Quién lo diría. Ayer, en Córdoba, Andrés Manuel López Obrador, el candidato de las izquierdas, a quien hace seis años la derecha, los grupos empresariales y Televisa acusaron de ser un peligro para México porque se encaminaba hacia el triunfo que lo llevaría a la Presidencia de la República, se pronunció por manifestarse en contra del candidato priista Enrique Peña Nieto pero de manera pacífica.
Quién lo diría porque, como en el futbol, El Peje jaló su defensa hacia adelante para dejar al candidato presidencial tricolor, quien estuvo en la misma ciudad cinco días antes, pero sobre todo al priismo veracruzano, en fuera de lugar, como violentos, por la madriza que pusieron y la detención que hicieron de jóvenes y mujeres que el Día del Maestro habían ido a protestar y a manifestarse en contra del mexiquense.
Este hecho demostró una vez más que el gobernador Javier Duarte de Ochoa, líder natural del priismo veracruzano, no necesita de enemigos afuera o en la oposición porque los tiene adentro, ya que quién sabe quién dio la orden de reprimir a unos manifestantes políticos y de detenerlos cuando el clima con los jóvenes ya estaba caliente por lo que había sucedido cuatro días antes en la Universidad Iberoamericana.
Ese terrible error abonó a la causa de los jóvenes que en varios puntos del país –el estado y la ciudad de México incluidos– salieron a manifestarse el fin de semana en contra del candidato del copete, acción que seguramente causó el disgusto, la molestia de Peña Nieto con los responsables tricolores en el estado, por lo que el sábado pasado tuvo que salir a reiterar –ya lo había hecho en un spot– su respeto por igual a todos quienes están a favor o en contra de su candidatura.
En el portal de la revista Proceso, el 9 de mayo se publicó una nota informativa fechada en San Luis Potosí que dio cuenta cómo el mexiquense estalló, no se contuvo y gritó en público: “¡Chingada madre! ¡Estamos en campaña!, ¿no te has dado cuenta?”, a su jefe de seguridad, el capitán de caballería del Ejército, Gustavo Cuevas Gutiérrez, mientras manoteaba en su cara, porque éste había tratado con violencia a una joven mujer que se quería tomar una fotografía con él.
La reportera de Proceso, Jesusa Cervantes, narró: “Como en cada uno de sus actos de campaña, Peña Nieto reía, se dejaba sobar por las mujeres y hasta posaba para las cámaras que algunos hombres traían en mano. Igual que siempre, el candidato desbordaba amabilidad, sin embargo, minutos antes de subir a la camioneta que lo trasladaría al siguiente evento de proselitismo, una espigada y atractiva joven intentó abrirse paso entre la nube de guardaespaldas que brindan seguridad al candidato para tomarse una foto con él.
En ese momento, el capitán Cuevas, un exmiembro de guardias presidenciales en el sexenio de Vicente Fox, conocido como El Güero, tomó en vilo a la mujer y, de un solo movimiento, la hizo a un lado. La forma grosera y violenta con que actuó el capitán Cuevas fue vista de reojo por Peña Nieto, quien enfureció y en un claro intento de controlar su ira le gritó mientras agitaba su mano derecha ante la mirada azorada del militar: ‘¡Chingada madre! ¡Estamos en campaña!, ¿no te has dado cuenta?’.
Ante el regaño, el capitán Cuevas bajó la mirada en tanto que Peña Nieto llamaba a la asustada joven que había sido borrada de la escena… Y se tomó la foto con ella. ‘Ven, ¿qué deseas?’, le preguntó amable Peña Nieto a la joven. ‘Sólo una foto’, respondió. Y el candidato, como siempre, accedió. Luego subió a la camioneta y se alejó”.
Así, al enterarse de lo ocurrido el día de su visita a Córdoba, pero sobre todo luego de ver la repercusión que tuvo (ayer en la tarde en el portal del diario Reforma, en forma destacada se leía: “Se suman más universitarios a movimiento de Ibero” y se presentaba un video donde jóvenes estudiantes continuaban protestando, uno de ellos haciendo alusión a lo ocurrido en Córdoba), Peña Nieto ha de haber vuelto a exclamar: ¡Chingada madre! ¡¿Qué no se han dado cuenta que estamos en campaña y que López Obrador lo está capitalizando?! Y más sobre todo después de ver las fotos y los videos del acto que encabezó ayer mismo El Peje en Córdoba, donde seguramente hubo más gente de la esperada como respuesta a la actitud porril y represiva del 15 de mayo.
Seguramente, ante la repercusión que está teniendo el movimiento de los jóvenes, el sábado, en Manzanillo, Colima, el candidato del PRI expresó: “Demuestro invariablemente respeto a todos los mexicanos, lo mismo a quienes están a favor del proyecto que encabezo, como para aquellos que eventualmente tengan diferencias y disientan de este proyecto”.
Por lo que se advierte, el priista trata de enmendar el rumbo, ir por el camino correcto, pero en muchos lados, no lo entienden… como en Veracruz.
Aunque hay sus excepciones. Por ejemplo, en lugar de reprimir se debe hacer lo que el candidato al Senado, José Pepe Yunes Zorrilla, quien el 27 de abril en Acayucan se reunió con jóvenes y se sometió a sus cuestionamientos, básicamente en torno a la necesidad de empleos dignos y bien remunerados, pero un día antes ya lo había hecho también con estudiantes del Instituto Tecnológico Superior y del Telebachillerato de Jesús Carranza, un municipio limítrofe con el de Oaxaca, y como lo hizo el viernes 18 de mayo cuando se reunió con universitarios de diversas licenciaturas en Boca del Río, a todos los cuales ofreció darles respuestas positivas a través de reformas legales en el Congreso de la Unión; reuniones caracterizadas por el respeto, la atención, la tolerancia.
Qué bueno también que otro candidato tricolor al Senado, Héctor Yunes Landa, se manifieste a favor de escuchar a los jóvenes. Citó cifras que en parte explican la inconformidad que se está dando ahora: en el país, 7.8 millones de jóvenes de entre los 14 y los 29 años, conocidos como ninis, no estudian ni trabajan por falta de oportunidades y de ellos, de cada cuatro tres son mujeres.
Ayer, el director de Excelsior, Pascal Beltrán del Río, en su columna dominical, siempre de análisis bien razonado, apunta que aunque parecía originalmente condenada a ser el preludio de un resultado previsible, la campaña electoral presidencial de 2012 ha cobrado, en unos cuantos días, tintes de drama y emoción.
Recuerda que el primer mes de las actividades de proselitismo inauguradas el 31 de marzo no dejó casi nada digno para el registro histórico. Sin embargo, todo cambió a partir del debate del 6 de mayo pero, especialmente, a raíz de la protesta contra Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana.
Algo, dice, se está rompiendo, y a diferencia de 1988, cuando había un movimiento estudiantil activo, el CEU, esta vez no son las universidades públicas las que sirven de catalizador del descontento, sino las privadas. “Algo significa esto y los partidos políticos –sobre los que aún reposa la vida institucional– bien harían en tratar de comprender qué es”.
Eso, coincido. Comprender qué está pasando pero, sobre todo, por qué o a causa de qué, mientras, hacer lo que hacen Pepe y Héctor Yunes, dialogar, escuchar, buscar referentes en cifras y situaciones, pero nunca dar respuesta con el garrote. A los trogloditas estos que ordenaron lo de Córdoba se les olvida que por algo que pudo haberse resuelto con diálogo se inició el histórico Movimiento del 68 cuando se hizo uso de la fuerza contra los jóvenes. No. Así no. Yo también soy 132.