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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Las circunstancias; los imponderables

27/10/2009 09:00 p.m.
La primera acepción de la palabra “circunstancia” la define el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española como: “1. f. Accidente de tiempo, lugar, modo, etc., que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho”.
Esta palabrita, pluralizada, “circunstancias”, habrá de jugar un papel importante, acaso determinante, en el futuro político del estado, porque algunas veces una cosa es la que se piensa, se dice, se programa y se espera y otro es el resultado final,  ya que se atraviesan las circunstancias, es decir, también juega el tiempo que a veces mete zancadillas y provoca algún accidente que altera todo. Hoy leo, veo, y escucho, ríos de tinta y comentarios y declaraciones de los actores políticos y de columnistas y comentaristas que se ocupan de ellos, con miras a la sucesión gubernamental, de las diputaciones locales y de los ayuntamientos. No me sorprende que a estas alturas muchos, casi la mayoría, den por hecho o consumadas postulaciones y candidaturas, en el caso de los actores políticos porque piensan que los favorecen las circunstancias y en el caso de algunos columnistas o comentaristas acaso llevados por una simpatía natural, por alguna consigna o por interés personal.
Puede que algunas aspiraciones avancen, se consoliden y tengan éxito; puede que otras se topen con las circunstancias y se frustren. Todo es posible, sobre todo en política donde lo único seguro es que no hay nada seguro, por lo cual  los viejos políticos que han vivido desencantos aconsejan siempre prepararse para lo peor, acaso pensando en amortiguar lo que más se pueda el impacto del golpe por algún resbalón o caída. Y el tiempo. Según las circunstancias, para muchos aspirantes falta mucho tiempo, para otros, falta poco. Los que aspiran a algún cargo de elección popular tienen que pasar por dos aduanas, la primera la del proceso interno de su respectivo partido, y la segunda la de la plena competencia con el adversario. Lo cierto es que la guerra política del 2010 hace rato que empezó aunque todavía no se da ninguna batalla a campo abierto. Cuando la lucha llegue al campo de enfrentamiento con el verdadero adversario, el de enfrente, habrá descalabrados que quizá se repongan y triunfen, pero también muchos resultarán heridos de muerte que caerán en su propia trinchera. Las batallas, la guerra, serán encarnizadas. Se van a lanzar obuses de todo calibre. Las batallas serán internas y externas. Habrá fuego amigo y fuego enemigo. De las planas de los periódicos, de los sitios de internet, de los espacios radiofónicos y televisivos, el tema pasará a la toma de las sedes de los partidos, al cierre de calles, caminos y carreteras, a las protestas callejeras, al cierre por parte de grupos inconformes del centro de Xalapa y a la toma y ocupación de la Plaza Lerdo. El objetivo no es menor. Se trata del estado –quizá ya–  más importante del país y de ayuntamientos históricos y relevantes como el del puerto de Veracruz, que es todo un símbolo no sólo de Veracruz sino de México. Antecede a todo esto el escándalo político por la aprobación por parte de los diputados federales del PAN y del PRI de la Ley de Ingresos de la Federación, ahora atorada por un desliz verbal del dirigente nacional panista, pero que sí aprobaron los legisladores del tricolor. Y cuando esbozaba estas líneas, de pronto me llamó poderosamente la atención y leí con mucho interés el domingo 25 de octubre lo que apunta el  maestro –mi maestro– de periodismo político Froylán Flores Cancela en su columna “Entretemas” del bisemanario Punto y Aparte, del cual es además Director General, porque dice mejor lo que yo podría seguir hilando sobre el tema del que me ocupo. Por eso mejor le dejo la palabra: “En México por primera vez, que se recuerde, el PRI será enmendado por el PRI. Los diputados tricolores que se aliaron con los panistas para votar un IVA del 16 por ciento serán sometidos a una rectificación. Ello da motivo a que en primera instancia el alarmismo se reduzca a lo que informan los medios y a las voces autorizadas de los sectores políticos y económicos. De ahí sin embargo, las cosas no habrán de pasar. Por lo menos así se cree. Los tiempos de partido único, de tapadismo y de consigna han quedado atrás y nadie quisiera retornar a esa época oscura, anacrónica, en la cual la democracia existente era de un Presidente mandón, sin acotamiento constitucional de ninguna especie e impositivo. En una transición democrática se puede aprobar y desaprobar, realizar y mejorar, lo que hoy es sí mañana podría ser no mientras, claro, los tiempos no se agotan. Ya los Gobernadores, por citar un ejemplo, no tienen que consultar a Los Pinos los pasos que pretenden dar; tampoco los senadores ni los diputados. La vida política es más flexible, más madura y cada organismo político, económico, social puede discrepar o respaldar sin consigna. Vamos, los partidos, los fuertes, los grandes y los chicos se movilizan de acuerdo con criterios propios. Quien lo dude, que observe el proceder del PRI y la manera en que se desplazan el PT, el PRD, Convergencia, etc. Algo se ha ganado políticamente, ha de admitirse.
