Poco se ha reparado en que el candidato Enrique Peña Nieto, de modo muy sutil pero efectivo, se ha montado y está quitando banderas al presidente Felipe Calderón, lo que denota una buena estrategia de campaña que acaso explique en parte el éxito que lo mantiene como puntero en la carrera rumbo a la Presidencia de la República. Dos ejemplos ilustran lo que afirmo: su ofrecimiento el pasado 4 de abril de mantener a la policía naval cuidando la seguridad de los habitantes del puerto de Veracruz el tiempo que sea necesario y, cuatro días después, su compromiso de mantener y acrecentar el Programa Oportunidades, obligaciones suscritas ante notario público.
De todos es conocido que el programa “Veracruz Seguro”, dentro del que se encuadra la vigilancia naval en el puerto jarocho, así como el de Oportunidades responden a políticas implementadas por el actual Gobierno Federal o con su todo su apoyo, tanto que apenas hace 25 días, el 18 de marzo, durante una visita a Xalapa para supervisar el avance de la autopista Banderilla-Perote, Calderón lo presumió afirmando que ha permitido enfrentar y empezar a superar “el terrible desafío” de la inseguridad en la entidad, aunque, sin embargo, “aún falta mucho por hacer”.
No pasaron más que 17 días para que el mexiquense viniera y asumiera el compromiso de mantener a los marinos por el tiempo que sea necesario, como si ya fuera Presidente, llevándose así el aplauso y de paso el voto de los jarochos, pues esa es ahora su prioridad, recuperar y mantener la seguridad y la tranquilidad, que en gran medida se ha logrado con el citado programa.
Oportunidades es un programa creación de los gobiernos panistas. Vino a sustituir a los programas priistas supuestamente de apoyo social como el Solidaridad con el que hizo tanto ruido el entonces presidente Carlos Salinas, programas en los hechos constituidos para servir de atracción de la gente pobre y necesitada para tenerla cautiva, en su calidad de rehén, con el propósito de utilizarla a favor del Gobierno, en especial en procesos electorales y por lo tanto para que voten por los candidatos del color de quien esté en el poder.
Ahora mismo lo está utilizando el presidente Felipe Calderón y su partido el PAN para tratar de favorecer a sus candidatos.
Peña Nieto, en lugar de quejar o chillarse por ello, inteligentemente –para mí y desde el punto de vista político– ofreció mantenerlo también y acrecentarlo, como si ya fuera el nuevo Presidente, con lo que se llevó la ovación de los pobres, que son los que votan, y de paso neutralizó, seguramente en gran parte, el efecto electoral calculado por el panismo.
Esas con las cosas que debiera estar aprovechando, explotando la candidata panista Josefina Vázquez Mota, que anda totalmente perdida. Peña Nieto está haciendo bien las cosas, sin duda alguna.
Pero algo que me llamó la atención durante la pasada visita del copetudo candidato al puerto jarocho, el 4 de abril, fue su forma de hacer política y de utilizar –ese es el término justo porque eso fue lo que hizo, también con gran inteligencia, oportunidad y buena asesoría– a la prensa, la que se lee, circula y tiene penetración, de relacionarse y establecer cercanía con la tropa, la infantería reporteril, como lo demostró en la conferencia que ofreció en el verdadero santuario de la política, el rumor, el chisme y la bullanguería jarocha, el café de La Parroquia, el original, pero como dejó muestras también con la exclusiva que dio al diario Notiver a través de la reportera y columnista (excelente entrevistadora, hay que decirlo –alguna vez, cuando le dije al maestro Alfonso Salces que se merecía ya un premio nacional de periodismo, con ese buen humor que tiene me respondió que si ya quería yo que la perdiera–) Elia Melchi Reyes.
Peña Nieto dio cátedra de su trato con la prensa, no necesariamente con los dueños o directivos de las empresas. Las gráficas no mienten.
Elia le preguntó si sabía bailar danzón y él no solo le respondió que sí y le explicó cómo se hacía, sino que para demostrarlo se paró y practicó con ella algunos pasos, algo si se quiere normal en el corazón y la capital mundial del danzón (sorprendentemente en la misma Habana, Cuba, a los jóvenes ya no les interesa, ni lo saben bailar y ni conocen de su historia), pero fue más allá: ante la curiosidad de la periodista, le permitió que le tocara el copete para que comprobara que “no usa cantidades de gel, como aparenta”, sino que es natural, que siempre lo ha tenido así, y luego le respondió todas las preguntas que le hizo, sin restricción alguna.
Para mí, eso explica en mucho la simpatía que la gente siente por este político. Me atrevo a afirmar, conociendo un poco a Elia Melchi pero leyéndola a diario con su línea crítica, que a ella la conquistó y que seguramente va a ir a votar por él.
Pero me atrevo a pensar también, aunque me puedo equivocar, que sin claudicar con su línea crítica y muy crítica, sin hacer concesiones como no las hace, ese leído diario del puerto de Veracruz y su director Alfonso Salces, cuya nobleza la he constatado personalmente, honrarán esa distinción de que los hizo objeto teniendo alguna consideración con él cuando haya que tenerla.
Para los políticos de la aldea local, muchos de los cuales repelen a la prensa, en especial a la crítica o a la que hace juicios y análisis, a la que señala los errores; a los que se encierran o cierran la puerta y se niegan a recibir al reportero que va en busca de la noticia; a los que desdeñan o minimizan a los tundeteclas, que solo cumplen con su deber y con un compromiso que tienen con la sociedad; a los que piensan que los periodistas solo son para utilizarlos, para úsese y tírese; para todos esos políticos, para los que se sienten divos y creen que le hacen un favor al periodista cuando lo reciben o lo atienden, el próximo presidente de México, priista para más y mejores señas, ya les mostró cómo se debe tratar y cómo se trata a la prensa.
Ese es el Peña Nieto que regresa pasado mañana al norte del estado (se hacen ajustes a los horarios, que posiblemente cambien) a un bastión panista-yunista en Tantoyuca, y a ver que otra bandera arrebata ahora a los blanquiazules.
El Peje sigue a la alza
¡Aguas! Andrés Manuel López Obrador se acercó ya solo a dos puntos de Josefina Vázquez Mota. En el seguimiento electoral diario de Milenio GEA/ISA, los porcentajes amanecieron ayer: 23.9% contra 21.9%.
Sin duda, el tabasqueño está ganando a los indecisos y a los que abandonan el panismo. Enrique Peña Nieto también va a la alza: de 52% el día anterior brincó a 53.2%. La panista es la que va la baja. El Peje se sacó de la manga una frase dominguera ayer al dar a conocer su Decálogo de Seguridad Pública: Privilegiaremos los abrazos para evitar los balazos. ¡Zas!
En el conteo y análisis personal del periodista Ciro Gómez Leyva, el tabasqueño ya empató técnicamente a la señora. Para él, según publicó ayer en su columna “La historia en breve” del diario Milenio, el 30 de marzo, cuando se iniciaron las campañas, “Las cifras marcaban que Enrique Peña Nieto tenía 34 por ciento de las intenciones del voto, por 21 de Josefina Vázquez Mota y 15 de Andrés Manuel López Obrador. Los indefinidos eran 29 por ciento. Para este martes 10 de abril, el priista había avanzado seis puntos y el perredista dos, mientras que la panista había perdido tres y los indefinidos habían caído cuatro puntos, para dejar el registro así: Peña Nieto, 40%, Josefina, 18%, López Obrador, 17%, indefinidos, 25%”.