A pregunta del entrevistador, opinó que el nuevo coordinador parlamentario del grupo mayoritario de Morena, Esteban Bautista Hernández, es un líder social con años de servicio comunitario y experiencia de gobierno.
Recordó que el también nuevo presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local fue alcalde de Tatahuicapan en dos ocasiones y diputado federal.
Aprovechó para comentar que su gobierno hará compras consolidadas para garantizar el uso correcto de los recursos y evitar dispendios y gastos innecesarios; que austeridad no es solo recortar salarios sino hacer más eficiente el manejo del recurso público.
La nueva Legislatura quedará instalada en una sesión solemne que tendrá lugar a las 11:00 horas y que dará paso al inicio del primer periodo de sesiones ordinarias del primer año de ejercicio constitucional.
Recibió a diputados aliados
A través de las redes sociales, Rocío informó que recibió ayer a los nuevos diputados locales de las bancadas del PVEM y del PT, partidos aliados de Morena. Dijo que trabajará con ellos en forma coordinada.
TEPJF dio palo definitivo a Vicente Aguilar
Por otra parte, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) validó la asignación de la diputación plurinominal que otorgó el OPLE a Elizabeth Morales García y que confirmó la Sala Regional del propio TEPJF.
Con ello, acabaron con la intención del dirigente estatal del PT, Vicente Aguilar, de quedarse con la curul y de paso rompieron con su cacicazgo político partidista, ya que desde hacía muchos años acaparaba todos los cargos legislativos para él o para sus familiares.
Marisol Delgadillo y Eva Barrientos dieron duro golpe a Tania Vásquez
Una guerra de baja intensidad… política reflejó la resolución de la Sala Superior del TEPJF en contra del Tribunal Electoral de Veracruz (TEV), que, dando la razón al OPLE, devolvió la diputación plurinominal local a Elizabeth Morales García y se la quitó a Vicente Aguilar, ambos del PT.
Para decirlo en cristiano, Marisol Delgadillo Morales, del OPLE, y Eva Barrientos Zepeda, del TEPJF, le dieron palo legal electoral a Tania Vásquez Muñoz, del TEV. Es tiempo de mujeres, sin duda. Para algunos, Tania actuó contra la exalcaldesa de Xalapa por alguna razón personal.
El caso sirvió, de paso, para que las tres afilaran navajas de cara al proceso electoral municipal que inicia el jueves próximo. Si se recuerda, Tania no tuvo empacho en aparecer en un mitin político de Morena, organizado por Eleazar Guerrero Pérez en Banderilla, en el pasado proceso electoral. Van, pues, a navajazo limpio.
Manuel quiere sana distancia Morena-Gobierno
Ante la visita a Veracruz, el sábado, de los dirigentes nacionales de Morena, Luisa María Alcalde y Andrés López Beltrán, el senador Manuel Huerta se pronunció por una clara separación entre Morena y el gobierno del estado.
Expresó que actualmente los dirigentes parecen más empleados del gobernador, como en Veracruz entre Esteban Ramírez Zepeta y Cuitláhuac García Jiménez. “Los dirigentes estatales deben tener voz propia y representar los intereses del pueblo, ya ni voz tienen, nunca se les lee, nunca se les escucha nada más que ser instrumento de las consignas del gobernador en turno, que era lo que ocurría en el viejo PRI, y hay que cuidar que en Morena eso no ocurra".
De Duarte a Cuitláhuac o cómo arrastrar la investidura hasta el suelo (II)
Comenté ayer que el 10 de octubre de 2016 estallé en este espacio; que estaba escandalizado por la forma impropia en el vestir con la que se conducía el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Dije que consideraba que no se conducía con la propiedad de la investidura a la que lo obligaba su carácter de gobernador del estado; que le faltaba al respeto y que la rebajaba a la de cualquier gobernante bananero.
Que le dediqué dos columnas con los encabezados: “La fotografía” (10 de febrero de 2012) y “La forma de vestir” (10 de octubre de 2016), y que la primera motivó que tomara represalias en mi contra.