Esto mismo nos lleva a suponer que en Veracruz la campaña electoral gubernamental no se parecerá a la de otras ocasiones. Es cierto que en nuestro Estado hay un PRI fuerte, bien vertebrado y con preparación suficiente que pueda conducir al triunfo en los comicios de julio próximo. También es verdad que en el hombre de la calle, el hombre llamado de a pie, prevalece la idea de que en la renovación eleccionaria del Ejecutivo podrían suceder hechos y cosas, cosas y hechos, desconocidos hasta hoy. El tiempo es uno, pero en política los tiempos operan transformaciones radicales. Y para esto y para más hay que estar preparados. Los imponderables nunca faltan cuando todo en apariencia se tiene debidamente calculado y hasta ensayado. Los primeros sorprendidos siempre son los que todo imaginan que saldrá al pie de la letra de sus deseos y pretensiones. Si lo que ocurre a nivel nacional no es aleccionador, es que estamos o vivimos engreídos de que en el futuro no hay posibilidad de que puedan suceder sorpresas. Sorpresas las cuales desde luego no están incluidas en los proyectos que se elaboran en las mesas de trabajo”. Las circunstancias, los imponderables, valen también para los que escribimos, claro está. Lo que apuntamos puede o no suceder porque al final no vamos más que reflejando la realidad diaria, que es tan cambiante como la terca realidad. Pero en algunos casos, como en el del periodista Froylán Flores Cancela, los apuntamientos se basan también en la experiencia vivida. Qué no ha vivido él, visto, escuchado y ha registrado de la historia política de  Veracruz en la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va del actual. Cuando escribe de imponderables, de sorpresas, es porque las ha visto, las ha vivido, las ha registrado. El vivió a plenitud y fue actor directo como periodista por su cercanía con el gobernador Rafael Murillo Vidal (yo iniciaba mi aprendizaje de periodismo político, como reportero junto a él, en el Diario de Xalapa) del famoso “carbonellazo”. El destape de Manuel Carbonell de la Hoz, entonces subsecretario de Gobierno, como candidato del PRI a la gubernatura ya había ocurrido y en medio de desplegados a favor de todos los sectores y fuerzas vivas del PRI y de cargadas y bufaladas vino la sorpresa, el imponderable de don Jesús Reyes Heroles, entonces dirigente nacional priista, aquellas históricas 8 columnas de Excelsior: “Yo como veracruzano no he votado por él”, con la nota respectiva firmada por el entonces brillante reportero y columnista y ahora un reconocido maestro de periodismo Ángel Trinidad Ferreira. Por eso he leído con atención al maestro Flores Cancela y creo que no está por demás tomar nota de lo que dice y, sí, estar preparados para los imponderables.
Para muchos, falta mucho, para otros, falta poco. Lo cierto, lo único cierto es que los tiempos políticos, las fechas definitorias de la sucesión estatal, distrital y municipal, van a llegar, tendrán que llegar. Y, claro, cada quien su interés. A veces sólo por curiosidad me asomo a algún comentario o declaración de tipo futurista. Dedicarme a ello lo considero ocioso, porque lo que se va a dar se dará por encima de consignas, gustos, preferencias o intereses, y lo que tenga que llegar, llegará. Los tiempos, las circunstancias, los imponderables determinarán lo que tengan que determinar. Lo demás, los cuchicheos, los rumores, las especulaciones, los comentarios, los vaticinios, no son más que un buen pretexto para irse a echar un café. Sólo eso. Nada más.

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