Y que, a la distancia, ocho años después, viendo el comportamiento impropio con el que se ha conducido durante su mandato el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, creo que me ahogaba en un vaso de agua.
Su desparpajo en el vestir
Con respecto a lo que narré ayer, de la forma en el vestir con la que Duarte recibió a la embajadora británica, no mejoró y menos se refinó en el resto en el que estuvo en el gobierno.
Así, cuatro años y ocho meses después, exactamente un mes antes de que huyera acorralado por las denuncias de corrupción que había en su contra, el 7 de octubre de 2016, en uno de sus últimos actos públicos, en Pánuco, volvió a mostrar el desparpajo con el que se vestía y le faltaba el respeto a su investidura.
Ese día, en un acto conmemorativo por los 50 años de la aplicación del Plan DN-III, apareció como caja fuerte (sin combinación… en los colores de su ropa). Mientras que los comandantes de la Sexta Regional Militar y de la Primera Región Naval se presentaron luciendo sus uniformes de gala, verde olivo y blanco, respectivamente, Duarte llegó chamagoso, con mocasines café, pantalón café-zapote mamey muy madura, camisa azul celeste, informal, arremangada de las mangas. En fachas, pues.
Se trataba de un acto oficial, de una institución que hace de la formalidad en su vestir uno de sus toques de distinción, como es el Ejército, pero Javier llegó vestido con ropa casual como se vestiría un joven común para ir a un antro. No vestía apropiadamente como correspondía a su investidura y para la relevancia y la fecha del acto que se trataba.
¡Válgame Dios!, me dije. No soy experto en imagen, pero haber tratado de cerca durante 30 años a varios gobernadores a mi paso por el servicio público, algo aprendí sobre la importancia que tiene el cuidado de la imagen del gobernante, empezando por su forma de vestir.
Recurrí entonces a un artículo de Claudia Fernández Silva, “El vestuario como identidad, del gesto personal al colectivo”, publicado en: Fernández, C. (2013). De vestidos y cuerpos. Medellín: UPB.
“Al vestirnos, preparamos nuestro cuerpo para el mundo social; por medio de la ropa que elegimos y su combinación creamos discursos sobre el cuerpo: aceptable, respetable, deseable, violento o abyecto. Nuestro modo de vestir denota indefectiblemente una toma de posición, tanto en un sentido de inclusión (a un grupo, una identificación con un género musical), de exclusión o diferenciación frente a un referente establecido (familia, compañeros de estudio, otros jóvenes del barrio). De esta manera, como artefactos culturales, el vestuario y los diferentes elementos de decorado corporal se convierten en vehículos de expresión, símbolos de identidad y declaraciones de una preferencia estética, nuestros cuerpos vestidos hablan y revelan una cantidad de información sin mediación de las palabras”.
Comenté entonces: En su forma de vestir, Duarte proyectaba exactamente el desorden que era y tenía en su gobierno. Una pieza de un color, otra de otro, una tercera de otro tono; sin uniformidad, que llevaba a la falta de coherencia; sin orden, que denotaba descuido; improvisación, porque elegía al azar, sin planear, ni siquiera el tipo de ropa y los colores que iba a usar al día siguiente o para tal acto, según su importancia; sin darle relevancia a la alta representación que tenía al no vestir apropiadamente de acuerdo a su investidura, lo que explicaba por qué nadie lo tomaba en serio y todos le faltaban al respeto.
Era evidente que su esposa Karime no se ocupaba de él y que no tenía un asesor de imagen que le sugiriera, que le aconsejara, que lo vistiera de acuerdo a la actividad que iba a encabezar, para que proyectara el mensaje adecuado. Como hoy Cuitláhuac García Jiménez no tiene esposa o compañera que lo vista en forma apropiada o un asesor de imagen que haga esa tarea. Pero continuaré y concluiré con el tema mañana.